Contrario a la constante de que desaparecieron tras la crisis económica en años pandémicos, al menos hay tres proyectos de enseñanza de actuación que vieron la luz en ese periodo y comparten características: fueron hechos o cuentan con la participación de figuras del mundo del que conocen los procesos de enseñanza; y son proyectos con sus propios ángulos pedagógicos y en los que los jóvenes ya se han insertado en el mundo del teatro.

Uno de estos casos es el del Conservatorio de Actuación (Colima 388, Roma Norte), que nació en 2021 en sociedad con la preparatoria artística Sunland. Fundado por Diego del Río, director y dramaturgo, y Evan Regueira, actor y director, el proyecto tuvo como una de sus prioridades iniciales el cuidado de la salud emocional, la dignidad y la integridad, explica Del Río:

“Incluso tenemos una materia que se llama Dignidad Humana, nacida de la necesidad específica de tener un ambiente seguro y prácticas que, si bien sean sí rigurosas, mantengan un espíritu de cuidado en el proceso con cada alumno”.

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El Programa de Formación Profesional en Actuación atiende necesidades que otras escuelas no cubren, como la revalidación en la carrera. Foto: Fernanda Rojas / El UNIVERSAL
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El Conservatorio nació porque Regueira y Del Río, quienes han trabajado en equipo desde hace varios años —“dimos clases juntos en otras escuelas en algún momento”— desearon crear un proyecto en el que la atención pudiera ser mucho más personalizada con grupos pequeños, acompañamiento cercano y humano, sin dejar de lado el rigor.

“En plena pandemia, nos asociamos con Sebastián y Nicolás Aguilar, dos hermanos que tienen un proyecto artístico maravilloso llamado Sunland, que es una preparatoria artística incorporada al Colegio Sierra Nevada —por eso es el Conservatorio de Actuación en Sunland—. Nos asociamos con ellos y empezó a cobrar forma lo que tenemos en el Conservatorio, que son dos programas de trabajo”. Uno de estos programas data de agosto de 2021 y es a nivel licenciatura (tres años y medio de duración) y su perfil de ingreso no exige necesariamente una formación previa, aunque la audición puede revelar potenciales y vocaciones; el otro, el Programa de Perfeccionamiento Actoral, surgió en enero de ese mismo año y es un intensivo de nueve meses al que ingresa gente que ya estudió una carrera o lleva varios años dedicándose profesionalmente a la actuación, o gente que empezó a estudiar la carrera y por algún motivo no concluyó y saltó directamente al mundo actoral.

Del Río continúa: “Tenemos una sensación de que nadie te puede enseñar a actuar, pero sí puedes aprender actuación y los dispositivos y las técnicas que vamos desarrollando a lo largo del viaje tienen que ver justo con ir detonando la propia investigación. Un perfil muy particular de desarrollar un instrumento actoral en un punto, digamos, de libertad total después de mucha investigación con el cuerpo, mucha investigación sensorial, entrar en un proceso en donde el cuerpo acompaña al intérprete, sea un cuerpo libre, un cuerpo disponible, un proceso profundo, digamos, de reconocimiento de la propia capacidad de actuación”.

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El cuidado de la salud emocional, la dignidad y la integridad tienen un papel prioritario en los métodos de enseñanza del Conservatorio de Actuación en Sunland. Foto: Fernanda Rojas / El UNIVERSAL
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Entre los maestros que forman la plantilla docente están David Gaitán, Cristian Magaloni, Diana Sedano, Carolina Politi, Aída del Río y Alejandra Chacón.

“Empezamos con 20 alumnos en el Programa de Perfeccionamiento actoral. Ese programa ha mantenido esas cifras cada año. En promedio audicionan 40 personas y de esas 40 conformamos el grupo de 20. En la carrera tenemos ahora cuatro grupos: primero, que tiene 10 personas; segundo, igual con 10; tercero, con ocho, y cuarto con cuatro”. Entre los egresados del Conservatorio destacan Clemente Vega, Fabiola Villalpando, Nidia Bermejo y Mel Fuentes.

