TLAYACAPAN, Morelos. —En el , marcas del sismo del 19 de septiembre de hace seis años están presentes todavía. Apenas hace 19 días los trabajos de restauración se reiniciaron por parte de la empresa de construcción Farla, después de casi dos años de haberse detenido por falta de recursos.

En un costado del patio del exconvento —que es parte de la Ruta de los Conventos que posee declaratoria de la como Patrimonio Cultural de la Humanidad—, el padre Felipe Salmerón oficia las misas cada día, como desde hace seis años, en una carpa improvisada, mientras espera, junto a los devotos, que en 2024, el edificio de valor patrimonial recobre su esplendor y reabra sus puertas.

“Ya casi van seis años que la iglesia está cerrada, no hemos podido abrirla porque no han finalizado las restauraciones, quedaron muchos pendientes que no se atendieron, entre ellos la barda perimetral del atrio y grietas internas, me han informado que solamente se atenderá la parte interna y podríamos abrir el siguiente, pero quedarán otros pendientes externos”, explicó Salmerón a .

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El párroco agregó que mobiliario histórico del recinto, entre el que destacan 25 esculturas, se encuentra en restauración, pero que no todas serán entregadas. Tampoco serán intervenidos murales históricos del siglo XVII que cubren algunas paredes, por falta de presupuesto.

“No sabemos muy bien la cifra total que la Secretaría de Cultura destinó para esta etapa de restauración, creemos que son más de 50 millones de pesos, pero no cubrirá todo lo pendiente que dejó el sismo”, expresó Salmerón en un recorrido por las instalaciones del exconvento.

Al interior del templo los trabajadores resanan fisuras, grietas y murales entre andamios, mientras que afuera el atrio se ha acondicionado estos años para ofrecer y escuchar misa. En otro espacio, inmobiliario y esculturas históricas aguardan a ser atentidas por los especialistas. Fotos: Diego Prado y archivo / EL UNIVERSAL
Al interior del templo los trabajadores resanan fisuras, grietas y murales entre andamios, mientras que afuera el atrio se ha acondicionado estos años para ofrecer y escuchar misa. En otro espacio, inmobiliario y esculturas históricas aguardan a ser atentidas por los especialistas. Fotos: Diego Prado y archivo / EL UNIVERSAL
Al interior del templo los trabajadores resanan fisuras, grietas y murales entre andamios, mientras que afuera el atrio se ha acondicionado estos años para ofrecer y escuchar misa. En otro espacio, inmobiliario y esculturas históricas aguardan a ser atentidas por los especialistas. Fotos: Diego Prado y archivo / EL UNIVERSAL
Al interior del templo los trabajadores resanan fisuras, grietas y murales entre andamios, mientras que afuera el atrio se ha acondicionado estos años para ofrecer y escuchar misa. En otro espacio, inmobiliario y esculturas históricas aguardan a ser atentidas por los especialistas. Fotos: Diego Prado y archivo / EL UNIVERSAL

Durante los movimientos telúricos del 19 de septiembre de 2017, el daño más representativo fue la caída de una tercera parte del techo del recinto, que sepultó esculturas históricas y bienes muebles. Además quedaron importantes grietas en diversas paredes y daños a murales históricos. En el exterior, el campanario se fracturó, dos campanas se colapsaron y una grieta partió la fachada del recinto.

Aunque los avances en la restauración del recinto son visibles, hay diversos trabajos pendientes, entre ellos faltan aplanados en la nave principal, resanar fisuras y grietas, reparar murales y dar mantenimiento a algunas habitaciones que se ubican atrás del inmueble. “Me han aclarado que esta etapa de intervención sólo contempla la parte interna; quedarán pendientes daños como la barda del atrio y el mantenimiento a La Hospedería, una zona de habitaciones detrás de la parroquia”, detalló el cura.

A 19 días de reanudadas las labores de restauración por parte de la empresa de construcción Farla. Hoy, los avances, al menos en la fachada, son visibles. Fotos: Diego Prado y archivo / EL UNIVERSAL
A 19 días de reanudadas las labores de restauración por parte de la empresa de construcción Farla. Hoy, los avances, al menos en la fachada, son visibles. Fotos: Diego Prado y archivo / EL UNIVERSAL
En Jiutepec, la estructura del exconvento de Santiago Apóstol ha tenido que ser reforzada para evitar que se desplome. Otros espacios tendrán que ser aplanados, resanados, levantados y apuntalados. Fotos: Diego Prado y archivo / EL UNIVERSAL
En Jiutepec, la estructura del exconvento de Santiago Apóstol ha tenido que ser reforzada para evitar que se desplome. Otros espacios tendrán que ser aplanados, resanados, levantados y apuntalados. Fotos: Diego Prado y archivo / EL UNIVERSAL

Sobre el tiempo de intervención, Salmerón agregó que autoridades de la Secretaría de Cultura proyectan concluir en un periodo de seis a ocho meses. “Nos dijeron que tomará más de medio año esta etapa de intervención, no sabemos si habrá otra posterior, pero quedarán daños pendientes”.

