A del compositor, intérprete y teórico (28 de enero de 1875), su legado en la es visto de forma contrastante.

Está infravalorado o supravalorado, dice el catedrático-investigador del Instituto Potosino de Bellas Artes, Luis Fernando Padrón, uno de los principales estudiosos de Carrillo que hay en el país. “Con Julián Carrillo nos va a pasar eso. O lo infravaloramos y no lo tocamos porque decimos que es un músico raro, difícil e intocable o, como les pasa mucho a ciertos devotos que ven en él al gran ídolo y tocan siempre la misma obra”, afirma refiriéndose al “Preludio a Colón”, que es, quizá, la pieza más famosa de Carrillo.

Para Alejandro L. Madrid, quien ocupa la cátedra Walter W. Naumburg en música de la Universidad de Harvard y es autor de En busca de Julián Carrillo y el Sonido 13 (Universidad Alberto Hurtado, 2020), aún hay gente, cada vez menos, que no conoce bien su legado, porque son muy pocas las obras de Carrillo que se han grabado: “Él compuso, por ejemplo, 13 cuartetos de cuerda, que abarcan toda su vida creativa, desde 1903 hasta 1965. Cuando uno escucha esos 13 cuartetos, es posible ver cómo va evolucionando su lenguaje musical, aunque la mayoría —al menos la mitad — de esos cuartetos no se tocaron, se tocaron poco o no se grabaron. Que no haya un real conocimiento de cuál es la verdadera dimensión de su legado es un problema”.

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Partituras y documentos trabajados por Carrillo. Fotos: Especial
Partituras y documentos trabajados por Carrillo. Fotos: Especial

Quizá se trata de ocho grabaciones que Carrillo hizo, y en cada una hay dos o tres obras. ¿Cómo seleccionar las obras cuando no conocemos el catálogo?, afirma Madrid.

Al respecto, Padrón complementa: el compositor dejó un catálogo de alrededor de “300 obras tonales, estamos hablando de unas 180 o 200, entre cositas muy sencillas, ejercicios para piano, por supuesto, cosas para tríos, cuartetos; luego está toda la producción microinterválica, que son otras 100 obras, aproximadamente, entre ejercicios para guitarra, ejercicios para viola, ejercicios para violín, los cuartetos, por supuesto, el ‘Preludio a Colón’, que es un gran obra y con la que él inicia la producción de música de este tipo, luego seguirían algunas otras; en este sistema, serían otras 100 aproximadamente”.

Mientras que el acervo, conformado quizá por unos 5 mil documentos, entre papeles, recortes de periódico, programas, partituras, libros de su biblioteca y los instrumentos que el propio Carrillo hizo, se encuentra en el Centro de Documentación Julián Carrillo, adscrito a la Secretaría de Cultura de San Luis Potosí.

Muchas de las obras que dejó Carrillo, retoma la palabra Madrid, son, en verdad, experimentos: “Estaba viendo qué podía hacerse con esos nuevos intervalos. Yo diría, por ejemplo, que el ‘Preludio a Colón’, la obra más famosa, es evidentemente un experimento, quizá uno de los que funcionó un poco mejor. Pero hay muchos otros que son simplemente, digamos, catálogos. Cada obra es una especie de catálogo de lo que se puede hacer”.

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Documentación Julian Carrillo, adscrito a la Secretaría de Cultura de San Luis Potosí; Luis Fernando Padrón cuenta que es un acervo vivo, visitado consta ntemente. Fotos: Especial
Documentos, partituras, libros y los pianos que Julián Carrillo hizo y exhibió en Europa, a partir de sus teoría musical, el Sonido 13, pueden verse en el Centro de Documentación Julian Carrillo, adscrito a la Secretaría de Cultura de San Luis Potosí; Luis Fernando Padrón cuenta que es un acervo vivo, visitado consta ntemente. Fotos: Especial

Más allá de lo biográfico, la historia de un niño prodigio —nacido en una pequeña localidad en San Luis Potosí, bautizada como Ahualulco del Sonido 13 en su honor—, que fue becado por Porfirio Díaz para estudiar en Alemania y que creó, posteriormente, su propia teoría y por la que es recordado hoy; la historia del “compositor mexicano más original del siglo XX”, en palabras de Madrid, estaría incompleta sin una explicación teórica clara. Madrid, ganador del Premio Humboldt, la beca Guggenheim y la Medalla Dent, lo explica con una analogía más cercana al lenguaje visual que al auditivo.

