La carrera de Pirata Morgan no se puede abordar sin tocar un episodio dramático que cambió su vida y definió su identidad.

A finales de 1981, con apenas dos años como profesional bajo el nombre de Rex Morgan, Pedro Ortiz enfrentó a El Jalisco en la Arena Coliseo de Guadalajara; durante la batalla, Morgan se lanzó en un tope suicida hacia afuera del ring para impactar a su rival. Sin protección y con el piso mojado por cervezas, se estrelló de frente contra la codera de una butaca, y sucedió: “Hay gente nueva que no sabe la historia: Le di unas patadas al Jalisco, en ese tiempo no había barandas de protección y la gente era más apasionada con el rudo, te aventaban cervezas y estaba mojado el piso; le tiro un tope y cuando le pego, él se resbala, me lo llevo, me sigo de frente, y me estrello en una codera. Eran butacas como de cine. Me estrellé, sentí el impacto, me mareé, sentí un zumbido, regresé y cuando me vi, andaba tirando como agua [del ojo]... Terminé la lucha y desperté en la enfermería”.

Operado al día siguiente, Morgan volvió a los encordados ocho días después, cubriendo la herida con un parche. Lejos de desanimarse, su carácter lo impulsó a reinventarse. “Me puse un parchecito, porque tenía una gasa, y mi hermano me dijo: ‘pues lucha como Pirata Morgan’”. Y ahí comenzó la leyenda.

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