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“Soy un verdadero americano. Peleo por los derechos de todo hombre”, pregonaba el tema musical que acompañaba al musculoso de melena rubia a quien los fanáticos de la lucha libre llamaban Hulk Hogan.
Hogan fue el catalizador para que el wrestling pasara de ser un espectáculo de nicho en algunas regiones de Estados Unidos a todo un fenómeno dentro de la cultura pop. La Hulkamania es, hasta la fecha, el fenómeno de popularidad más grande del deporte espectáculo en todo el mundo. Pese a que su indumentaria roja y amarilla no empataba con los colores de la bandera estadounidense, fue este patriotismo el que lo llevó al estrellato.
Hogan reunía todo lo que un héroe estadounidense de la década de los 80s requería: una singular imagen, muchos músculos y un apasionado nacionalismo. El amor por la patria atrapó incluso a los más grandes del hogar, pese a no ser adeptos a la lucha libre. La propaganda viviente en la que se convirtió Hogan en sus años de esplendor en la WWF (hoy WWE) jamás pudo ser replicada.
La lucha libre tenía en Hogan al arquetipo de un estadounidense triunfador en plena Guerra Fría. Inclinado totalmente por los valores de gobiernos conservadores como los de Ronald Reagan, Hogan fue más que un luchador. La narrativa en el cuadrilátero siempre lo tenía como un hombre que, a base de esfuerzo, podía vencer a luchadores del extranjero como el francés Andre The Giant, el iraní The Iron Sheik o el ruso Nikolai Volkoff. La creciente afición de la lucha libre en Estados Unidos se identificaba con sus valores.
Ídolo de los niños, patriota americano y campeón del mundo. En los 80s no había individuo que pudiera acaparar más atención en un cuadrilátero que Hulk Hogan. Es entonces cuando Hollywood volteó al mundo de la lucha libre como una oportunidad inexplorada para llegar a otras audiencias. El fenómeno nacido de la mente de Vince McMahon llamado Wrestlemania vino de aprovechar la popularidad de Hogan y llevar la lucha libre a la cultura mainstream.
El 31 de marzo de 1985 el Madison Square Garden de Nueva York, Hogan protagonizó el primer Wrestlemania de todos los tiempos junto a Mr. T. Aquella noche la pareja derrotó a Paul Orndorff y Roddy Piper con Muhammad Ali como referee invitado y sentó el precedente de lo que a 40 años es el evento más importante de la lucha libre en todo el mundo. En ‘La Vitrina de los Inmortales’ Hogan conquistaría sus más populares victorias.
Las proezas en el cuadrilátero lo llevaron explorar otras facetas como actor de películas, en televisión y como personaje de videojuego. La Hulkamania se extendió hasta los últimos años de Hogan en WWF y con su llegada a WCW, en la década de los 90s, su popularidad fue a la baja con el público infantil pues no era más de los tipos buenos. El cambio de Hogan al bando rudo probó que todo en la lucha libre es posible. Sin embargo, el personaje malo arriba del ring distaba mucho del verdadero ser que era Terry Bollea, nombre real de Holk Hogan.
El 24 de julio del 2015, exactamente 10 años antes de su fallecimiento, fue despedido por WWE. ¿La razón? Un material que se filtró en donde Bollea mostraba sus verdaderos pensamientos. En una grabación se escuchaba la reacción del exluchador tras enterase que su hija, Brooke, salía de manera romántica con un hombre afroamericano.
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“Preferiría que si se va a acostar con un negro, al menos preferiría que se casara con uno de dos metros y medio y que valiera millones de dólares, un jugador de basquetbol”, mencionó Bollea. “Creo que todos somos un poco racistas”, se justificó.
La popularidad de Hogan cayó por los suelos, su legado arriba del ring se vio reducido a cenizas para un sector muy grande de aficionados a la lucha libre que recuerdan más este polémico episodio por encima de lo que conquistó en sus años de gloria como luchador. Poco ayudó que en años recientes se proclamara a favor de Donald Trump en su campaña presidencial por la reelección.
Hoy la leyenda de Hulk Hogan acabó, al menos a lo que el plano terrenal refiere. “Hulkamania vivirá para siempre”, decía un cartel ochentero que se inmortalizó como muestra de la devoción de los aficionados por el mítico luchador y será cuestión de que esos mismos fanáticos mantengan vivo el legado del hombre responsable de la popularidad que hoy goza la lucha libre a nivel mundial.