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ssierra@eluniversal.com.mx
Con obras de artistas contemporáneos, la exposición Memorias de la ira. Arte y violencia en la colección de arte contemporáneo del Museo de Arte de Lima-MALI, abierta hasta el 10 de febrero en el Museo de Arte Carrillo Gil, ofrece la oportunidad de conocer 31 tablas pintadas por la Asociación de Artistas Populares de Sarhua.
Piraq Causa es el nombre de la serie de tablas; el origen de ellas es una tradición pictórica, y las de la serie son la narrativa del conflicto armado que sufrió Perú en las últimas décadas del siglo XX, una crónica paralela a los hechos donde artesanos de Sarhua, en Ayacucho, contaron desde su perspectiva la guerra que sufrieron, en medio de las balas de Sendero Luminoso y del ejército peruano. Se trata de 31 pinturas creadas entre 1980 y mediados de los 90 que muestran los pueblos, plazas, escuelas y van contando, con imágenes y palabras, la transformación por la violencia.
La exposición fue curada por Sharon Lerner, curadora de arte contemporáneo en el Mali, quien contó que estas tablas son “relatos fortísimos en su contenido, y son de una belleza y una narrativa muy potente; por ejemplo hay una escena de un grupo terrorista planeando atentados y de los comuneros viendo cómo defenderse. Es un retrato muy fuerte”.
Después de ser presentadas en México, las tablas serán vistas en el MALI, en Perú. Éstas han sido tema de polémica en esa nación luego de que en enero pasado un agente de aduanas las detuvo porque, aseguró, hacían apología de Sendero Luminoso.
Para la curadora, justo esta situación habla del tema nodal de la exposición, que es la historia de violencia en nuestros países y cómo hay tantos temas no resueltos.
“Las tablas habían salido de Perú en los 90 y fueron recogidas por una ONG; entonces decidieron donarlas, que regresaran al país y que se exhibieran en el Museo. En el momento en que las importamos, un agente de aduana las revisó, vio en ellas la hoz y el martillo, y pensó que hacían apología al senderismo. Entonces las detuvieron. Eso muestra cómo muchos de estos temas no se podían discutir en diversos espacios. Pero hay una necesidad de discutir estas cosas; cuando las cosas no se discuten, las heridas nunca cierran. Los artistas nos hablan de institucionalizar la discusión sobre el pasado”, planteó la curadora Sharon Lerner.
La tradición de pintar. Sarhua es un pueblo en Ayacucho, uno de los departamentos peruanos más golpeados por el conflicto armado; ahí ha existido esta tradición tan particular, conocida como de las tablas pintadas o las tablas pintadas de Sarhua.
“Los sarhuinos lo que hacen es que en la tradición de la minga (mink’a en quechua), construcción comunal de la casa y trabajo colectivo, cuando se construye una casa, los amigos, las familias y la comunidad les pinta una tabla que va en el techo, y que los acompaña siempre. Esta tradición se transforma a mediados de siglo XX y ha sido un formato portátil también para la venta como artesanía en mercados urbanos”.
Antes, los artesanos contaban en las tablas sus historias de vida, la agricultura, los procesos de las comunidades; eran costumbristas. Pero en los años 90, representantes de la Asociación de Artistas Populares de Sarhua utilizaron este soporte para contar su tiempo, las incursiones de senderistas y del ejército, y la confusión que todos sufrían en la propia comunidad respecto a quién es el culpable de esta violencia. De ahí el nombre de la serie de 31 tablas: Piraq Causa (¿Quién es el causante?) El Carrillo Gil está en Av. Revolución 1608.