Uno de los proyectos privados más interesantes es la Escuela Libre de Artes Escénicas (Varsovia 9, Juárez), que también arrancó en 2021: “La escuela surgió realmente acerca de una reflexión prolongada por parte mía y de Enrique Singer, que somos los fundadores y directores de la escuela, acerca de la docencia de la actuación en el país, muy en base a nuestra experiencia; primero como en nuestra formación propia, por una parte, y por otra parte, en muchos años de haber dado clases de actuación en casi todas las escuelas que existían en ese momento, estamos hablando del CUT, CasAzul, la ENAT, entre otras; en fin, dimos clases en casi todas las escuelas, o ambos o uno de los dos. Y llegamos a la conclusión de que, digamos, en nuestra experiencia personal, el aprendizaje más importante había sido un aprendizaje práctico sobre las tablas. Finalmente, nada se equiparó a la práctica de actuar. Y fue ahí donde realmente aprendimos, mucho más que en la escuela, mucho más que en las clases que nos dieron ciertamente bases y cosas”, cuenta su director Alberto Lomnitz.

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La propuesta de la escuela, cuya sede está en el Teatro Varsovia, es original por su proceso de selección de alumnos: “El otro pilar muy grande tiene que ver con que sea una escuela realmente inclusiva. Que no solo sea inclusiva en cuanto al alumnado y el equipo docente, sino en términos de su visión de lo que es el teatro. En términos de alumnado, tiene que ver sobre todo con el tema de los sistemas de admisión a las escuelas, que son filtros que inevitablemente nacen de prejuicios”.

Si alguien va a filtrar, explica, quién puede entrar a una escuela o no, es porque existe una preconcepción de quién puede ser actor y quién no: “Y eso es algo que nosotros rechazamos. Nosotros no somos nadie para poder decir quién puede llegar a ser actor o actriz y quién no. Nuestra política es que abrimos la puerta a todos y creo que será nuestro plan para siempre. Estamos en un plan de básicamente llenar el cupo y ya nos reservamos”, abunda y ahonda que con inclusión se refiere a perfiles que quizá serían rechazados de otras escuelas por no considerarse los óptimos o los ideales para ejercer el oficio de actor.

También detalla que hay una audición que se hace, que sirve para evaluar el nivel de compromiso de los futuros alumnos con la carrera para los siguientes tres años, y que, en el terreno pedagógico, les importa la congruencia para que las materias se sostengan en cada semestre. Entre sus tutores ha habido figuras como José Caballero y Mauricio García Lozano.

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En la pandemia, entre varios proyectos que se llevaron a cabo en el inmueble de La Teatrería (Tabasco 152, Roma), la directora de reparto y actriz, Viridiana Olvera, decidió hacer un acompañamiento a los alumnos de un grupo suyo que iba a desintegrarse “para que no se quedaran sin escuela”. Fue en el segundo semestre de 2020 y este proyecto inicial, en el cuarto piso de La Teatrería, se convirtió en el Programa de Formación Profesional en Actuación. Lleva cinco generaciones porque algunos alumnos se inscribieron para completar lo que les faltaba. La particularidad del Programa fue, justo, atender que muchas instituciones no ofrecen opciones de revalidación. O alumnos que terminaron una licenciatura, pero quieren perfeccionar lo aprendido con alguno de los maestros en grupos pequeños y acompañamiento personalizado: “El programa está hecho para actuación, pero lo cierto es que todos los que nos dedicamos a esto sabemos que aprendemos a hacer muchas cosas y que tenemos que hacer muchas cosas. Yo soy la directora, pero al mismo tiempo con mis compañeras de compañía soy productora, Paula Watson es actriz y directora, Juan José Tagle es escenógrafo, iluminador, actor y director. Entonces, se trata de acompañarlos en todos los sentidos. Nuestra línea principal es la actuación, pero si te quieres dedicar a las artes escénicas, tienes que saber un poco de todo y haciéndolo es la mejor manera para descubrir qué te gusta hacer, qué te apasiona de todo esto”, concluye Olvera.

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