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Hace 100 años, el general Francisco Villa fue asesinado en Chihuahua. El revolucionario conducía camino de regreso de una fiesta familiar el 20 de julio de 1923, hasta que fue emboscado y acribillado con rifles y pistolas. Murió por 16 disparos. La ropa que llevaba puesta aquel día aún se conserva, forma parte de la colección de indumentaria del Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec. Sin embargo, ni el saco ni la camisa que vistió tienen ningún rastro de sangre. ¿Cómo es eso posible?
En 2015, la restauradora Lorena Román trabajó las prendas de Villa en el taller de restauración de textiles que imparte en la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (Encrym), que pertenece al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Entonces se hizo una investigación de contexto histórico, un análisis de fibras y búsqueda de sangre en las dos piezas de ropa.
“Con ayuda de militares del archivo histórico de la Sedena pudimos determinar cómo fue la emboscada, cuáles fueron los balazos que recibió cuando venía regresando de un bautizo; los primeros que recibió fueron en los hombros, en los codos y luego una bala expansiva”, detalla en entrevista la restauradora.
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La experta dice que cuando recibieron las prendas, estas estaban en “excelentes condiciones” a excepción de las roturas causadas por las balas. Entonces, las prendas fueron sometidas a luz ultravioleta y se revisaron las fibras de la tela, pero no se encontró algún rastro de sangre.
“Mi hipótesis es que una mujer muy enamorada guarda la ropa de su esposo asesinado, pero no manchada. La lavó”, dice Román.
La experta agrega que cinco días después de que Villa fue asesinado, nació el segundo hijo que tuvo con su esposa Austrebeta Rentería y fue hasta entonces que le dieron la ropa de su fallecido esposo.
La hipótesis
La ropa revela mucho sobre la persona que la usa y Pancho Villa no es la excepción.
Lorena Román explica que el saco que usó ese fatídico día “El centauro del norte” pudo haber sido confeccionado por su esposa.
“El saco, de lino color beige crudo, no tenía etiqueta. La hipótesis que sugiere la investigación es que Austroberta Rentería le cosía la ropa… Era un hombre muy alto y corpulento. Las telas las compraban en Estados Unidos porque en México no se produce lino y en esa época menos había importación”, explica la experta. Sobre la camisa de algodón a rayas, Román dice que aunque no traía etiqueta, se cree que esa sí fue comprada.
Sin embargo sí tiene costuras con hilo de algodón, una intervención que habría hecho Rentería.
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Román explica que seleccionó trabajar con esas prendas en aquella ocasión para demostrar a sus alumnos que no toda la ropa debe ser sometida a restauración. En este caso, las prendas cuentan con los agujeros que hicieron las balas, pero no fueron cosidos o modificados para que siguieran ahí las marcas de ese hecho histórico. “Hay ciertas piezas que no se pueden restaurar, que no se pueden lavar, este es el caso”, dice la restauradora en un video del INAH de 2017.
En 1965, Rentería y sus hijos donaron estas dos piezas y más prendas al Museo Nacional de Historia. junto con un sombrero y pistolas. Aunque la pieza no se encuentra actualmente en exhibición en el Museo Nacional de Historia, en este recinto sí se exponen una daga, unas mitazas —fundas de cuero que protegen las piernas de los vaqueros— y un retrato de Villa.