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El vaivén de sus hombros durante el festejo del gol (64’) que dio al Toluca la victoria (2-1) en la ida de los cuartos de final, hizo recordar a aquel depredador escarlata que aterrorizó a toda la Liga MX. El momento en el que subió su nombre a la marquesina, también.
Paulinho apareció justo cuando los Diablos Rojos más lo necesitaban, tal como lo hacía José Cardozo a principios de este siglo.
Es cierto que el portero Sebastián Jurado tuvo una gran noche, pero de no ser por el desarrollado olfato goleador del ariete portugués, el campeón habría salido del estadio Olímpico Benito Juárez con amargo sabor.
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Con el tricampeón de goleo como estandarte, el Toluca se llevó la ida de los cuartos de final y asestó un golpe de realidad a los Bravos del FC Juárez, quienes se ilusionaron con su vertiginoso arranque, coronado con el certero cabezazo de Jesús Murillo (2’).
La anotación del defensa central pareció ser el preludio de una sorpresa, pero el equipo dirigido por Antonio Mohamed regresó todo al script original.
Eso sí, lo reflejó hasta la segunda mitad, cuando Antonio Briseño se encontró un balón dentro del área chihuahuense para empatar (55’). Nueve minutos después apareció Paulinho... Y todo terminó para los Bravos.
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