El monoplaza de Sergio Pérez tomó la primera curva, se impactó con la Ferrari de Charles Leclerc y quedó dañado; tanto, que Checo ingresó a boxes, para ya no volver a salir.
Todos esos planes con los que llegó al Gran Premio de México 2023, como conseguir un mejor lugar que la edición pasada o incluso —por fin— ser el vencedor como local, se fueron desmoronando desde que el auto fue metido al garaje.
El RB19 con el número 11 no reapareció en escena, lo que silenció por un largo rato a cada grada del Autódromo Hermanos Rodríguez.
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Entre la frustración por no darle a sus aficionados un podio, y la presión de ver a Lewis Hamilton cruzar la meta detrás de su coequipero Max Verstappen, Pérez suma otro tropiezo en la que no ha dejado de pintarse como su peor campaña desde que lo fichó Red Bull, en 2021.
Ayer, el piloto mexicano fue prácticamente un espectador; eso sí, diferente al resto, porque su efímero desempeño fue el que marcó el sentir de los miles que lo fueron a ver a la Magdalena Mixhuca.
La misión, de nueva cuenta: recuperarse, hacer valer esa frase que lleva consigo (Never Give Up) y lograr el principal objetivo que su equipo tiene con él, ser segundo al final del año.
México vio y vivió un caos con Pérez en la pista.
Por su parte, Red Bull agregó una nota más para su futuro, ese que se llama 2025 y que puede ser el primero desde 2021 en el que Sergio no aparezca más con el equipo que en la actualidad domina en la máxima categoría del automovilismo.
Es por eso que la desolación resultó inevitable.
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