“Digamos que nosotros tenemos un piano, las teclas de un piano, en el que parecería ser que son todos los sonidos a los que se tiene acceso y es cierto, pero los microtonos son las notas que están en medio, entre la tecla blanca y la tecla negra, que son adyacentes; entre una tecla blanca y una tecla negra, hay un medio tono. Carrillo asignó sus instrumentos en cuartos de tono, o sea, la mitad del intervalo entre esas dos teclas adyacentes: en octavos de tono, en 16avos de tono, intervalos mucho más pequeños que este intervalo más pequeño que hay en el piano. Tal vez esa sea la forma más fácil de explicar el Sonido 13”, afirma quien fuera asesor musical para el director de cine Peter Greenaway en Eisenstein en Guanajuato.

“Mucha de la poca aceptación tiene que ver con el poco interés de los músicos nacionales a interpretar sus obras posrománticas, su montaje es complicado y cuando se han llevado a cabo, al público le resultan poco satisfactorias”, afirma el compositor y director Eduardo Diazmuñoz, quien ha programado su Primera sinfonía desde los años 80 con varias orquestas.

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Pero también hay razones históricas por las que su obra no tiene el reconocimiento debido o, al menos, equivalente al de Carlos Chávez y Silvestre Revueltas. Especialmente el nombre de Chávez destaca en la historia, puesto fue una de las figuras, cuentan Madrid y Padrón, que rechazó siempre, por completo, la idea del Sonido 13.

“El caso de Chávez es muy claro porque él, de hecho, decía que Carrillo era un chiflado, un estafador y demás, entonces bueno, siempre hubo esa cuestión negativa, que se remonta a que Carrillo estuvo muy relacionado con el régimen anterior a la cultura mexicana y nunca pudo insertarse dentro de esa vida cultural; siempre fue muy marginal y al final de su vida, cuando fue a Francia y presentó los pianos que hizo a partir de sus teorías, 15 pianos microtonales por los que empieza a ser conocido en Europa y tener contacto con mucha de la gente que había estado haciendo microtonalismo en Europa, en esa época, su nombre empieza a generar cierto interés entre los compositores de vanguardia europea de las décadas de 1960 y 1970”.

Padrón lo sintetiza: por cada 100 discípulos que Carrillo hizo en Europa, especialmente en Alemania, Francia y Estados Unidos, tuvo tres en México. Entre los nombres que más destacan están el de Leopold Stokowsky y Jean-Etienne Marie, “compositor francés, que es el que primero retoma sus pianos; de hecho, compuso para los pianos de Julián Carrillo”, explica Madrid.

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Uno de los mejores homenajes que Carrillo recibirá este año es el lanzamiento del primero de una serie de discos con sus cuartetos completos, bajo el sello de Naxos; un proyecto en el que ha colaborado activamente Madrid, con Stephanie Griffin al frente del cuarteto, y que tuvo como primera dificultad, desde hace años, la transcripción de las partituras.

Hay ciertos homenajes aislados a Carrillo que pueden rastrearse: la serie de actividades —conciertos, conversatorios, proyecciones— que realizan en estos días el Instituto Potosino de Bellas Artes y la Secretaría de Cultura de San Luis Potosí; la interpretación de la “Primera sinfonía” en el Programa inaugural de la Segunda Serie 2025 de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Nuevo León (22 de mayo) y el anuncio de un proyecto a finales de año que hará la Dirección General de Música de la UNAM.

Sin embargo, a nivel federal, la efeméride de Julián Carrillo quedó corta. Salvo la inclusión de la Sinfonía núm. 1 en Re mayor por parte de la Sinfónica Nacional el 9 y 11 de mayo en el Palacio de Bellas Artes, no hay mayores homenajes o anuncios al respecto para revitalizar al compositor. Al preguntarle a la Secretaría de Cultura, el enlace de prensa informó que la “Coordinación Nacional de Música y Ópera tendrá varias actividades en colaboración con el CENIDIM”; actividades sin fecha confirmada al cierre de esta edición y que no habían sido dadas a conocer antes.

“Lamentablemente, como suele suceder, uno no es profeta en su tierra y uno de los mejores ejemplos es el del maestro Carrillo”, concluye Diazmuñoz.

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