El escritor se aventuró a explorar la vida de , emperatriz del Segundo Imperio Mexicano y esposa de Maximiliano, sin embargo, decidió hacerlo a través de una novela, para tener ciertas licencias literarias que le permitirían explorar en ciertos aspectos de la vida de este personaje, como, por ejemplo, su supuesta locura.

La novela es contada por un personaje que también padece de locura, que describe las penurias de Carlota desde una mirada errática. Además del estudio histórico del personaje, Trueba Lara necesitaba una forma de “meterse” a la vida íntima de la corta, narra en entrevista con .

“Tomar a una loca ‘desmecatada’ para que te cuente los chismes, me parece una buena idea y aparte eso me daba una segunda oportunidad, que Carlota, que termina por supuesto loca, fuera contada por otra loca, lo que vuelve normal todo. Entonces, por más cosas raras que hiciera Carlota, se ven normales a los ojos de esta otra loca”, detalla Trueba Lara.

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Algo apasionante de la confección de esta novela, cuenta el escritor, es que el historiador de oficio no podría capturar esta locura como si lo puede hacer la literatura y lo poético.

“Creo que el historiador común tiene la obligación de demostrar absolutamente todo lo que dice. En cambio, el novelista tiene una ventaja sobre eso. La literatura queso gruyer, está llena de hoyitos. Entonces, el historiador, cuando se topa con el hoyo, ya se amoló la cosa. A mí me da igual si es que faltó información, se perdió, la quemaron, lo que haya sucedido, es lo de menos. En cambio, el novelista tiene la capacidad de llenar estos pequeños agujeritos, o grandes agujeros, con una cierta coherencia.

“Es decir, lo que inventa el novelista no es una locura, sino está más o menos sustentada en los posibles hechos que hay alrededor Entonces, es digamos una suposición bien fundada”, detalla el autor.

En la novela, la locura se explora en dos sentidos, uno en el camino de la politica, y otro en el sentido amoroso, cuando se da cuenta que Maximiliano está con ella por interés.

“Imagínate que tú vives allá en Miramar, te la pasas a todo dar, eres genial, pero de pronto te atrapan ahí unos señores y te dicen ‘vete a gobernar un país del otro lado del mundo’, y tú, aceptas. Perdón, hay que estar chiflado”, cuenta Trueba Lara.

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Y agrega que una de las principales afecciones de Carlota fue su relación con Maximiliano. “Una segunda locura es cuando Carlota empieza a descubrir que todo lo que ha soñado se desmorona. En realidad, se da cuenta que Maximiliano está con ella por interés, se da cuenta también que este imperio que se había imaginado se desmorona por todos lados. Y de pilón que la gente se burla de ella”, señala el escritor.

Otros aspectos que se narran en la novela es la posible bulimia de Carlota, así como la forma en que vivía en el Castillo de Chapultepec, también el uso de sustancias como el opio y las cartas que la emperatriz escribió cuando su locura comenzó a agravarse.

“Fíjate que yo creo que cuando una literatura funciona es que la escribimos con todo el cuerpo. ¿Qué quiero decir con esto? Si el proceso de escribir una novela fuera estricta y absolutamente racional, quedaría una novela francamente aburrida, o sea, no habría gran distancia entre ella y un ensayo o un libro de historia con todas las de la ley”, concluye Trueba Lara.

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melc

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