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El estadio Alfredo Harp Helú, casa de los Diablos Rojos del México, es algo más que un recinto para aficionados del beisbol y los escarlata. Representa la unión del arte, la cultura y el deporte.
En cada rincón del Infierno capitalino hay arte mexicano, ya sea en murales, esculturas o figuras, “que gritan México por todas partes”, asegura —en entrevista exclusiva con EL UNIVERSAL Deportes— Francisco Ramos, director del AHH.
“Hay una parte conceptual, que es el México prehispánico, representado artísticamente, y parte de la ingeniería y arquitectura con las grandes pirámides... Y así como existe en Teotihuacán, nosotros también tenemos una calzada”, explicó el directivo.
Porque, cuando fue concebido, la idea fue que el Harp Helú marcara un parteaguas para el deporte en la Ciudad de México, dentro de la cual no se había construido un recinto deportivo de esta magnitud durante el más reciente medio siglo.
“El proyecto grita México por todas partes, en el arte, en la cultura, en el equipo, en lo que significa y en los valores”, agregó.
En la entrada al Alfredo Harp Helú, se encuentra el Catcher, un diablo beisbolista que custodia las puertas del estadio, obra del escultor Sergio Hernández.
La reja perimetral que circunda el inmueble es una obra creada por el maestro Francisco Toledo, y los murales que plasman historia del equipo escarlata fueron creados por los artistas Demián Flores, Amador Montes, José Luis García y Sergio Hernández. Todos son una visita obligada para los fans.
“No sólo se trataba de hacer un estadio, sino un parque de pelota, un lugar de convivencia, un lugar de perspectiva social desde el arte y la cultura”, aseveró Ramos, quien tiene a su cargo el inmueble que hoy marca la pauta en los deportes dentro de la capital del país.