En el otoño de 2023, dos exploradores decidieron ingresar a las profundidades de la cueva de Tlayócoc, en Carrizal de Bravo, Guerrero, en donde se adentraron por un pasaje sumergido, nunca explorado, que los condujo a otra sala, donde, para su sorpresa, encontraron un particular contexto arqueológico: dos brazaletes de concha con motivos grabados estaban colocados en las estalagmitas, con otro de brazalete y una concha de caracol gigante.

Dispersos por el área, también había discos de piedra negra similares a los espejos de pirita, uno completo y fragmentos de varios más. Los dos exploradores dieron aviso a las autoridades ejidales, quienes resguardaron el sitio para evitar saqueos. Hace unas semanas, el acudió al sitio para registrar los hallazgos y explorar la cueva de nueva cuenta, con la finalidad de dimensionar su valor arqueológico y patrimonial.

Una vez dentro de la formación natural, los expertos encontraron evidencias de que las estalagmitas fueron retocadas en época prehispánica para darles una terminación más esférica y, entre el sedimento removido por la corriente, hallaron tres discos más de piedra, dos de ellos fragmentados.

Lee también:

En total, registraron un lote de 14 objetos arqueológicos pertenecientes a la cueva de Tlayócoc: tres brazaletes de concha; el fragmento de una pulsera, también de origen malacológico; la concha de un caracol gigante, posiblemente de la especie Strombus sp.; un madero quemado de 3.2 centímetros de largo y vestigios de ocho discos de piedra (dos completos y seis incompletos).

De acuerdo con lo observado hasta el momento, cada brazalete fue manufacturado a partir de una concha de caracol, posiblemente de la especie marina Triplofusus giganteus, para después ser grabado con símbolos y figuras antropomorfas, entre las que destacan motivos en forma de ‘S’, conocidos como xonecuilli, líneas en zigzag, círculos y rostros de perfil que representarían a personajes.

Los arqueólogos del INAH estiman que los bienes patrimoniales fueron colocados durante el periodo Posclásico, entre los años 950 y 1521 d.C., cuando el área estaba poblada por la etnia extinta de los tlacotepehuas, según se sabe por fuentes históricas del siglo XVI.

Lee también:

Algunos de los brazaletes, además, guardan similitud con piezas de sitios arqueológicos guerrerenses como el Infiernillo, en Coahuayutla, y de regiones culturales más lejanas, como la Huasteca.

De acuerdo con información del INAH, esta es la primera vez que acuden investigadores del Instituto a Carrizal de Bravo. La visita fue el inicio de una campaña para promover la preservación del patrimonio biocultural, misma que buscará la creación de un organismo coadyuvante entre la ciudadanía y la programación de un estudio sobre el estado de conservación de las piezas de la cueva de Tlayócoc, que estará a cargo del área de Restauración del Centro INAH Guerrero.

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Comentarios