En la esquina de Aquiles Serdán y 5 de mayo, alrededor de 30 personas esperan a que se abran las dos puertas de metal del . Son las 6:45 de la mañana. Al platicar con ellas, muchas cuentan que usan las instalaciones del parque desde hace cinco o 10 años. La mayoría de estas personas lleva ropa deportiva; otras esperan sosteniendo su bicicleta con la presión de los antebrazos en el manubrio y tres o cuatro llevan cámaras fotográficas. Desde la calle, en una de las esquinas del acceso hay cuatro ramos de flores, un arreglo al centro y un par de pequeños cirios, cuya cera revela que el fuego lleva poco tiempo encendido. El altar no tiene nombre, quizá porque cientos de personas, periodistas y fotógrafos guardaron luto y protestaron, virtual y físicamente, por el accidente en el que fallecieron los fotorreporteros , en la primera jornada del festival Axe Ceremonia, el 5 de abril.

Una camioneta de Protección Ciudadana permanece estacionada. La tripulan dos elementos que vigilan la escena a la que han llegado ya entre 50 y 60 personas. Dos guardias abren al mismo tiempo las pesadas rejas de metal, y el momento es recibido con el aplauso de quienes esperan. La gente entra en una hilera, a paso rápido y en pocos segundos empieza a correr o a tomar el ritmo en sus bicicletas, que se introducen por caminos empedrados, andando por la ciclopista o las vías de ejercicio.

Foto: Luis Camacho / EL UNIVERSAL
Foto: Luis Camacho / EL UNIVERSAL

Cerca de la entrada, antes del orquideario, en uno de los tres caminos que pueden andarse —el de la izquierda, para corredores o ciclistas; el del centro, que tiene más la forma de una vía para peatones; a la derecha, uno más recreativo, con espacios naturales donde puede aprenderse sobre la vida vegetal y la flora del país— se encuentran dos cuerpos de agua que forman parte del área de chinampas; bajo la superficie gris del agua, decenas de carpas koi, peces anaranjados, en un tono encendido, y también grises, chocan entre sí, se acercan con la presencia de la gente y asoman la boca a la espera de que alguien les aviente alimento. Un trabajador del orquideario explica que es común, por las algas y la temporada de lluvias, que el agua tenga ese color turbio y lo anormal sería que fueran aguas cristalinas.

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Una estructura cuadrada que en sus caras tiene impreso el nombre de un futuro restaurante, “Invernadero” —y el anuncio de que abrirá pronto— y el área de renta de bicicletas aún no disponible para el público ($80 pesos por hora) son el preámbulo de que, en las 55 hectáreas que abarca el parque, hay varias áreas de las que aún no pueden disponer los usuarios.

Foto: Luis Camacho / EL UNIVERSAL
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A primera hora de la mañana, además, hay un equipo de árbitros con uniformes de la Federación Mexicana de Futbol que entrenan y corren. Pasos adelante, una pequeña área con un juego rojo, inservible, cercado por cinta amarilla con la leyenda precaución. Al frente, una decena de juegos inflables de grandes dimensiones con una capa de suciedad por haber quedado, muy probablemente, a la intemperie, volverán a estar abiertos al público en los próximos días. En este primer día, los baños tienen agua y los insumos necesarios; el pasto, en la gran parte de zonas por las que se puede andar, está recortado y posee un color vivo. Aproximadamente a la misma altura —del lado izquierdo— en la formación circular de pasto que enmarca el auditorio, y que se le conoce como “El ojo”, un puñado de jardineros trabaja con sus máquinas de poda.

Otra estructura, la del Museo de la Refinería, está cercada con cinta amarilla. Dos usuarios, madre e hijo, comentan que ese museo nunca está abierto. Sentada en la entrada, la guardia explica, de forma vaga, que será un sitio dedicado a la música. En la sección que está a un lado hay 10 remolques estacionados; pertenecen a la grabación de una serie de la que no se ofrecen más detalles. Uno de los trabajadores cuenta que, días después del accidente en el que Berenice y Miguel murieron, sacaron al equipo de grabación del parque para cerrarlo; ahora volvieron y están trabajando al interior del museo. “Será un lugar interesante, dedicado a la música al estilo de los reality shows”, explica de forma vaga, igual.

Foto: Luis Camacho / EL UNIVERSAL
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Inaugurado en 2010 para conmemorar las efemérides centenarias y bicentenarias de la Revolución y la Independencia de México, la historia del Parque cambió para siempre cuando el colapso de una estructura metálica mató a dos jóvenes fotógrafos hace tres meses. En el mapa que Google ofrece del Parque, el punto exacto marcado como Axe Ceremonia, la zona del accidente, fue entre una curva de caminata y el museo. Un área de pasto, el sitio donde la rabia fue colectiva, se muestra llano. No hay más que eso.

El 23 de mayo pasado, en la conferencia presidencial, se informó que el gobierno federal recuperó la concesión del Parque y que ésta se le retiró a la empresa Operadora de Proyectos de Entretenimiento NLP, S.A. de C.V. Un inventario y el análisis de los siete ecosistemas que pueden visitarse fueron las primeras acciones anunciadas antes de la reapertura.

Foto: Luis Camacho / EL UNIVERSAL
Foto: Luis Camacho / EL UNIVERSAL

Los siguientes anuncios hechos a través de la titular de la Secretaría de Cultura federal, Claudia Curiel, fueron que el Parque mantendrá un mecanismo mixto con actividades públicas y gratuitas, debido un acuerdo con el Auditorio Nacional y el Fideicomiso para el Uso y Aprovechamiento del Auditorio Nacional (FUAN) y la fecha de apertura al público (ayer).

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En el camino de ese primer día de reapertura, al finalizar la ruta del lago, el trazo exacto de uno de sus bordes, el área está cercada con vallas metálicas. Los trabajadores informan que se cerró porque aún no están terminados los arreglos de jardinería. Una mirada rápida arroja que a lo que no puede accederse equivale, quizá, a una cuarta parte del predio, parte abierta antes al público y utilizada para hacer eventos, más allá del agua calma. Cierre que es lamentado por José Luis Sánchez, de 61 años, usuario del parque desde hace nueve años, quien afirma: “lo veo igual, sólo con algunas zonas un poco descuidadas después del lago. A lo mejor es por el inicio nuevamente de la administración”. Otro usuario, Antonio Díaz, de 62 años, comenta: “lo veo igual, obviamente, con el pasto crecido y cosas así, pero ahorita están limpiando. La verdad pensé que a lo mejor ni siquiera me dejaban entrar, pero no, por lo que veo ya está funcionando”.

Foto: Luis Camacho / EL UNIVERSAL
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En las áreas de exhibición de ecosistemas —bioma del desierto, chinampas, orquideario—, el Bosque Tropical Perennifolio muestra más abandono, con ejemplares quemados por el Sol o maltratados.

A la Secretaría de Cultura federal se le preguntó sobre próximos eventos, aún sin anunciar, y detalles de su nuevo funcionamiento, sin respuesta al cierre de edición.

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