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Carmen Vázquez Hernández (9 de julio de 1958) es una artesana chiapaneca que trabaja con jóvenes para que se preserve la técnica original de la elaboración del telar de cintura y también para que no caiga en desuso la lengua tzotzil.
Ella es la quinta de cinco hijos, todos nacieron en Venustiano Carranza (antes San Bartolomé de los Llanos), uno de los 119 municipios de Chiapas.
Desde niña, Carmen estuvo en contacto con la fabricación del telar de cintura, técnica ancestral que consiste en la elaboración de prendas de vestir que se caracterizan por tener múltiples figuras y colores.
Cuando tenía 10 años, su mamá y hermanas comenzaron a enseñarle cómo bordar. Actualmente da clases en el Colegio de Bachilleres (Cobach) 235 “Venustiano Carranza”, de Chiapas. Sin embargo, las clases de Carmen también se caracterizan porque habla a sus alumnos en español y tzotzil, su lengua materna.
“Les hablo en tzotzil. Tengo dos misiones, por un lado que la lengua no se pierda y tampoco la tradición del telar de cintura, que también es una forma de comunicarnos porque en cada prenda se refleja nuestro pensamiento. Es importante continuar con esta técnica porque es la cultura de nuestro pueblo”, dice en entrevista la artesana galardonada con el Premio Nacional de Artes y Literatura 2019.
Una vida de compartir el conocimiento
Carmen Vázquez trabajó de 2003 a 2009 en el Albergue Narciso Mendoza, donde impartió talleres y clases a niños. Actualmente pertenece a la cooperativa Chis Ka Nal, que se puede traducir como “Las estrellas con espinas”, junto a un grupo de mujeres.
Además de la cooperativa, Carmen trabaja en el Cobach 235 “Venustiano Carranza”, da dos clases a la semana, de una hora cada una.
En cada clase, la artesana comparte su conocimiento de cómo iniciar un telar, pero dice que apenas es un poco de lo que les enseña, pues sabe que algunos seguirán en otros estudios, aunque lo hace también para que quienes deserten vean otras posibilidades.
“Los alumnos deben de tener interés, pues al final del día es otra clase y se les evalúa como tal. Principalmente doy estas clases para que se continúe con esta técnica que representa la cultura ancestral de nuestro pueblo”.
Las clases de Carmen también se caracterizan porque habla a sus alumnos en tzotzil, su lengua materna, por lo que, dice, tiene dos misiones: preservar el telar de cintura y la lengua tzotzil.
“Estoy dedicada a la elaboración del telar de cintura y a la enseñanza del tzotzil. Cuando monto un telar frente a mis alumnos me doy cuenta que algunos jóvenes hablan tzotzil y los invito a que nuestra lengua no se pierda y que no les dé pena a dialogar en tzotzil porque me he dado cuenta que les da pena hablar en esa lengua”.
La enseñanza del tzotzil es sólo de forma oral, pero les insiste que no deben sentir vergüenza, sino que al contrario, deben sentir orgullo, aún más porque es una forma de comunicación practicada por pocos.
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“Existe un riesgo de que desaparezca el tzotzil, hay pocos hablantes, sobre todo porque los jóvenes lo escuchan pero no lo hablan, mi trabajo en la escuela consiste también en invitarlos a hablar. En mi lugar de trabajo soy la única indígena”.
Carmen es la menor de cinco hijos, se crió en una sociedad diferente, en la que, dice, los papás no creían que la mujer debía estudiar. Sin embargo, ella desafió ese pensamiento y le pidió a su mamá que la inscribiera en la escuela a escondidas de su padre. Sólo pudo concluir hasta cuarto de primaria.
“Cuando mi papá se enteró que iba a la escuela, dijo que tenía que empezar a trabajar, porque hacer el telar de cintura es un trabajo”.
Carmen aprendió a hablar español a los ocho años, durante su paso por la escuela primaria. Después inició su aprendizaje del telar.
Lo primero que aprendió fue que para cualquier textil, ya sea una servilleta, una blusa, una camisa o un rebozo, si hay un brocado (tipo de tejido) mal hecho, se tiene que deshacer y volver a realizarlo.
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En los textiles se bordan diferentes figurillas. En un inicio, recuerda, para tejer la figura de un rombo, requería hasta un día. Hoy, tras 50 años de práctica, Carmen Vázquez necesita sólo dos semanas para crear una blusa de uso diario, que tiene muy poco brocado; sin embargo, aclara que hay otras piezas para uso especial como lo es una boda, que requieren entre seis y ocho meses. Al reflexionar sobre el pago hacia su trabajo, la artesana sostiene que hay todo tipo de gente, pero que en Chis Ka Nal definen en conjunto un precio y “bajo ninguna circunstancia se baja”.
Sobre los casos de apropiación cultural indebida que han realizado diferentes marcas, Carmen cuenta que en una ocasión le propusieron vender sus diseños para unos tenis, pero no aceptó porque “le pertenece a toda la comunidad”.
“El diseño es de Venustiano Carranza, no es sólo trabajo mío”.
Agrega que hubo reuniones en el Instituto Casa de las Artesanías de Chiapas para informarles de las modificaciones a la Ley Federal del Derecho de Autor. “Todos los representantes de artesanos estuvimos de acuerdo con las modificaciones”.
El reconocimiento
Carmen Vázquez Hernández fue galardonada con el Premio Nacional de Artes y Literatura 2019 en la categoría de Artes y Tradiciones Populares, que le entregó el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El premio llegó después de 50 años de trayectoria: “Esta labor me la enseñó mi mamá desde muy chica. A los 10 años de edad inicié con esta forma de trabajo, pero como tejedora comencé hasta los 15 años. Mi humilde trabajo me ha ayudado a sacar adelante a mi familia, a mis hijos”.
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La artesana continuó con su labor y dice que nunca buscó reconocimiento alguno, hasta que María de Lourdes Ruiz, directora del Instituto Casa de las Artesanías de Chiapas, le notificó que había resultado ganadora del Premio Nacional de Artes y Literatura.
“Nunca me imaginé ganar este premio, es un sueño, pero este premio es compartido porque es el resultado de un trabajo en equipo. María de Lourdes Ruiz fue quien me propuso”, reconoce.
Recordar el momento en que recibió el Premio de manos del Presidente la hace sonreír nuevamente: “El Presidente me felicitó, esto es muy importante para mí porque me lo dio alguien a quien sólo había visto en televisión”.
Carmen señala que además del Presidente, también agradeció a Rutilio Escandón Cadenas, gobernador de Chiapas, así como a su familia y a Dios.
La artesana cuenta que antes sí usaban tintes naturales, pero ahora ya no, por lo que no descarta buscar que se recupere esa forma de trabajo; además expresa que le gustaría hacer un libro.