Con antecedentes como la película homónima, protagonizada por Vivien Leigh y Marlon Brando; las cartas y las memorias del dramaturgo Tennessee Williams; y ciertas películas impresionantes que sirvieron como inspiración —"Una mujer bajo la influencia", de John Cassavetes, y "La Ciénaga", de Lucrecia Martel, en las que los personajes femeninos parecen atrapados en una burbuja psíquica—, el director Diego del Río presenta un nuevo montaje de "Un tranvía llamado deseo".
El reto mayor de enfrentar a un clásico más allá del aura que le da esa condición, el director señala que "estas obras tienen una carga de información y referencias que, a priori, puede bloquear a quienes se acercan a ellas". La idea que, en sus palabras, se tiene de una obra y que eclipsa la obra misma.
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"En el proceso de trabajo con el texto, yo quise entrar a profundidad a la forma brillante del trabajo de Tennessee Williams en términos de estructura y ritmo. A nivel estilístico hay muchos aportes". A pesar de que no es la primera obra de Williams que el director lleva a escena —lo hizo antes con "El zoológico de cristal"—, el proceso implicó entrar de lleno a la vida del escritor y, desde allí, asimilar sus inquietudes. Otro reto, por supuesto, fue tener en el horizonte la ya citada película homónima que dirigió Elia Kazan, la cual, dice, es una obra maestra, casi insuperable.
Una de las inquietudes centrales que mejor se empalma con el presente, continúa del Río, es el tratamiento de la salud mental en el emblemático personaje de Blanche DuBois —lo cual también se ve en las referencias iniciales que da el director: Cassavetes y Martel, quienes abordan, respectivamente, la salud mental y la decadencia de una clase social, temas que entran en la esfera de la obra—: "También es importante mencionar el tema de las culpas y las lealtades familiares, y las dinámicas violentas. Siento que a veces se ha romantizado el deseo y la pasión, dejando de lado que también hay dinámicas enfermizas debido a cuestionan que los personajes no comparten con los otros personajes; lo que está sucediendo muy adentro es canalizado mal y se alcanza la violencia en términos físicos".
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"Es una obra muy rica, pero hubo que entrar a ella desde lo más íntimo que tiene y no desde el éxito que ha tenido a través del tiempo", continúa. Al retomar las influencias del montaje, que paradójicamente parecen alejarse de la obra y, de alguna forma lo ayudan a adentrarse en ésta desde un sello particular, un camino distinto, del Río recuerda que la actriz Marina de Tavira, quien le da vida a Blanche DuBois llevó a alguno de los ensayos un poema sobre una mujer que envenena, lenta y paulatinamente, a su esposo dándole diario un trozo de pan con mermelada. Como no es posible conversar con Williams, encontró estos asideros y puntos que detonan un imaginario en torno a un clásico demasiado impregnado en el universo del cine y del teatro.
"Un tranvía llamado deseo" podrá verse del 3 de agosto al 1 de septiembre (miércoles a domingo, 19:00 horas) en el Teatro Julio Castillo.
melc