Las marchas feministas de la Ciudad de México han inspirado a la compositora mexicana Gabriela Ortiz —quien también es miembro del Colegio Nacional y en 2016 ganó el Premio Nacional de Artes y Literatura— a escribir un ballet de seis actos que hoy se estrena en Los Ángeles. Se trata de ¡Revolución Diamantina! (Glitter Revolution! es su título en inglés), una obra comisionada por la Filarmónica de Los Ángeles (LA Phil), con la dramaturgia de Cristina Rivera Garza, autora del libro "El invencible verano de Liliana".
El ballet se presentará del 16 al 19 de noviembre, bajo la dirección del venezolano Gustavo Dudamel.
“Estoy muy emocionada. La orquesta está muy preparada, Dudamel conoce muy bien mi obra y sabe cómo trabajar con mi música, así que no podría estar en mejores manos”, dice Ortiz, quien hace una semana también estrenó en esta misma filarmónica la obra Seis piezas para violeta.
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La compositora ya había trabajado en su obra el tema de los feminicidios, en específico el tema de los feminicidios de Ciudad Juárez, en las obras Río Bravo —inspirada en un poema de Mónica Sánchez Escuer— y Liquid Borders.
Ahora, Ortiz parte de las marchas feministas que se hicieron en la capital mexicana del 16 de agosto de 2019 —donde la diamantina rosa se convirtió en un símbolo de protesta— y de la marcha del 8 de marzo de 2020, así como del performance del colectivo chileno Las Tesis para experimentar con la música como nunca antes lo había hecho.
¿De qué va el ballet ¡Revolución diamantina!?
Hace año y medio surgió la oportunidad de escribir una obra para la Filarmónica de Los Ángeles y yo les propuse hacer un ballet, porque siempre quise hacerlo. El título ¡Revolución diamantina! tiene relación con tres eventos que son el punto de partida para escribir este ballet. El primero es la manifestación que sucedió en (agosto de) 2019 porque una chica fue violada por un policía. Ahí lanzaron diamantina rosa a los policías, hicieron pintas y rompieron vidrios. Las chicas salieron a manifestarse con mucho enojo, hubo violencia, pero yo a veces sí entiendo esa violencia, es la desesperación de estas chicas de vivir en inseguridad, porque cuando hay una falta de respuesta por parte del Estado y los feminicidios suceden a diario, llega un momento en el que te cansas. A esa marcha la llamaron “La marcha de la diamantina”.
La otra es la manifestación del 8 de marzo antes de la pandemia (2020), que me conmovió muchísimo, aunque no pude ir esa vez. En esta manifestación, el gobierno de la Ciudad de México mandó un contingente de policías mujeres, lo que me conmovió más fue que las policías se unieron a la marcha.
El último tema que está de alguna manera plasmado en este ballet es el movimiento que se dio en Chile con Las Tesis, este colectivo de mujeres que crearon este himno performático, basado en textos de la antropóloga Rita Salgado, que se volvió un performance internacional. Fue muy poderoso ver a estas chicas marchando y haciendo esta coreografía para protestar. Pensé que hacer un ballet sobre estos temas sería interesante de explorar.
¿Cómo se dio la colaboración con la escritora Cristina Rivera Garza?
Para estructurar el ballet, Juan Villoro me recomendó ir con Cristina Rivera Garza. Inmediatamente leí su libro, "El invencible verano de Liliana", que es desgarrador.
En el ballet, Cristina toca de una manera muy poética los temas de la violencia doméstica, las protestas, las desaparecidas, el amor tóxico, el acoso y la inseguridad en las calles. Todo esto lo plasma en una estructura poética, ella desarrolla la parte dramática y a mí lo que me toca es crear la música.
Este proceso fue muy interesante, porque si yo no hubiera tenido estas ideas poéticas de Cristina, la música habría sido otra; ahora pude explorar cosas nuevas a nivel musical y eso es interesante para mí como creadora.
Pero entonces, ¿el ballet cuenta una historia?
Más que una narrativa, son imágenes. La primera escena es una chica que está en un callejón, en la noche, y sufre acoso; la segunda es sobre el amor incondicional, pero en el fondo, en realidad, se está hablando de las relaciones tóxicas que ciega ante las señales de violencia doméstica —que recuerda que esta terminología es reciente, antes no era así y así cuántos casos no quedan impunes. Hay otra escena que es una marcha ciega, que hace referencia al acto performático de Las Tesis y otra que se titula Pink Glitter, que justo hace alusión a la manifestación de 2019. Y hay otra escena sobre las mujeres desaparecidas por feminicidio, se desarrolla en un desierto, donde se escuchan sus voces.
Es un juego poético, no es literal, los temas se tocan de forma metafórica. La música también es un lenguaje abstracto. También se va a coreografiar en el futuro y dependerá mucho del coreógrafo y de cómo se aproxime a la música. Pero ahorita sólo es la música, la Filarmónica ya ve esos detalles de con qué compañía de danza lo vamos a trabajar.
¿Cómo es tratar este tema social a través de la música?
La música es subjetiva y puede abordar los temas de muchas maneras. La música puede provocar reacciones muy distintas entre un escucha y otro.
El título ¡Revolución diamantina! tiene una carga política implícita, alude al cambio y el mensaje final de esto es que si queremos, tenemos que tener un cambio. Nos ha tomado años llegar a donde estamos y todavía falta mucho por recorrer. Yo todavía no puedo hablar de una verdadera equidad de género o de que no hay violencia a la mujer porque sí la hay y lo seguimos viendo en México; las cifras ahí están.
¿Cómo suena la ¡Revolución diamantina!?
Es difícil porque explicar la música es ir en contra de su naturaleza. Pero sí te podría decir que habrá cosas que llamarán la atención, como que habrá una gran sección de percusión, sonidos de vidrios, de metales que dan una atmósfera urbana; en las escenas del desierto hay sonidos de sonajas, que los relaciono más con la tierra o con insectos y algo que te acecha.
Tengo ochos voces de mujeres amplificadas que no cantan, sino hacen sonidos percutivos, gritan consignas como si estuvieran en una manifestación y dicen palabras que en su mayoría son en español. No son voces operísticas, no estoy buscando ese sonido, estoy tratando de evitarlo y por eso tuve que amplificarlas y eso es algo que no había hecho antes. Experimenté con muchas cosas que anteriormente no había hecho y creo que eso lo hace muy poderoso.
¿Ya hay fecha para su estreno en ballet?
Aún no. Lo primero que tiene que pasar es escuchar la música y que funcione, que es lo que va a suceder justo este fin de semana. Ya después hay que ver con qué compañía de danza se realizará. Ya hay interés ahí, pero todavía no lo puedo hacer público.
¿El concierto lo escucharemos en público?
De momento es complicado, es una comisión de la Filarmónica de Los Ángeles y esto implica que ellos tienen la exclusividad por un determinado tiempo.
¿Cómo ve el panorama de las mujeres en la música?
Yo sí creo que el siglo XXI es el siglo de la mujer, porque es en el que realmente se está consolidando una serie de cambios, pero falta todavía mucho por hacer. Creo que en la música hay un cambio que se ha acelerado, hay más mujeres directoras, pero todavía no es suficiente. En México también se refleja, hay muchas mujeres compositoras y eso es algo raro, aquí definitivamente podemos hablar de una generación de mujeres compositoras muy activas.
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