Buenos Aires, Argentina.— Estamos en la recepción de un edificio de seis pisos. Entre grandes ventanales, un letrero anuncia el nombre del lugar entre los tímidos reflejos del cristal de la puerta: Equipo Ciencia. Evolución en investigación clínica. La mole de concreto y vidrio se prepara para recibir a cientos de voluntarios que participan en los ensayos clínicos que pueden cambiar el rumbo de una enfermedad.