Buenos Aires. —Lo que comenzó como un seguimiento difuso hace 10 años terminó en un hallazgo insólito. El retrato de dama, del italiano Giuseppe Ghislandi, confiscado en 1940 de la galería del comerciante Jacques Goudstikker en Ámsterdam durante la ocupación nazi, fue detectado en una casa de Mar del Plata gracias a la persistencia de un equipo periodístico del diario neerlandés Algemeen Dagblad (AD). La escena clave no fue en un archivo secreto ni en un museo, sino en la página web de una inmobiliaria.
Peter Schouten, periodista de AD, explicó a La Nación que el equipo llevaba más de 10 años detrás de la pista de Friedrich Kadgien, un funcionario nazi que, tras la guerra, huyó a Suiza, luego a Brasil y finalmente se instaló en la Argentina, donde murió en 1978. Se sospechaba que Kadgien había traído cuadros y joyas expoliadas a familias judías en los Países Bajos. “Siempre hubo dudas sobre Kadgien, se sospechaba que había robado obras de un coleccionista muy influyente en Holanda”.
Los intentos por parte de los neerlandeses de conversar con las hijas de Kadgien también se remonta a una década, sin éxito. Pero este año, al cumplirse el 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, decidieron intentarlo otra vez. Aprovechando que Schouten es corresponsal de varios medios de Países Bajos en Buenos Aires, desde AD le pidieron que viajara a Mar del Plata, con la dirección de una de las hijas de Kadgien. Nadie atendió. “Vimos una sombra en el pasillo, pero no nos abrieron. Notamos un cartel enorme que decía ‘se vende’. Le saqué una foto para recordar el dato de la inmobiliaria. Cuando scrolleamos en el sitio web, encontramos la casa y en la foto número cinco estaba el cuadro, colgado sobre un sillón. No lo podíamos creer”. Esta publicación ya no está disponible.
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La imagen, cuenta Schouten, fue enviada a Cyril Rosman y John van den Oetelaar, periodistas que hace 10 años siguen este caso, quienes de inmediato se comunicaron con los especialistas de la Agencia del Patrimonio Cultural de los Países Bajos, que cotejaron el material con sus registros. “No podían confirmarlo al 100%, pero todo cuadraba: las dimensiones, la paleta, la composición”, explicó. Poco después, Schouten obtuvo la confirmación de que el cuadro efectivamente seguía colgado en la casa.
Los intentos de diálogo con la hija de Kadgian que puso en venta la casa fueron en vano.
La noticia ya fue transmitida a Marei von Saher, nuera y heredera de galerista Jacques Goudstikker, que desde hace casi tres décadas encabeza un reclamo internacional para recuperar las piezas de la colección familiar. “Ella está feliz y emocionada con este descubrimiento, y sigue luchando por la recuperación del arte robado. Tiene 81 años”, señaló el periodista.
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El hallazgo en Mar del Plata confirma que las huellas del saqueo cultural nazi ocurridas en la Segunda Guerra Mundial todavía están presentes. Obras que desaparecieron en los años 40 siguen reapareciendo en lugares inesperados, recordando que aquel expolio no terminó con la guerra, sino que aún atraviesa fronteras y generaciones.
“No está el cuadro en la casa”
Luego de ubicar el cuadro en la la vivienda de Patricia Kadgien, en la calle Cardiel del barrio Parque Luro de Mar del Plata, se realizó un allanamiento que, al final sabía a resultado negativo apenas efectivos de Policía Federal Argentina y funcionarios judiciales dieron los primeros pasos en el chalet del barrio Parque Luro y apuntaron las miradas sobre la pared del living donde esperaban encontrar la obra robada, pero lo que había en su lugar era un tapiz de generosas dimensiones, con motivos de paisaje y caballos.
“No está el cuadro en la casa”, confirmó a La Nación el martes por la noche el fiscal Carlos Martínez, que participó de la diligencia.
Los investigadores se quedaron con la sensación firme de que la escenografía del inmueble había tenido modificaciones. Se tomó registro de marcas sobre la pared que evidenciaban el paso de otro tipo de decoración justo donde se había visto el cuadro. “Está claro que donde encontramos un tapiz antes y no hace mucho había otra cosa”, aseguró un investigador a La Nación.
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La propietaria de la casa es Patricia Kadgien, quien con su pareja son blanco de esta investigación judicial, aunque por el ahora no hay imputación formal, pero, en caso de confirmarse que tienen esa obra, se exponen a un proceso por encubrimiento de contrabando. Si bien el hecho data de los 40, el robo se dio en el contexto del genocidio nazi y eso lo hace un delito imprescriptible para la justicia internacional.
Por ahora se sigue acopiando información para dar con la obra.