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El Evangelio de Mateo menciona que, en busca del lugar donde nació Jesucristo, los Reyes Magos fueron guiados por la Estrella de Belén en el horizonte. Varias teorías hay sobre qué es lo que siguieron Melchor, Gaspar y Baltasar, y más de un científico, a lo largo de los siglos, ha querido desentrañar el origen astronómico de esta historia.
¿Se trata de uno de esos casos donde la evidencia científica y la historia bíblica se corresponden? ¿O es algo diferente? Habría que empezar por señalar el primer obstáculo: la falta de certeza sobre la fecha exacta del nacimiento de Jesucristo. Hay quienes sitúan, por ejemplo, el nacimiento, incluso ocho años antes de que empezara el conteo del calendario gregoriano.
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En su momento el astrónomo alemán Johannes Kepler lanzó una hipótesis que, si bien fue sólida, aún no es definitiva: las triples conjunciones de Júpiter y Saturno en el año 6 a. C., algo que sucede cada 900 años.
Se sabe que en el año 5 A.C. se pudo ver un cometa en la constelación de Capricornio; ello podría servir como explicación, salvo que, en la época, los cometas no podrían ser vistos como el augurio del nacimiento del Mesías, sino de algo más cercano a la maldición, el mal augurio. Basta recordar que, para el historiador Suetonio, los cometas fueron culpables de las desgracias de los emperadores. Esto desmonta las teorías de quienes relacionan la Estrella de Belen con el cometa Halley, que pudo verse unos años antes del año 1 de nuestra era.
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Más consenso parece haber en señalar a la estrella Sirio (Alfa Canis Maioris, que se encuentra junto al cinturón de Orión) como la Estrella de Belén. Es la más brillante que puede verse desde La Tierra y sirvió de brújula a navegantes antiguos.
Aunque algunas teorías parecen más contundentes que otras, aún falta camino por recorrer para alcanzar la verdad.
melc