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Nueva Orleans.— El Super Bowl LIX será la reedición de aquel que se vivió hace dos años, cuando Kansas City regresó al partido más importante del año y derrotó a los Eagles de Filadelfia. Hoy, los Chiefs buscan el tricampeonato, algo nunca visto en la actual era de la NFL, y sus rivales quieren la revancha.
El legado de Patrick Mahomes es más que un hecho, pero quiere extenderlo hasta alcanzar logros inéditos. Es por eso que el estelar quarterback y sus compañeros ahora anhelan obtener ese triplete que nadie ha tenido el coraje de conseguir en la NFL desde que existe el llamado Súper Domingo.
Del otro lado están los Eagles, dotados de fuerza y un deseo exacerbado por acabar con el reinado de los Chiefs, ese que muchos desprecian, y del cual también fueron víctimas en el doloroso para ellos Super Bowl LVII, ya que soñaron con levantar el Vince Lombardi y ser dueños de la NFL.
Doloroso, porque llegaron a tener una ventaja de 10 puntos en la primera mitad, pero todo el juego fue un intercambio de anotaciones por cada equipo. Quedaban cinco minutos del último cuarto y el marcador estaba empatado (35-35). Filadelfia había anotado y completó la conversión de dos puntos, para emparejar el encuentro.
Mahomes orquestó la serie ofensiva ganadora, doblegó a la poderosa defensa rival, avanzó lo necesario para un gol de campo de 27 yardas del pateador Harrison Butker y sólo le dejó ocho segundos a Jalen Hurts, quien poco pudo hacer para revertir la situación.
Esa noche fue injusta para el elusivo quarterback de Filadelfia, quien corrió para tres anotaciones, tuvo un pase de touchdown y no sufrió intercepciones, pero lo que se recuerda es un balón suelto que el defensivo Nick Bolton convirtió en seis puntos en su contra y su último pase: un Hail Mary que ni siquiera llegó a las diagonales.
Los Eagles van con su poderosa combinación de receptores (A. J. Brown y DeVonta Smith), pero tienen una nueva herramienta: Saquon Barkley, el mejor corredor del momento, que puede cambiar el rumbo del juego.
Los Chiefs tienen la experiencia de su lado. Más allá de las individualidades, Kansas City funciona como una máquina que cumple los objetivos en el momento exacto. Hoy se define si habrá revancha o una dinastía inédita en la NFL.
