“Con qué ojos, dijo el ciego”, “¿Qué Pachuca por Toluca?”, “Iguanas, ranas”, “¡Aguanta las carnes!”, “Cría tacos y te sacarán las lonjas”, “Nelazo pastelazo”, “Simona la mona”, “Orinita vengo”, “Presta pa’ la orquesta que nada te cuesta”, “Ser la neta, metralleta, patineta”, “Si ya sábanas, para qué cobijas” y “Yo creí que ya morongas, pero nopales, andas bien vivorobas” son algunas de las mil 601 expresiones, palabras o frases recopiladas y analizadas en el libro Juegos verbales de la tradición popular mexicana”, del doctor en Lingüística por El Colegio de México, Erik Daniel Franco Trujillo.
Derivado de la gran información acumulada y de los ficheros que desde 1973 ha ido reuniendo el equipo a cargo del doctor Luis Fernando Lara para el Diccionario del Español de México, el gran proyecto que resguarda El Colegio de México, en el que hay ficheros con múltiples usos y expresiones del español mexicano documentados a lo largo del tiempo, Franco Trujillo emprendió este proyecto sobre el juego verbal consciente de que estas expresiones “tan mexicanas” merecían un tratamiento aparte.
“Mi idea era contar con un repertorio lo suficientemente amplio como para dar cuenta de todo el tipo de estrategias discursivas que se emplean para crear este tipo de expresiones”, afirma Erik Franco, quien asegura que muchas de estas expresiones son espontáneas y no adquieren el arraigo suficiente como para formar parte de un diccionario, pero hay otras expresiones “que ya son parte de la herencia del español mexicano, parte fundamental de nuestro patrimonio verbal y en ese sentido es probable que algunas de estas sí aparezcan ya en algunos diccionarios”, señala Franco Trujillo, quien forma parte del equipo lexicográfico del Diccionario del Español de México.
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Juegos verbales de la tradición popular mexicana, publicado por El Colegio de México, se divide en dos partes. En la primera parte, Erik Franco hace todo un estudio y explicación de qué es el juego verbal, cómo lo podemos entender, qué tipo de mecanismos existen o él pudo documentar sobre cómo se crean estos juegos y cómo se rompe con estas estructuras ya establecidas de la lengua. En la segunda parte ofrece el inventario de juegos verbales que reunió y que son mil 601 expresiones, que describe a manera de diccionario, y que incluye locución base, definición, uso y ejemplos.
“Justamente, en el proceso de ir adentrándome al tipo de estrategias discursivas que se emplean para crear estas expresiones, fue que platiqué con el doctor Lara sobre cómo los íbamos a llamar. Y desde hace tiempo hablábamos de ellos como ‘juegos’; decíamos, “qué son, ¿juegos de palabras? Lo que argumento es que es mejor hablar de juegos verbales porque se trata de un fenómeno transversal que no exclusivamente afecta propiamente a la palabra, aunque se refleja mejor ahí, pero no afecta exclusivamente a la palabra, sino que pueden ser juegos que explotan mecanismos en cualquier nivel de la lengua, el fonológico, el morfológico, el semántico, el pragmático, etcétera”, afirma Franco Trujillo.
Incluso señala que, desde los estudios académicos, hay gente que los llama juegos de palabras o de doble sentido, pero para él este concepto de juegos verbales permite englobar en general a todo este tipo de fenómenos.
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“Digo que el juego verbal es la manipulación o ‘desautomatización’ intencionada de los distintos componentes que estructuran un sistema lingüístico, mediante el manejo de una o más técnicas discursivas, dando como resultado una palabra, una frase o un texto breve que trae consigo un efecto humorístico, ingenioso, irónico, irreverente, eufemístico, etcétera”.
