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Siempre desde la ficción, desde la literatura, Daniel Krauze decidió explorar en su cuarta novela a la clase política mexicana y adentrarse en los claroscuros de la política; lo hizo desde dos personajes: Julio Rangel, un operador político del PRI en tiempos de Enrique Peña Nieto y hasta la época actual, y Martín Ferrer, un abogado caído en desgracia al que el PRI le arruinó la vida en tiempos de José López Portillo.
De esa indagatoria sobre los entresijos del poder y la política en México nació Tenebra (Seix Barral), una novela que le llevó a Karuze seis años de investigación, de conversaciones con políticos operadores, de charlas con periodistas, funcionarios y políticos jóvenes, todo para crear una ficción desde donde recrea a un México carcomido por la corrupción, a una sociedad inmoral y sin valores, y a un país que se merece salir de la tenebra.
“Mi impresión es que la política en el sexenio de Enrique Peña Nieto tuvo ciertas características que ahora vemos replicadas desgraciadamente en la llamada 4T, donde la política no está allí para hacer política sino para hacer dinero, y no hacer dinero para dos o tres personas, sino hacer dinero a lo bruto. Yo pensaba que la 4T iba a ser distinta en ese sentido, me parece que no lo ha sido, es como el PRI de Enrique Peña Nieto pero con peores hábitos”, afirma el narrador nacido en 1982.
El también autor de Cuervos, Fiebre y Fallas de origen asegura que como novelista y como ciudadano su conclusión es que en México no tenemos políticos mejores porque la política está tan envilecida que no atrae a personas mejores o a personas más rectas. “Me parece un proceso de selección natural muy comprensible, ¿quién, que tenga escrúpulos, en su sano juicio se va a meter en ese nido de ratas?, parte del problema de por qué tenemos los políticos que tenemos es porque la política en su mayoría atrae a gente de un talante y de una falta de brújula moral muy específica”.
Para Daniel Krauze sus personajes, Julio y Martín, son como muchos personajes de novelas, monstruos de Frankenstein. La conclusión a la que llega tiene que ver con que a lo largo de su investigación y también a través de un proceso de imaginación pura, él les fue colocando cosas de diversas personas.
Y eso hace que no sean personajes basados en una sola persona sino personajes compuestos por partes de seres que conoció y que él pega con el poder su imaginación. “Están compuestos por trozos, por partes de muchas personas de las que fui escuchando y fui conociendo, y muchas de las cosas que les ocurren en la novela están basadas en cosas que vi, escuché y me platicaron gente cercana a la grilla política en México”.
Esa universalidad de sus personajes es la que permitirá que su novela encuentre lectores en América Latina, pues considera que por desgracia en muchos países de América Latina, con algunas diferencias, se maneja de la misma manera la política; al igual que es universal, y en ese sentido regional, el acto de cómo se corrompe a un hombre que quizás no tiene muchos escrúpulos.
“En la novela lo que yo quise mostrar es que al formar parte de un sistema vil te acaba envileciendo de manera inexorable, que eso es lo que le acaba sucediendo al personaje de Julio Rangel en Tenebra”, asegura el narrador que estudió la carrera de Comunicación en la Universidad Iberoamericana y la maestría en Dramatic Writing en la Universidad de Nueva York (NYU).
Lo que vincula a los políticos
Una de los aprendizajes o conclusiones a los que dice haber llegado como novelista y ciudadano, mas no como politólogo, es que el combustible de la política mexicana o de los grandes políticos, es el rencor, la venganza.
“Hay cosas que vinculan a los políticos, desde Miguel Alemán hasta López Obrador, pasando por Felipe Calderón: siempre hay como una herida en la infancia, en el pasado de estos personajes que los lleva a buscar redimirse o redimir a la familia, recobrar el honor de la familia o vengarse incluso; la venganza, el rencor es un combustible muy claro para mí de la política en México”.
Aunque de manera modesta, Daniel Krauze señala que su novela revela cómo no solamente son los políticos sino la sociedad que los solapa y los tolera los que hacen más corrupto a un país; y es claro pues hay muchísimos intercambios en la novela, de políticos con ciudadanos, que confirma que los ciudadanos somos cómplices de la corrupción porque lo toleramos en los políticos y en amigos que hacen dinero de forma chueca o que son factureros.
“No hay un castigo ni siquiera social dentro de los círculos sociales con la gente que decide moverse en esas esferas y operar de esa manera; y el resultado de eso es tan efectivo para que tengamos al presidente que tenemos ahora; en ese sentido, diría que Tenebra a su manera modesta, es un libro que también intenta explicar por qué llegó López Obrador al poder; que no llegó de la nada, llegó porque las circunstancias fueron propicias y hubo el caldo de cultivo propicio para que él llegara con una aprobación inmensa”, afirma el escritor.
Su apuesta para que México consiga salir de esta oscuridad o tenebra, para citar el título de su cuarta novela, es comenzar a hacer los cambios desde nuestras trincheras. “No estoy orgulloso de cómo nos hemos comportado durante la pandemia, ni nuestros gobernantes ni nosotros como sociedad, pero recuerdo cómo nos comportamos durante el sismo de 2017 y entonces pienso que México quizás tiene esperanza. Yo no pierdo la esperanza, yo quiero mucho a mi país y me encantaría
seguir viviendo aquí y que mi hija pueda crecer aquí, así que creo que uno tiene que tener esperanza en la realidad”.