no es un hombre que suela atender llamadas telefónicas de números desconocidos. Su fama como uno de los mejores entrenadores en la historia de la NFL le obliga a ser cauteloso.

Sin embargo, no dudó en contestar la que recibió el 5 de agosto de 2012, cuando se dirigía a la práctica de pretemporada de los Eagles.

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Hizo lo correcto, aunque una tenue voz del otro lado de la línea le dio una de las peores noticias en su vida: “Su hijo Garrett acaba de morir por una sobredosis”.

Genio en la estrategia e idolatrado por muchos de los jugadores que ha entrenado, Reid ha sufrido mucho con sus hijos, especialmente los mayores: Garrett y Britt.

Casado desde hace casi 43 años, el entrenador que esta tarde busca el bicampeonato al frente de los Chiefs de Kansas City, vivió una época muy complicada durante su última etapa en Filadelfia, donde era entrenador, vicepresidente ejecutivo de operaciones y director general.

La responsabilidad que tenía le impidió estar más tiempo con su familia. A la par, Garrett y Britt entraron al mundo de las drogas, pero no sólo como consumidores... Eran importantes distribuidores.

Fueron detenidos y el juez que llevó su caso calificó a la casa de Reid como un “emporio de drogas”, debido a la gran cantidad que contenía. Resultó un duro golpe para el exitoso coach, quien trató de ayudar a ambos.

Luego de casi dos años en prisión, Garrett recayó y falleció debido a una sobredosis de heroína.

Britt trabajó con él en los Chiefs, pero tres días antes de disputar el Super Bowl LV contra Tampa Bay, protagonizó un accidente vial que dejó en pésimas condiciones a una niña de cinco años de edad. Hoy purga una condena de tres años en prisión.

Foto: AFP
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