Los últimos años han sido muy arduos en todo el mundo, pero en México han sido penosos para todos, afirmó la escritora Verónica Murguía al recibir la Medalla Bellas Artes. Dijo que lo han sido no sólo para las artes, sino también para la ciencia, la educación, la investigación, para las leyes, las editoriales independientes, los defensores de derechos humanos, los periodistas, los ecologistas, las feministas, los maestros y el deporte.
Allí, también Murguía aseguró que otra gran herida es la violencia, "una herida que nos desgarra a los mexicanos, una violencia que enferma todo lo que toca, pero en la que México parece, a ratos, no registrar su descomposición, está encandilado por el espectáculo de su propio naufragio”, dijo la autora de “El cuarto jinete”, “El ángel de Nicolás” y “Loba”, durante la ceremonia celebrada en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, donde recibió la Medalla Bellas Artes, junto con la poeta Pura López Colomé.
En ese marco de violencia y muerte, afirmó, está el arte. “El arte desde hace sexenios fue arrumbado en un rincón, pero en este. Se nos ha acusado de conservadores, elitistas, meritocráticos y una bola de cosas que me es imposible enumerar”, aseguró y agregó que en estos años, también, se nos ha repetido sin cesar que hay cosas más urgentes:
“Que el arte no se come, no da techo, no cura y que por eso nos vamos a ir a ver todos ‘La casa de los famosos’. Se coloca el libro, la pintura, la coreografía, la partitura en una esquina, del otro lado las necesidades más urgentes, el vivir con techo, el tener educación, el tener un pan para llevarse a la boca. Eso no es justo. tenemos derecho a las dos cosas porque somos seres humanos, es como si nos dieran a escoger, ¿quieres tener cuerpo o quieres tener alma? Tengo derecho a tener las dos cosas porque soy un ser humano, tengo derecho a ir al teatro, tengo derecho a la poesía, tengo derecho a todo eso y también quisiera tener seguridad para llevarme un pan a la boca tranquilamente, sin la acechanza de la violencia. No hay que escoger”.
Y es que dijo que la violencia es una herida que nos desgarra a los mexicanos: “la violencia que enferma todo lo que toca, pero México parece, a ratos, no registrar su descomposición, está encandilado por el espectáculo de su propio naufragio”. Recordó que entre los años penosos que hemos vivido estuvo la pandemia.
“Padecimos, como el resto del mundo, una pandemia que nos arrebató cientos de miles de vidas, pero no sólo eso, México está dividido y tiene una herida en el centro que nos está arrancando otros miles. ¡Y qué semana Dios mío!”, señaló la también escritora de novelas infantiles y juveniles.
Verónica Murguía aseguró que el arte es la única forma de perdurabilidad que hemos encontrado, “es necesario, me atrevo a decir, que el arte es indispensable, y que sin él las sociedades pierden la razón”. Luego, agradeció a los amigos que la han sostenido con conversaciones, con llamadas con cartas tras perder lo que más amaba.
“Mi medalla está dedicada a David Huerta, sin quien yo no estaría aquí, no sólo como escritora, sino como vertebrado. A David me es muy difícil hablar de él sin acudir a la poesía, para la que no estoy hecha, expresar lo que me dio y lo que perdí cuando se fue, pero muchos de ustedes lo saben”, afirmó Verónica Murguía.
En la ceremonia, en la que Lucina Jiménez, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes, quien entregó la Medalla, dijo que el valor del arte, el valor de la literatura, es aquello que nos hace ir más allá de nuestras propias contradicciones y tener esperanza, “sembrar esperanza, pero sin evadir, de pronto el horror, de pronto la nostalgia, de pronto aquellos sueños que parecieran tardarse para volverse realidad en nuestros espacios”.
Lo dijo luego, de que la poeta Pura López Colomé ofreciera también su discurso en el que celebró la poesía y su vida dedicada a la literatura. “Desde mi primer contacto con la poesía me llamó la atención la música que propiciaba su ubicuidad, su pluralidad de significados, en su mundo la palabra elevaba el espíritu a la divinidad inalcanzable y por lo mismo volvía al ser humano vehículo para enaltecer el verbo”.
La poeta, traductora y ensayista, Pura López Colomé dijo también que la poesía no hace nada, “su decir no hace daño, solamente hace creer, hace mirar, hace pensar, hace llorar”.