El 24 de octubre de 1968, una joven de apenas 15 años hizo vibrar el alma de México en la Alberca Olímpica Francisco Márquez.
María Teresa Ramírez se lanzó al agua con la serenidad de una veterana y la valentía de quien no tiene miedo a soñar con hacer historia en unos Juegos Olímpicos.
En la final de los 800 metros libres de México 1968, su brazada firme y su corazón desbordado de orgullo la llevaron a conquistar la medalla de bronce, con un tiempo de 9:38.5 minutos, apenas una décima por delante de la nadadora australiana Karen Moras.
Contra todo pronóstico, Maritere se convirtió en la segunda mujer mexicana en ganar una medalla olímpica, después de María del Pilar Roldán, y escribió su nombre con letras doradas en la historia del deporte nacional.
Nadie la tenía entre las favoritas, pero su entrega y temple sorprendieron al mundo. A su lado, el entrenador Ronald Johnson fue pieza clave en su formación, guiándola con disciplina y visión.
En 2000, el Gobierno mexicano entregó a Johnson el Águila Azteca, máximo reconocimiento que otorga el país a personas extranjeras muy destacadas.
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