tuvo su primer novio en y le dedicó poemas y cartas. Él era , hijo de don Ciro Robles, quien tenía su casa en los lindes del barrio de La Lana, habitado por artesanos que fabricaban rebozos, cobertores, manteles y servilletas.

Guillermo y Rosario se conocieron en la escuela secundaria en 1937, cuando ella tendría 14 años y él 16. A Comitán, donde estudió la escuela primaria, retornó después de haber cursado el primer año de secundaria en Ciudad de México. Al lugar en el cual vivió unos 11 años lo describió como un “pueblo completamente inverosímil, totalmente improbable”. “Pasan unas cosas”. “(…) el 4 de agosto celebran la fiesta de Santo Domingo, patrono de la población. Se organiza entonces una feria que es la más animada de todo el año. (La que le sigue en orden de animación es la del 20 de febrero, día de San Caralampio. No es broma. Así se llama el santo y le tienen una gran devoción y una espantosa iglesia).”

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Los adolescentes se conocieron y entablaron un noviazgo corto que motivó a Rosario para escribir poemas y cartas a Guillermo Robles, quien vivía en lo que hoy es la 2ª Calle Sur Oriente y que a 20 pasos tenía como vecinos a Ofelia Abarca Muñoz y Delina Muñoz, hija y prima del artesano Amador Abarca, y más adelante a otro, Rubén Moreno. Ahí comenzaba el barrio de La Lana o de Los Laneros.

Olivia Bonifaz asegura que Rosario llegó a Comitán cuando tenía tres años de edad, pero entre niñez y adolescencia vivió en dos casas, una en la 1ª Norte Oriente 5 y Calle Central 12, a un costado de la presidencia municipal, pero sus padres la llevaban a pasar periodos de descanso durante vacaciones a los ranchos El Rosario (Chactajal en Balún Canán), ubicado en el municipio de Ocosingo, y San José Chapatengo, en La Concordia.

Desde su casa, la niña Rosario tenía que caminar al lado de su nana unos 700 metros para asistir a la primaria y unos 250 hacia la secundaria. En ese tiempo el pueblo tenía poco más de 18 mil habitantes y no contaba con la carretera que enlazaba a otras poblaciones del estado y el centro del país.

La secundaria donde se conocieron Rosario y Guillermo en Comitán funcionó en una casa hoy propiedad de la familia Díaz Carrión, en la 2ª Norte y 1ª Poniente. Ella venía de la capital del país, donde había cursado el primer año en el instituto inglés Helena Herlihy Hall. Al terminar el segundo año regresó para terminar el tercer año en la Escuela “Luis G. León”, en Peralvillo, colonia Morelos, donde también estudió el bachillerato.

Cursó la primaria en la escuela de la maestra Anita, explica Bonifaz, promotora cultural y tallerista infantil. De 1931 a 1938 Rosario estudió en esa institución particular ubicada en la Avenida Central, la que hoy lleva el nombre de la escritora, en los lindes del barrio de San Sebastián.

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Al terminar la secundaria Robles Domínguez migró a la Ciudad de México para estudiar la preparatoria y continuar sus estudios en la Facultad de Odontología, pero él y Rosario no se reencontraron. Guillermo se enamoró de una joven de la capital.

“Mi papá nos contaba que tuvo amistad con Rosario Castellanos”, explicó José Luis Robles Gómez, hijo menor del odontólogo fallecido en 2005 en Comitán.

Las cartitas y los poemas que Rosario escribió a Robles Domínguez se extraviaron. Uno de sus hijos las regaló a un conocido, pero ya no recuerdan el contenido. Dos reporteros que hablaron con el médico en 1996 vieron los textos, pero tampoco recuerdan qué expresaban.

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melc