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A Hugo Sánchez le encanta recordar lo que sucedió hace ya 35 años, cuando realizó el llamado “Señor Gol”, anotación que hizo al Logroñés de chilena el 10 de abril de 1998.
Para él, para el mejor futbolista mexicano de todos los tiempos, describirlo es más que simple. Para Hugo es: “El gol más bonito del mundo”.
No es para menos, es para más, porque para un hombre que metió casi 500 goles en su carrera, tiene oficialmente 483, es muy importante escoger uno.
“Ese día (10 de abril de 1998), va a quedar para la historia, no lo olvidaré nunca”, dijo en declaraciones realizadas en sus redes sociales.
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Desde niño, desde los tiempos en que jugaba en los campos de la Jardín Balbuena en la Ciudad de México: “Soñaba meter un gol en un estadio precioso, como lo es Santiago Bernabéu, vistiendo la playera del mejor equipo de todos los tiempos: el Real Madrid, y de la manera en que lo imaginé desde niños, para hacerle honor a mi padre, a quien le gustaba rematar de esa manera, porque era goleador en su época de futbolista”.
Desde niño se lo puso a imaginar y contra el Logroñés se hizo realidad. “Y fue al minuto 9, qué casualidad, mi número preferido y esa fecha nunca se me olvidará”.
Esa chilena, ese remate de espaldas a la portería que hizo su firma personal, y que fue casi perfecta esa noche de hace 35 años en el Bernabéu, “lo practiqué, cientos de veces, me rompí la nuca, la espalda, caía mal, me lastimaba la espalda… A base de práctica la hice, no de forma perfecta, porque perfecto sólo es Dios, pero sí metí muchos goles de chilena en los diferentes equipos donde estuve… “.
Y es verdad, fue un gran gol, “el gol más bonito del mundo”, insiste Hugo Sánchez, pero “al final no fue tan importante porque sólo sirvió para ganar un juego de liga, ganamos 2-0, el otro gol de esa noche fue de Míchel, pero no puedo dejar de decir que fue el espectacular y más hermoso. El gol más bonito del mundo, así lo bautizaron”.
Y de ese gol nació un libro que un empresario escribió y que Hugo guarda con cariño: “Vienen todos los titulares de todos los periódicos que sacaron algún comentario el día siguiente”.
Y esos titulares fueron:
- “Momento único, brillante, histórico”
- “Torero, torero”
- “El gol del año”
- “Golazo”
El mismo Leo Beenhakker, técnico merengue en esos tiempos, “salió y dijo que ese gol era para irse a casa y celebrar con una copa de champagne”.
Sí, para Hugo, el llamado “Seño Gol”, fue uno más en su carrera, quizá no el más importante, pero lo llevará en su memoria siempre: “Ese día la gente estuvo aplaudiendo por tres minutos, que para mí fueron eternos en alegría. Fue tanto el tiempo que la gente gritaba: Hugo, Hugo, torero, torero, que nunca se me olvidará. Puedo decir que fue uno de los momentos más felices de mi carrera”.