Entre los defensores del de Tlayacapan, Morelos, hay alegría combinada con congoja ante el anuncio de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) de que rehabilitarán el Museo La Cerería, un edificio del siglo XVI que estaba en proceso de deterioro y que ahora será rescatado con la colaboración del INAH, para convertirlo en museo de sitio y centro cultural. La noticia ha generado felicidad pues prometen “un proceso de restauración que conserve el valor histórico del inmueble”, pero también incertidumbre pues en pasadas administraciones el inmueble había sido centro cultural con conferencias, conciertos, exposiciones de artistas locales y foro para reuniones de promotores culturales, pero luego el ayuntamiento lo tomó para oficinas, lo que provocó, dicen, su deterioro, por ello llaman a que “quede el estatus jurídico claramente estipulado” para que no vuelva a suceder que una autoridad “con iniciativa” le quite sus fines culturales, claro, cuando se concluyan las obras en las piden responsabilidad absoluta del INAH para garantizar su protección.

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Nos cuentan que el recién concluido tiene artistas y público cautivo, pero no dejan de señalar su decadencia, que dicen, tiene a una responsable: Guadalupe Aldaco, directora del Instituto Sonorense de Cultura. Atrás quedaron las ediciones con invitados de la talla de Arturo Márquez, María Katzarava y Elīna Garanča. Cuestionan también que, mientras el público muestra su decepción, la crítica local se desvive en aplausos para la administración actual. Lástima que sea de dientes para afuera. (Escríbanos a columnacrimenycastigo@gmail.com).

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melc