Más Información

¿Maestros de la CNTE que participan en paro de labores tendrán descuentos salariales?; esto dice Sheinbaum

Elección judicial: Sheinbaum presenta cumbia de cómo votar; “con ritmo y conciencia”, así suena la canción para la jornada electoral

Elementos de la Guardia Nacional detenidos por huachicoleo eran de otro estado: alcalde de Celaya; pide confiar en fuerzas federales

Exnegociadores urgen a México asumir postura activa ante próxima revisión del T-MEC; "hay que estar preparados para las demandas de Trump"

Noroña prevé "buena participación ciudadana" en elección judicial; "no lograron descarrilar esta reforma", celebra
“A Rosario le caeríamos todas muy bien y ustedes también como público”, fueron las palabras con las que la escritora Elena Poniatowska inició su presentación en el homenaje “Rosario Castellanos: mujer de palabras y miradas”, que organizó la Coordinación Nacional de Literatura del INBAL, en el marco de los 100 años del natalicio de la escritora (25 de mayo de 1925) con la participación, además, de Leticia Bonifaz, abogada, articulista de EL UNIVERSAL y autora del libro "Mujeres en la diplomacia. Pioneras en México y el mundo", y la poeta Sara Uribe.
Poniatowska (Premio Cervantes 2014) se dijo muy honrada de participar en el conversatorio y recordó a la autora de “Balún Canán” como una persona de carácter sencillo: “Ella siempre ironizaba sobre sí misma. Prefería mil veces más contar sus errores, sus pifias que contar sus aciertos y nunca habló de sí misma en serio, pero vamos a tratar de decirles un poco: no es que Rosario haya querido emular a Simone de Beauvoir, pero en El segundo sexo, ella tiene un punto de referencia único en su época y, por lo tanto, también lo es en nuestra América latina. México se unió al afán de nuestro continente de ponerse al día de una Europa que entonces pretendía producir picassos, pero ignoraba que México iba a dar a luz a pintores, por ejemplo, de la talla de Orozco que es un gran pintor y un muy joven Octavio Paz”.
Sobre Paz dijo que nunca sintió que él y Castellanos “fueran grandes amigos porque Elena Garro era muy brava, era difícil y siempre me decía Rosario: ¿no le tienes miedo tú a Elena Garro? Y yo le decía que sí, era una relación difícil, se tomaban muy en serio”.
El gran mérito de Rosario, continuó la escritora, fue no tomarse en serio: “Incluso, yo creo que tenía un problema (que se hacía menos), siempre hacía énfasis en sus errores, en que guisaba mal y su Lección de cocina, que todo se le achicharraba. Siempre su actitud ante la vida, fue de modestia, fue de creer que los demás tenían la razón o la solución y andaba así, andaba por la calle, andaba por la vida, buscando alguien a quien regalarle esa flor que ella tenía o ese poema que ella tenía o ese cariño que le salía de dentro o esa admiración. Me acuerdo cuando la nombraron embajadora en Israel. A ella la quisieron muchísimo Luis Echeverría y su esposa; entonces, empezó a decirme: qué les regalo. Yo le dije: no les regales nada, tienen todo, no necesitas regalarles nada. En ese sentido, Rosario era un ser humano que daba, que dio con su poesía, una poesía muy conmovedora, que dio con Balún Canán, su vida; que dio con Oficio de tinieblas, un indígena al que crucifican en San Cristóbal y nos dio un hijo muy guapo que sería muy bonito que ustedes lo oyeran hablar: Gabriel”.
En su intervención, Bonifaz habló de la infancia de Castellanos y tomó como punto de partida el relato “Primera revelación”. Dijo que Rosario vio al machismo de forma omnipresente “en muchas de las actividades de todos los días y también ve otros sistemas de opresión como el clasismo y el racismo”, y que de allí escribió los libros a los que hizo referencia Poniatowska (Balún Canán y Oficio de tinieblas); también mencionó la denuncia de ciertas relaciones jerárquicas terribles; la discriminación por ser indígena y ser mujer, y la búsqueda de producir contenidos útiles para cerrar las brechas de desigualdad.
En su obra se señaló, dijo, el racismo, el machismo y el clasismo, y se enunció Chiapas en un momento donde no todos volteaban a ver esos lugares tan alejados del centro de México.
Uribe contó que, en su adolescencia temprana, conectó con la sensibilidad de la poesía de Castellanos; destacó su inquietud ante “la relación insoslayable entre la vida y la muerte” y la presencia de la orfandad: “¿Qué sentido tiene existir, se pregunta Castellanos, si la vida es esa muerte a gotas, de Muerte sin fin, de Gorostiza, y nos va invadiendo lentamente, poro a poro?”, dijo la autora de “Antígona González”.
Recordó también que Castellanos mantuvo siempre una actitud crítica ante los feminismos, “actitud que me parece, por demás, saludable, para cualquier feminista. En una columna de sus últimos años declara apasionadamente que, si hay una causa por la cual valdría la pena arrostrar, incluso, el ridículo es precisamente la causa del feminismo. Su feminismo se preguntaba, entonces, por realidades que eran tan relevantes en su momento como lo son ahora: la maternidad, por ejemplo. Castellanos cuestiona abiertamente la idea de la maternidad obligatoria y se revela a que sean los hombres únicamente quienes decidan acerca del control de la natalidad; la doble o triple jornada de trabajo para las mujeres, su difícil incorporación al mundo laboral, la nula valoración y, por supuesto, el inexistente pago por los inacabables trabajos del hogar (…) Pero en muchos de sus poemas, novelas, cuentos y ensayos hay una profunda resistencia a los mandatos de género, a ser cómo nos han dicho que tenemos que ser las mujeres, para encajar en un molde prístino, inmaculado y pétreo como es el ideal de la mujercita dócil y bien portada” .
En la última parte de la presentación, Poniatowska retomó la palabra y mencionó a quienes más la quisieron: Ricardo Guerra, Emilio Carballido y Jaime Sabines, quien hizo un poema “lleno de rabia, cuando ella murió, en el que le preguntó ¿por qué nos haces esto, Chayo? Era tan entrañable, la queríamos tanto que todos teníamos muchas ganas de decir, ¿por qué nos haces esto? Hace mucha falta Rosario Castellanos”, dijo al borde del llanto.
El homenaje fue presentado por Nadia López García, coordinadora nacional de Literatura, y la secretaria de Cultura, Claudia Curiel. Fue moderado por la escritora Diana del Ángel.
En el público hubo escritores e intelectuales como Marta Lamas, Gabriel Guerra y Mario Bojórquez
Guerra, en entrevista, se dijo entusiasmado y emocionado por los homenajes que distintas instituciones le están dedicando a su madre.