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Crecí escuchando la asombrosa voz de Luciano Pavarotti; fue su estilo y técnica lo que me inspiró a dedicarme a la música, en específico a la ópera. Así, con esfuerzo y entrega, de la mano de las enseñanzas de mi maestro Leonardo Mortera, en la Escuela Nacional de Música de la UNAM, fui construyendo mi propio estilo vocal, el cual alcanza una diversidad de matices que me permiten dibujar desde la delicadeza de un personaje un tanto romántico hasta la fuerza que representa un personaje épico.
Con el tiempo y la práctica aprendí que la preparación para cada personaje es fundamental. Mi proceso actual consiste en memorizar el texto y las notas y buscar el significado de las palabras en mi idioma, el braille, para poder interactuar adecuadamente con el elenco. Además, con mi experiencia en el escenario he adquirido templanza y control de los nervios. Fue con este método y muchísima disciplina que obtuve el primer lugar en la Francisco Araiza International Opera Competition, en la categoría de zarzuela, así como diversos papeles solistas en importantes orquestas mexicanas. Por ello, mi meta está muy definida: debo mantenerme en forma para que mis condiciones vocales me permitan abordar distintos personajes que me encantaría personificar. Por ahora tengo en mente dos que quisiera interpretar: por un lado, Radamés, de la ópera Aida de Verdi, y, por otro lado, Calaf, de Turandot de Puccini.
Por supuesto, dedicarse a la música no es algo sencillo y a lo largo de mi carrera como cantante me he enfrentado a distintos desafíos. El más relevante es atraer nuevas audiencias, mostrando la manera adecuada de hacer la ópera y rompiendo los paradigmas actuales que se han dado en la música durante los últimos años. Para ello es necesario poner cierto énfasis en el público joven. Pienso que la ópera puede ser accesible para este sector de la población si se comienza el acercamiento con obras caracterizadas por cierta agilidad y comedia para que, luego, se pueda incentivar el descubrimiento del resto de colores que hay en este género.
Ahora bien, desde mi perspectiva, el futuro de la ópera tiene muchísimos retos por vencer ante las efímeras corrientes artísticas que van surgiendo, y nosotros, quienes le dedicamos nuestras vidas, debemos buscar renovar para lograr que persistan los espectáculos operísticos. Entonces, mi consejo para las generaciones jóvenes que quieren desarrollarse en este ámbito es que se arriesguen a experimentar y que estudien a profundidad todos los aspectos que conforman el género. Se requiere mucha preparación para afrontar los desafíos venideros.
Hoy en día sigo encontrando inspiración en distintas voces de ópera: Luciano Pavarotti, Mirella Freni, Arturo Chacón, Fernando de la Mora, Francisco Araiza, Lisette Oropesa, Giuseppe Giacomini y Franco Corelli; pero también me encanta escuchar boleros, jazz y algunas baladas, principalmente de la década de los 70. Asimismo, intento equilibrar mi vida personal con mi carrera aprovechando mi tiempo libre para reunirme con amigos y familiares.
Finalmente, quisiera decir que mi experiencia con la Fundación UNAM ha sido grandiosa, ya que es gracias a que decidió unir esfuerzos con la Sinfónica de Minería y apoyar a la Universidad Autónoma de Guerrero que mis compañeras y yo pudimos mostrar nuestro trabajo lírico. No cabe duda de que es la apertura a la colaboración lo que engrandece a la Universidad de la Nación.