Xpujil, Campeche.— Ante la falta de presupuesto para la contratación de personal especializado, militares de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) fueron la mano de obra para reubicar los 12 monumentos arqueológicos que conforman el complejo Los Monjes, vestigio arqueológico hallado durante la construcción del Tramo 7 del Tren Maya en la comunidad de Xpujil, cabecera municipal de Calakmul, Campeche.
EL UNIVERSAL visitó esos trabajos de reubicación a finales de julio, momento en que personal castrense junto con albañiles realizaban los acabados y detalles finos de esos basamentos mayas. Estas labores eran supervisadas de manera permanente por dos arqueólogos que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) asignó a las obras, y de forma más espaciada por capitanes de la Sedena y por el arqueólogo Manuel Pérez Rivas, coordinador del salvamento arqueológico del Tren Maya.
Esa estación del tren se ubica a 2 kilómetros del centro de Xpujil, esto es, a 5 minutos en automóvil y a unos pasos de la carretera que lleva a la zona arqueológica de Calakmul. Es decir, es una infraestructura visible para cualquier persona que transite por el lugar. En esa estación del Tren Maya, que lleva el mismo nombre de la comunidad, la Sedena adaptó un gran patio al aire libre para reubicar el complejo Los Monjes ya que, por sus dimensiones, el INAH decidió no preservarlo in situ para evitar modificar el trazo del tren.
Los Monjes fue un espacio ceremonial maya del Clásico Tardío (entre 600 a 900 d.C), donde existieron viviendas, cuartos abovedados y salones con pisos estucados llamados “salones de concejo”, en los que gobernantes, junto con sus colaboradores, se sentaban a discutir asuntos administrativos.
“(Las reubicaciones) son como el templo de Abu Simbel (en Egipto), que se exploró y no hubo manera de dejarlo ahí… aquí (las estructuras) estaban sobre varios puntos del trazo de Xpujil”, comentó Pérez Rivas.
El arqueólogo también señaló que estos trabajos siguen todos los protocolos de conservación, así como en Europa se siguieron “después de la guerra” al “reconstruir todos los edificios históricos”.
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Sin recursos del INAH
En el área de los trabajos arqueológicos el tarareo de los militares de la cumbia “Llorar” se mezclaban con el ruido del motor de la pequeña revolvedora de concreto y con las palas que jalaban cemento y arena para formar un mortero que después trasladarían en carretillas para pegar las piedras de los antiguos muros mayas que fueron desarmados hace un año.
Aunque este diario sólo observó a un arqueólogo, Pérez Rivas aseguró que eran tres profesionales laborando, sin embargo, antes hubo seis. La disminución la justificó diciendo que los arqueólogos ya sólo estaban “coordinando a los albañiles con los modelos constructivos”, apoyados de un topógrafo para restituir la posición de los 12 monumentos.
No obstante, el motivo de la reducción se debió a la asignación de menos presupuesto.
“En esta etapa, digamos, se acabó una parte del recurso, ahorita de manera excepcional, con la idea de dar avance, el frente dio personal militar; hay algunos albañiles, había mucha más gente, pero ahorita ya no queda tanto recurso”, explicó el especialista.

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¿Aquí no trabajan restauradores?, se le preguntó. “En Chetumal tenemos restauradores. Pero, por ejemplo, aquí se capacita a gente para que haga los piveteos y acabados”, respondió.
¿Cuánto recurso fue para estos trabajos?, se le cuestionó. “Como todos estos apoyos los dan en especie, nosotros tenemos un estimado, un volumen de qué tenemos en costo. Ahí es la Defensa. Nosotros pedimos: necesitamos cinco albañiles, tantas toneladas de sascab, pero ya el costo real ese sí lo está otorgando Tren Maya y Sedena”, indicó.
Pérez Rivas comentó que el desarmado, traslado y rearmado de Los Monjes, así como de otros 41 monumentos (36 en Chetumal, tres en Calakmul y dos en Escárcega) “fue complejo” porque implicó una exploración minuciosa para tener un registro milimétrico hecho con topografía y fotogrametría. También numeraron cada piedra de las estructuras, números que al momento de la visita aún se apreciaban. “Es como hacer un rompecabezas. Se marcan, se desmantelan, se quitan los rellenos y todo se traslada al nuevo sitio”.
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¿Cómo hacen ese traslado?, se le preguntó. “En camas planas o en volteos. La piedra se apila, se pone piedra por piedra, se trae y descarga”. Esa reubicación fue una labor que se les enseñó a los militares, reconoció.
“Esto lo hacen los albañiles especializados. Aquí fue difícil porque realmente traemos albañiles que vienen de otros pueblos, pero es muy difícil traerlos. Y entonces aquí se capacitó albañiles, pero también personal militar. Hay gente que ya le agarró. Tienen cuatro semanas trabajando y ya le agarraron a los procesos. Y están yendo muy rápido”, afirmó.
EL UNIVERSAL no pudo observar los modelos digitales ni los planos de Los Monjes hechos milimétricamente en su ubicación original ya que no estaban visibles en el patio. En tanto, un capitán militar pidió a este diario no difundir contenido gráfico ni escrito del personal de la Sedena en Xpujil.
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Arqueología militarizada
La participación de militares en la reubicación de Los Monjes no es el primer caso mencionado en medios de comunicación sobre personal de la Sedena llevando a cabo labores arqueológicas ni la primera vez que el INAH reconoce la participación castrense, pero esta es la primera vez que un medio registra en imágenes el trabajo de tropa militar que sustituye a mano de obra calificada y remunerada.
El pasado 15 de agosto se dio a conocer (en el medio digital Fábrica de Periodismo) que investigadores del INAH presentaron una denuncia ante la Fiscalía General de la República por la reconstrucción y reubicación ilegal de 47 monumentos arqueológicos en el Parque Balam Tun, en Chetumal, Quintana Roo. A ello el INAH respondió que fue un proceso en coordinación con la Sedena para trasladar 36 monumentos “conforme a la normatividad vigente y bajo lineamientos nacionales e internacionales de conservación y salvaguardia del patrimonio”.
En septiembre de 2024, EL UNIVERSAL dio a conocer el cuaderno de trabajo “La construcción del Tren Maya y la destrucción del patrimonio en la Península de Yucatán”, del investigador Juan Manuel Sandoval, donde detalla la presencia de militares en tareas de salvamento.
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Antes, en mayo de 2023, el entonces director del INAH, Diego Prieto, dijo en la conferencia matutina que para las tareas de salvamento arqueológico del Tramo 7 se implementó un dispositivo especial que permitió “en un lapso de 14 semanas obtener el visto bueno, gracias a la incorporación de más 500 elementos de tropa” que proporcionó la Sedena.
En ese mismo mes, Diego Prieto se reunió en las instalaciones del Centro INAH Quintana Roo con el mayor José de Jesús Cantoral Herrera para coordinar las obras del Programa de mejoramiento de zonas arqueológicas (Promeza), mayor que durante la construcción del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) fungió como encargado de la mesa de salvamento arqueológico y paleontológico.

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