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Dos semanas después de una ilusión óptica que rodeó de agua a la Pirámide del Louvre , el artista francés JR reaparece en el Caribe : para la Bienal de La Habana que se inaugura el viernes, despliega la imagen gigante de un niño cubano espiando entre los techos de la ciudad.
En una entrevista con la AFP , la estrella mundial del collage fotográfico reivindica "una relación directa con el trabajo y nada sofisticada" que se plasma en este proyecto que viste una pared del barrio chino de La Habana, por invitación del italiano Lorenzo Fiaschi, director de la galería Arte Continua.
La idea de este trabajo, la imagen de un niño pequeño descalzo, pegada de forma horizontal con la cabeza sobresaliendo del muro, para mirar más allá, fue una inspiración "muy simple", asegura el artista de 36 años, quien lleva su habitual sombrero y gafas negras.
Detrás de este muro amarillo se pueden ver los derruidos techos del centro de la capital cubana.
Así que tenía que ser una fotografía de "alguien que mira", explica. "Había un niño que estaba en el balcón (de una casa vecina), y que estaba mirando. Le preguntamos si podía bajar y le pedimos que hiciera lo mismo, como si estuviera mirando por encima de una pared. Se puso de puntillas e hicimos la foto", detalla JR, quien oculta su identidad bajo esas iniciales.
Este niño, de unos 10 años, vino esta semana para ver el resultado final.
Descubrirse gigante "le hizo reír, pero sin sentirse muy emocionado ... su madre tenía un teléfono y no tomó una foto", dice JR.
"Francia o Estados Unidos son países donde la gente está acostumbrada a la autodifusión, a través de la imagen, vía los selfies, por ejemplo, con celebridades de tamaño natural", explica. Pero esto no ocurre en la isla, gobernada hace seis décadas por un sistema socialista.
"Cuando no creciste con eso, el impacto es completamente diferente", considera.
En Cuba, la noción de espacio público tiene una connotación particular: no hay anuncios o publicidad en las paredes, sino mensajes de defensa de la revolución que encabezó Fidel Castro en 1959, o los retratos de sus compañero s Ernesto "Che" Guevara y Camilo Cienfuegos.
El artista francés dice que esto sirve para descansar un poco. "Cuando vuelvo a París o Nueva York estamos llenos de anuncios en todas partes, aquí nuestra mente se permite pensar, soñar", admite.
Para los cubanos, ver sus paredes así vestidas de arte contemporáneo, todavía es bastante nuevo. "Cuando vine a hacer un proyecto aquí para la Bienal de 2012, coloqué retratos de personas mayores en 15 o 20 muros de la ciudad", recuerda JR.
"Fue la primera vez que otros retratos, aparte de los del Che, Fidel o Camilo, se agrandaron en las paredes y fue fascinante porque la gente preguntaba: 'No reconozco ¿Quién es, Fidel o el Che?', y yo les decía, no, es José que vive en aquella esquina", cuenta.
El terreno favorito de JR es la calle. En 2008 vistió las paredes de una favela en Rio de Janeiro con retratos de mujeres.
"Pegar (fotos) en las calles permite tener una relación directa con los habitantes y también tener una conversación alrededor del arte fuera de cualquier marco, cualquier museo, cualquier estructura", dice.
En La Habana, su trabajo requiere "ir más allá de la pared, sobrepasar la pared", así como la cabeza del niño sobrepasa el muro. "Y esta imagen, cuando la giramos, es la ciudad que está de lado y el niño se reclina para mirar todas sus capas", explica.
¿Cuánto durará? "Depende del sol y la lluvia", Pero "siempre es efímero", agrega.
Su collage en la Pirámide del Louvre sobrevivió solo unas pocas horas, lo que provocó muchas reacciones en Francia. "Dejamos que 50.000 personas caminen hasta destruirla, es parte de la obra. ¿Cuándo en tu vida tendrás la oportunidad de caminar sobre la obra de un artista y romperla?", confiesa.
Su historia con Cuba no se detiene: JR prepara un gran mural de habitantes de la isla, como su trabajo sobre los de Montfermeil (en los suburbios de París), expuesto en el Palacio de Tokio en París; y aquel sobre los habitantes de San Francisco, presentado el próximo mes en el Museo de Arte Moderno de esa ciudad estadounidense (SF Moma).
"Es un trabajo titánico, lleva dos años, así que voy a volver a trabajar en profundidad en todo el país. Esto sería para el Museo de Bellas Artes de La Habana, la idea es un mural donde también podamos escuchar historias de cada persona", piensa.
akc