El cura hizo un llamado a las autoridades a revalorar la inversión para el exconvento de San Juan Bautista ya que, además de ser un recinto dedicado al culto, es una atracción turística mundial.

“Tlayacapan es un pueblo mágico, yo les diría a las autoridades que vieran la necesidad no sólo del culto, sino del turismo, ya que éste es una gran fuente de trabajo y de recursos para la vida económica de la región. Hacemos un llamado a las autoridades a terminar las obras sin parar para que podamos retomar el funcionamiento de la parroquia”, dijo.

En medio de la obras, el cura también llamó a los gobiernos a invertir en el mobiliario del exconvento, pues muchos elementos, como sillas, decoración, instalaciones eléctricas y tuberías, serán costeados por la diócesis de Cuernavaca y Toluca.

Daños en Jiutepec

En el municipio de Jiutepec, que forma parte de la zona metropolitana de Cuernavaca, el exconvento de Santiago Apóstol sigue en pie a pesar de ser uno de los recintos con daños más severos por el terremoto del 19 de septiembre.

A seis años de la tragedia, el recinto luce en sus fachadas y paredes las secuelas del sismo, pero esto no detiene la vida religiosa del municipio. Cerca de las 2 de la tarde, algunos vecinos del pueblo se congregan en uno de los patios del inmueble, en un atrio improvisado con lonas y sillas de madera.

Un feligrés entra de rodillas al patio del inmueble, con veladora en mano y acompañado de su esposa. Al lado del hombre, un grupo de señoras reza. Se turnan un micrófono, sus voces resuenan a calles del templo. Junto a esa escena, trabajadores recogen piedras, mezclan cemento y cargan botes con agua. Algunos más se encuentran en el techo y realizan trabajos de nivelación.

Al interior del templo los trabajadores resanan fisuras, grietas y murales entre andamios, mientras que afuera el atrio se ha acondicionado estos años para ofrecer y escuchar misa. En otro espacio, inmobiliario y esculturas históricas aguardan a ser atentidas por los especialistas. Fotos: Diego Prado y archivo / EL UNIVERSAL
Al interior del templo los trabajadores resanan fisuras, grietas y murales entre andamios, mientras que afuera el atrio se ha acondicionado estos años para ofrecer y escuchar misa. En otro espacio, inmobiliario y esculturas históricas aguardan a ser atentidas por los especialistas. Fotos: Diego Prado y archivo / EL UNIVERSAL

Uno de ellos, Juan García, relató que hace casi dos meses que comenzaron a trabajar en las restauraciones del recinto. “Quedó muy dañado por el temblor, tenemos que reforzar la estructura otra vez porque hace unos años apuntalaron la estructura, pero así la dejaron, tenemos que aplanar, resanar grietas, levantar una pared que se cayó y apurarnos, porque en una de esas tiembla así de fuerte y todo se cae”, dijo el trabajador.

El 13 de julio de 2018, la Secretaría de Cultura emitió un comunicado en donde informó que los daños al inmueble habían sido de alta gravedad, por lo que se apuntaló la estructura para evitar su caída.

El sismo dejó graves grietas en la nave principal y en el claustro, además de desprendimientos en la cúpula y el derrumbe de la torre del campanario y de un arco. Fotos: Diego Prado y archivo / EL UNIVERSAL
El sismo dejó graves grietas en la nave principal y en el claustro, además de desprendimientos en la cúpula y el derrumbe de la torre del campanario y de un arco. Fotos: Diego Prado y archivo / EL UNIVERSAL

El sismo generó grandes grietas en la nave principal y en el claustro de ese recinto, desprendimientos en la cúpula, el derrumbe de la torre del campanario, así como la caída de un arco, informó la dependencia.

“El temblor dejó una grieta grande en el centro de la iglesia, vinieron hace cinco años y apuntalaron para que no se cayera, pero dejaron parada la obra, incluso nosotros mandamos un escrito a las autoridades del municipio para que nos dieran fecha o muestras de que comenzarían las obras, pero se tardaron mucho, prácticamente lleva seis años sin ser intervenida”, dijo una vecina del pueblo que prefirió no dar su nombre, pero sí su testimonio.

Fotos: Diego Prado y archivo / EL UNIVERSAL
Fotos: Diego Prado y archivo / EL UNIVERSAL

El alcalde de Jiutepec, Rafael Reyes, informó en redes sociales que los trabajos de restauración reiniciaron el pasado 17 de julio.

“Concluidos los trabajos de consolidación se restituirán los aplanados, así también la capa pictórica de los elementos intervenidos, además se realizarán acciones en la fachada principal y posteriormente se intervendrá el campanario de dos cuerpos”, informó entonces el alcalde.

Se solicitó a la Secretaría de Cultura federal el presupuesto asignado a la restauración de ambos inmuebles, pero no hubo respuesta. Al menos, los trabajos ya avanzan y los feligreses de Tlayacapan y Jiutepec rezan para volver a sus templos.

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