El profesor-investigador en el Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios de El Colegio de México asegura que los juegos verbales muestran que, como hablantes del español mexicano rompemos, modificamos o alteramos de manera voluntaria y creativa ciertas unidades de la lengua que ya están bien establecidas. Y cita, por ejemplo, que el uso común de “su servidor”, los mexicanos lo rompemos y decimos “su servilleta”, y que es común que juguemos con la lengua y que, en lugar de decir “arquitecto” decimos “arquichueco”, o en lugar de decir “va de nuevo”, decimos “va de nuez”.
“Y esto tiene una serie de efectos sociopragmáticos muy importantes que nos permite establecer cercanía con nuestro interlocutor, nos permite valorar o expresar ciertas subjetividades en torno a lo denotado y cómo pensamos sobre algo. En ocasiones también con expresiones eufemísticas como “ya bailó berta’, pues también ayuda a salvaguardar la imagen social y que se pierda un poco de seriedad o formalidad al hablar con alguien más”, afirma Franco Trujillo.
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Español hablado
El juego verbal es para Erik Franco un tipo particular del español popular que se habla en México y muy productivo. Por ello era importante destinar casi 130 de las 424 páginas a hacer un estudio formal de estas expresiones, y luego dar cuenta de todo el inventario de juegos a manera de diccionario. “Fue un reto muy interesante porque si bien me basé en varias herramientas o procesos de la técnica lexicográfica, de pronto me encontraba con ciertos retos, así que también se discute un poco qué tipo de tratamiento se le puede dar al juego verbal desde la perspectiva lexicográfica. Es decir, ¿cómo voy a crear la entrada?, ¿cómo debe de ser la entrada? ¿Cómo se va a pensar una definición?, ¿cómo dar un ejemplo de uso?, que esa es mi parte favorita, porque finalmente el ejemplo de uso es la lengua viva, y eso es lo que yo siento que a la gente le crea mucho interés”.
Justo en el ejemplo de los usos es donde se ve la lengua viva y donde se puede percibir mejor cómo funcionan estas e expresiones. “En buena medida también el libro refleja no tanto la lengua como la solemos ver los lingüistas, como un sistema abstracto de reglas y demás que puede ser un área bastante densa y árida y que puede alejar al público general, sino aquí es pensar la lengua como práctica social, como intercambio de valores culturales y creencias, una manera particular de hablar que tenemos los mexicanos, ver qué tipo de expresiones y cómo funcionan”.
En la búsqueda por encontrar ejemplos de uso real y de ver cómo nos expresamos los mexicanos en estos juegos verbales, fue muy útil utilizar las redes sociales. “particularmente X, ahí encontré cantidad de ejemplos impresionante que justo me permitió encontrar otros que fui agregando al libro. Las redes sociales, fue para los ejemplos de uso, mi mejor fuente de datos”.
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Dice Franco que uno de los planes es crear un portal que sea complemento del Diccionario del Español de México donde los lectores puedan acceder a este tipo de expresiones e incorporar nuevas. Tras la publicación del libro ya tiene una lista que crece y en la que destaca expresiones que denomina de “cruce léxico”, que es fusionar dos palabras que existen. Por ejemplo, en vez de borrachera se dice bodachera; en lugar de proletariado, pobretariado; y computraidora por computadora.
Su siguiente proyecto, y que continúa la tradición popular en el Diccionario del Español en México tiene que ver con saber para qué usamos el vocabulario popular.
“En el Diccionario tenemos vocablos que tienen marca de Popular, y justamente me surgió el interés de decir, tienen marca de Popular, en la tradición lexicográfica siempre es como una problemática todas las marcas de uso, como que uno cuando lee todo lo que se ha dicho en la literatura especializada no hay criterios muy claros para diferenciar entre lo coloquial, lo familiar, lo popular. El doctor Lara nos ha pedido ver el Diccionario como un discurso y lo que quiero es sacar todas las palabras que tienen marca Popular en el Diccionario del Español de México para luego clasificarlas por área temática para ver cuál es el campo de acción de ese vocabulario o las áreas temáticas y de simplificación que engloba”, apunta Franco.