“Todos los que trabajamos con ella debemos estar muy orgullosos de haber compartido procesos creativos con una persona tan generosa; crear con alguien que tiene esa capacidad de dar fue un privilegio”, afirma la dramaturga y guionista Ximena Escalante sobre el deceso de la diseñadora de vestuario y escenografía, Tolita Figueroa (Ciudad de México, 1957), dado a conocer ayer por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL).
Hace tan sólo seis meses, los 40 años de trayectoria de Tolita fueron reconocidos con la Medalla de Oro Bellas Artes “por su colaboración en 163 producciones de teatro, danza, ópera, cine, video y multimedia”; un premio que recibió junto a su hermana María, con quien hizo una gran mancuerna de trabajo.
“Lo que más importa en la creación artística es la mirada. Tolita tenía una manera extraordinaria de entender la ficción. Ella leía un texto dramático e inmediatamente respiraba el alma de ese texto y encontraba la mejor solución para que la propuesta dramática tuviera vida”, continúa Escalante, quien, en 2000 trabajó con Tolita en la obra "Fedra y otras griegas".
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Al recapitular el trabajo de Tolita se mencionan películas que han pasado a la historia del cine nacional y de las que fue vestuarista, como "Santa sangre", de Alejandro Jorodowsky; "Cabeza de vaca", de Nicolás Echevarría, con la que estuvo nominada al Ariel en la categoría de ambientación en 1991; y "La invención de Cronos", de Guillermo del Toro; sin embargo, la creadora trabajó con figuras capitales de las artes escénicas, como Alejandro Luna, Héctor Mendoza y Luis de Tavira. El cantante Adán Jodorowsky, quien actuó en "Santa sangre" ,cuando tenía ocho años, cuenta que hace un par de días se preguntó qué sería de aquella mujer que trabajó con su padre y hacía vestidos alucinantes. Recuerda la creatividad y fuerza vital del trabajo de Tolita.
El director y diseñador de ópera Sergio Vela recuerdan la amistad y el trabajo al lado de las hermanas Figueroa, en puestas en escena como el estreno en México de Idomeneo, rey de Creta, de Mozart, en 1998 y, al año siguiente, “el estreno de la versión definitiva de la última ópera de Carlos Chávez, "The visitors". Estas no son las únicas experiencias que tuve con Tolita, son las que tuve como autor de puestas en escena, contando con su talento como diseñadora de vestuario”.
Para Vela, con su partida Tolita se convierte, sin duda, “en un punto de referencia en el quehacer de las artes escénicas de nuestro país en el transcurso de las últimas décadas. Un punto de referencia que, por supuesto, pues nutre y nutrirá no sólo a las generaciones actuales, sino a las futuras”.
El director, dramaturgo y teórico Luis de Tavira reconoce en Tolita que el punto de partida de su trayectoria es su formación como historiadora:
“El vestuario suele ser muchas veces el discurso que muestra concretamente toda una época, un mundo, un estilo; una artista plástica de un gusto excepcional, pero también con María, su hermana, fue creadora de una metodología que sistematiza el quehacer del diseño del vestuario en correspondencia y en diálogo con todo; es decir, no se fue por su lado. Todo el tiempo integró al concepto dramático, al espacio, fundamentalmente a la luz y el color, pero también al cuerpo de los actores. Su objetivo fue entrar en la metamorfosis del actor hacia el personaje y, por lo tanto, en la creación de los personajes y de los colectivos y de los mundos. Una artista excepcional que hay que celebrar y agradecer, que es otra forma de reconocer”.
De Tavira pide celebrar, “más que dolerme de la pérdida, que sí duele mucho”, el legado y su afirmación. “Lo que ha ganado el arte mexicano y, fundamentalmente, la escena nacional es su legado, que es fecundo e imprescindible. Pienso que hay que celebrar con alegría esa afirmación que supone su trabajo, que transformó de alguna manera el concepto y el ejercicio del diseño del vestuario porque lo integró a un concepto complejo, completo y correspondiente, que es el de la puesta en escena en la que ella se formó”.
Heredera, subraya, de uno de los grandes inventores del cine nacional, en su época más plena: Gabriel Figueroa. “Ella nace en este ámbito, lo respira y luego se forma a la vera de uno de los grandes propositores del teatro como puesta en escena, que es el concepto modernizador del teatro y lo integra como parte indivisible de la concepción del teatro como puesta en escena. El teatro no se trata de que cuente historias, el teatro se trata de inventar y crear mundos y, en ese sentido, Tolita era un de los cómplices brillantísimos e indispensables”.
Recuerda que su colaboración empezó en la época de Alejandro Luna en la dirección de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), en el montaje de Los enemigos, obra póstuma de Sergio Magaña. También trabajaron, en conjunto el propio De Tavira, David Olguín y Lorena Massa.
“Inmediatamente después de eso, trabajamos juntos en un homenaje, que me parece que es uno de sus trabajos más brillantes, a Alfonso Reyes, que se llamó La conspiración de la cucaña, un musical sobre los textos de Alfonso Reyes relativos al banquete y la cocina”.
Por su parte, la fotógrafa Paulina Lavista, quien compartió amistad con Tolita, afirma que el “cine mexicano y la comunidad intelectual, en general, están perdiendo a una artista exquisita, lindísima, con una gran inteligencia, un gran sentido del humor. Fue capaz de hacer vestuarios extraordinarios. Ella y su hermana trabajaron juntas. El trabajo de Tolita fue muy fino; fue capaz de diseñar, por ejemplo, el vestido de Aura para Mario Lavisa, un vestido precioso. Creo que fue una gran diseñadora, que junto con su hermana marcó una época maravillosa para la escena mexicana. Es lo que pierde México con la partida de Tolita. Nos deja su obra y nos deja su recuerdo”. Lavista cuenta que uno de sus proyectos, además, es realizar un documental sobre las hermanas Figueroa.
El escritor Hugo Hiriart, quien también trabajó con ella y fue su amigo, dice que “era capaz de muchas cosas, en muchos niveles diferentes. Tolita era un encanto, era una mujer extraordinaria, muy femenina y gozosa de la vida. Qué lástima. Trabajé con ella muchas veces y le tenía mucho aprecio”.
En 2007, Tolita junto con María, fueron reconocidas como dos de las mejores diseñadoras de vestuario del mundo en la Cuadrienal de Praga.
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Para Escalante, “la razón por la que su trabajo merece y merecía tantos premios es porque trabajaba y estudiaba mucho y, después de eso, porque fue muy original, muy auténtica, no seguía cánones, modas o tendencias; era fiel a su propia creatividad y su mirada. Me parece que es una combinación monumental: estudio y originalidad”.
El esmero, el detalle y la minuciosidad del trabajo de las hermanas Figueroa a la hora de crear diseños y figurines es calificado por Sergio Vela con admiración: “Como el de una artesanía primorosamente ejecutada, obedecía también a las necesidades dramáticas de un texto, fuera teatral u operístico, de tal manera que la presencia de Tolita en los escenarios donde trabajó en México y en el extranjero dejó una huella imborrable (pienso en Las ceremonias del alba, de Alejandro Luna)”.
Vela recuerda que en la Galería 526 del Seminario de Cultura Mexicana puede verse la muestra titulada Tercera llamada, hasta el próximo domingo 2 de febrero; una exposición iconográfica conformada por 50 piezas, “que incluyen dibujos, bocetos, vestuarios y segmentos de obras en video” para recapitular la trayectoria y el legado de las famosas hermanas. Una forma de darle el último adiós a “una cómplice fundamental en la construcción de nuestro teatro”, dice De Tavira.