La temporada 2022 terminó con un sabor amargo para los y el head coach Sean McDermott, ya que fueron echados una vez más en la ronda divisional.

La afición de los Bills tenía una expectativa muy grande sobre el equipo y, particularmente, en su quarterback Josh Allen, quien acumula tres años jugando al máximo nivel; sin embargo, ser pasador de élite no ha sido suficiente, ni siquiera para llegar a un Super Bowl.

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Situación que cala hondo en los Bills, porque Patrick Mahomes y compañía son sus verdugos, eliminándolos en todas las ocasiones que se han encontrado en Playoffs.

En 2020, perdieron en la final de conferencia; en 2021, en la ronda divisional, partido que se fue a tiempo extra y en el que Allen no tuvo oportunidad de comandar una serie ofensiva en el tiempo extra, hecho que provocó un cambio en el reglamento de la NFL.

El año pasado, los Bills murieron de nada ante los Bengals de Cincinnati (27-10). Allen no tuvo un buen partido y —comparado con las temporadas anteriores— parece que el equipo vino de más a menos.

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Si nos adentramos en las estadísticas del egresado de Wyoming, ha generado menos en la ofensiva. En 2020, lanzó para cuatro mil 544 yardas y 37 pases de anotación.

En 2021, redujo su producción a cuatro mil 407 yardas y 36 TD’s; y en su última temporada, acabó en cuatro mil 283 y 35 envíos.

Para la campaña que viene, contará con su mejor receptor, Steffon Diggs, con quien ha formado una dupla explosiva y casi imparable.

Allen debe demostrar esta temporada que, pese a tener en contra a equipos de gran calibre como lo son Bengals y Chiefs, tiene la calidad de formar una gran rivalidad con ambos y, sobre todo, salir victorioso de esas batallas.

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