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Mapa de Producción de la República Mexicana (Rutas Marítimas), pintado por Miguel Covarrubias, estuvo dañado y embodegado por 40 años y apenas hoy se le da una segunda oportunidad al ser sometido a una exhaustiva restauración para su futura exhibición.
El mural formó parte de la propuesta artística del Museo del Prado, donde también se encontraba el icónico mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, de Diego Rivera, junto a creaciones de Roberto Montenegro y Gabriel Fernández Ledesma. Con el terremoto del 19 de septiembre de 1985, el Hotel del Prado se dañó y fue demolido, mientras que la obra de Covarrubias se rompió y perdió su soporte, por lo que fue almacenado sin recibir atención. Éste no corrió con la misma suerte que la obra de Rivera, aunque sí le fue mejor que al trabajo de Montenegro y Ledesma, que se perdieron tras el sismo.
Ahora, un equipo del Centro Nacional Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam) trabaja para que esta obra de Covarrubias, que ilustra las rutas marítimas del país, esté listo para su próximo hogar, que será en el Museo Nacional de Arte (Munal), donde se exhibirá a partir de 2026.
Jacobo García Cruz, quien lidera al equipo de restauración, explica en entrevista que el mural continúa en la primera etapa de intervención, con miras a concluir en este mes, que consiste en estabilizar la obra, que está hecha sobre paneles que fibracel: “un material que tiende a ladearse y a tener roturas por mal manejo”, detalla el experto. El siguiente paso consistirá en la reposición de faltantes y resane para nivelar los planos.
“Algunas secciones de fibracel se rompieron y quedaron mutilados y estamos en proceso de reposición de esos faltantes”, añade García Cruz sobre la obra que mide 4.80 metros de alto por 8.50 metros de largo y pesa 500 kilos.

Otra parte a trabajar es la reintegración del color del mural: “Conforme a la información que se tenga de la obra de cuando la pintó el maestro (Covarrubias), se hace una reproducción sobre estos faltantes, de los trazos de composición, de los elementos que aparecen según el tema y según la información, se hace la reintegración de color”.
Antes de iniciar el proceso, García Cruz cuenta que se debe hacer una investigación porque aun cuando a primera vista pueden identificar que se trata de una obra hecha al temple, “se hacen los estudios para saber qué tipo de aglutinante utilizó el maestro para poder efectuar su trabajo”. El conservador Jacobo García Cruz señala que este proceso no implica hacerlo del mismo tono que el original, pues los criterios de reintegración indican que deben hacerse “un tono debajo” al que usó Covarrubias para que se distinga cuál es el trabajo que hizo originalmente el artista y cuál es la parte que se restauró:
“El espectador, viéndolo a una distancia cercana, se dará cuenta de que esas partes son reproducciones. Sin embargo, si se aleja, lo podrá apreciar en su totalidad, en conjunto, como la dejó el maestro”.
El dar color a la obra forma parte de la tercera etapa a la que será sometido el mural, una que se realizará una vez que la obra ya esté colocada en su nuevo hogar.
