Doha, Qatar.— Cuando uno dice “arte moderno”, de manera inmediata se vienen nombres como Frida Kahlo, Rufino Tamayo, o Pablo Picasso, Piet Mondrian y Salvador Dalí si hablamos a nivel internacional. Pero cuando se habla de arte moderno árabe, en específico del que se produjo en Qatar, es complicado pensar en un nombre.
Esto se debe a factores como la lejanía que se tiene con el país, no sólo en lo geográfico, sino también en aspectos socioculturales, como el idioma –el árabe es el segundo idioma más difícil, después del chino–, la historia y la religión. Sin embargo, el dominio de la historia del arte moderno también es un punto a reforzar entre los propios qataríes, quienes actualmente están realizando esfuerzos para trazar su pasado y documentarlo. Un ejemplo de esto es la exposición "Qatar: close to my soul", que se presenta previo a celebrar el 15 aniversario del Museo árabe de arte moderno Mathaf, ubicado en el municipio de Rayán, en Doha.
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En esta exposición se exhibe una pequeña fracción de la colección de arte de Abdulla bin Ali Al Thani, hijo de Ali bin Abdullah Al Thani, emir de Qatar de 1949 a 1960. Es una colección que desde sus inicios en 2001 se enfocó en el arte qatarí y su acervo abarca desde los años 60 y se extiende hasta el arte contemporáneo actual.
“Como curadora de arte qatarí quiero estudiar lo visual, cuáles son los elementos importantes, qué es lo que hace que sea arte qatarí, cómo los artistas locales se aproximaron a temas en específico. La exposición es más una introducción y un llamado para estudiar el arte de Qatar”, dice, en entrevista con EL UNIVERSAL, Fatma Mostafawi, curadora de la muestra.

Las obras de arte no están acomodadas por orden cronológico, sino temático y la exposición está dividida en tres secciones. “Quiero que la gente vea en sí los temas y acercamientos que han tenido los artistas qataríes”, resalta Mostafawi.
La primera sección trata sobre la influencia que los alrededores tuvieron en los artistas locales, donde se ven pinturas sobre sus puertos, sus características barcas con las que se practica la recolección de perlas y su arquitectura.
En el segundo núcleo se muestran obras que representan a la sociedad qatarí, como en la pintura de Yousef Al-Shari, una obra nacionalista donde no sólo retrata al emir de aquel entonces sino que, al puro estilo de una monografía, incluye una plataforma de petróleo, para ilustrar la fuente económica del país, junto con edificios icónicos de Doha y especies animales endémicas. En esta sección también se muestran retratos y pinturas de personas, en las que varios no tienen rostro, como en las obras del artista Salman Al-Malik Footsteps on an Endless Road (2001) y Um Alzain (2018).

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En la primera retrata a dos mujeres con hijab y abaya caminando en la orilla de la playa y la segunda es un retrato intervenido con luz neón. La ausencia de los rostros se debe a que en la religión del Islam no hay representación de los profetas porque son seres ejemplares y consideran que no hay manera de representarlos sin faltarles al respeto, y también para no propiciar la idolatría. Esta medida se ha extendido hasta el arte, donde hay quienes no pintan los rostros de humanos e incluso animales en sus obras.

Sin embargo, no es una prohibición total y hay artistas que sí pintan rostros, como se puede ver en The Soul’s mirror (2021), de Wafika Sultan Al-Essa, o en The Victory (1984), de Jameela Al-Shraim.
La prohibición de la representación es otro de los motivos por los que el arte árabe también se ha decantado por el estilo abstracto y el arte huruffiyya, es decir, el arte que se hace con caligrafía árabe.
Estos dos estilos se abordan en la última sección de la muestra, donde se presentan ejemplos como la pintura de estilo cubista de Majid Al-Meslmani o el mosaico de la palabra Qatar en árabe, hecho en 1969 por Jassim Al-Zaini (obra que completa el circuito del recorrido, pues abre y concluye la exposición).
En este tercer núcleo también hay piezas contemporáneas, con técnicas distintas como el arte textil, el bordado y la escultura, así como con pinturas que tratan temas más actuales, como el bloqueo que padeció Qatar en 2017 por parte de países como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Egipto.
“Realmente quería hacer una introducción, hay muchos artistas que sirven de ejemplo, pero que no están en esta exposición. Es una exposición para llamar la atención del público y que vean que es algo disfrutable, pero también quiero llamar la atención para que se haga más investigación”, insiste Mostafawi. Al preguntar sobre el panorama académico del arte en Qatar, la curadora destaca la labor de Yousef Ahmad, artista qatarí nacido en 1955, considerado un pionero en su campo y figura clave en la historia del arte nacional, pues ayudó a formar la colección del Mathaf.

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“Pero creo que es importante que gente de mi generación y más joven regresen a lo que escribieron personas de generaciones pasadas y exploren más con un enfoque más académico. Otro reto es que la historia está, pero aún en las mentes de los artistas y en sus archivos, entonces los investigadores debemos irnos a esas fuentes para ofrecer una lectura más amplia del arte qatarí en los próximos años”, agrega.
"Qatar: close to my soul" no sólo es una oportunidad para que los locales documenten su historia del arte, sino también para que los extranjeros puedan conocer más de Qatar.
En el recorrido se puede ver, por ejemplo, que las iniciativas artísticas comenzaron hasta 1952, cuando se estableció de manera formal un sistema educativo en el país. En 1979, el gobierno implementó el programa Free Atelier, uno que impulsó las artes, en particular a las mujeres artistas, y que entre sus tareas estaba ir a recoger a los artistas a sus casas y llevarlos a un taller a crear. Y fue hasta 1982 que la Universidad de Qatar abrió su departamento de Arte, donde se formó Wafa al-Hamad, artista pionera por ser la primera mujer qatarí en ser doctora de arte y profesora en su campo –de ella también se presenta actualmente su primera exposición individual en este mismo recinto, titulada Wafa al-Hamad: sites of imagination.

La curadora explica que por parte del público extranjero ha notado interés por identificar qué es lo que diferencia al arte qatarí, pero ella identifica más similitudes.
“Hay diferencias, pero también aspectos visuales en común. En la primera sección puedes ver cómo los artistas estaban inspirados por su propio ambiente, pero en la última sección, en la de la abstracción, puedes ver obras que artistas mexicanos pudieron haber hecho. Pienso que ahora estamos en un mundo con más similitudes de lo que creemos, pero con características únicas al mismo tiempo. Las diferencias son interesantes, las similitudes lo son todavía más”, afirma Fatma Mostafawi.
"Qatar: close to my soul" estará abierta al público hasta agosto.

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