Qué hubiera pasado si al minuto 90 y tantos, al 90 y Ramos, el español lograba mandar la pelota al fondo de la portería. El balón, proyectado por la leyenda se fue abriendo, pasó muy cerca del poste y se alejó de las redes.

Y así, se acabó el sueño.

Monterrey terminó su participación en el Mundial de Clubes al caer ante el Borussia Dortmund (2-1) en los octavos de final.

No hay derrotas honrosas, pero se tiene que destacar que el juego ofrecido por los regios fue de un equipo con prosapia, que la vendió muy cara… Se fue con la cara en todo lo alto.

Y de esta manera, la participación mexicana acabó en el llamando “Mundialito”.

No es que Monterrey haya desmerecido ganar, que haya jugado mal, sólo fue que el Borussia Dortmund apretó en el momento que quiso y puso diferencias en el marcador.

Después de estudiar al rival durante los primeros minutos, el equipo alemán sacó su veloz juego para hacer daño a la zaga norteña. A base de paredes, el francés Serhou Guirassy abrió el marcador (14’). Monterrey en ese momento comenzó a recordar que pare hacer daño hay que tener la pelota, pero esa tardanza sirvió para que Guirassy marcara el segundo (24’).

Los Rayados comenzaron a reaccionar vía Jesús Manuel Corona. El Tecatito junto a Nelson Deossa se volvieron una pesadilla para la zaga alemana, primero con un tiro al larguero, y después metiéndose al área, tratando de desbordar a quien se le pusiera en frente, tratando de hacer daño.

La inercia del dominio rayado duró hasta el inicio de la segunda parte, cuando de los pies de Corona nació el gol de Germán Berterame, quien volvió meter a su equipo al juego (48’).

La presión de los regios fue intensa, pero la única llave de ingreso era el “Tecatito”, a quien no se le marcó un posible penalti, además de que apenas contaba con ayuda de Deossa, quien tenía que hacer doble labor, recuperar y armar.

Salió a relucir el colmillo del equipo alemán. Primero gastando tiempo a base de faltas y quejas, y después, con el balón en su poder, dejar que el tiempo se consumiera.

Al final vino ese balón por lo alto, ese que Sergio Ramos remató como lo hizo tantas veces en Europa, pero e esta ocasión no encontró red y el sueño de Monterrey se terminó.

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