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La vida en San Gregorio Atlapulco y otros pueblos de Xochimilco poco a poco se recompone y en las calles se ven trabajadores, maquinaria y pequeñas casas de color naranja que contrastan con el paisaje que hace nueve meses era desolado; sin embargo, en los templos dañados aún no inician las obras de restauración.
La barda de piedra que rodea el histórico inmueble de San Gregorio —un templo franciscano del siglo XVI, que posee dos pequeñas capillas– ha sido envuelta con una malla para evitar accidentes (el día del terremoto, la caída de este muro causó la muerte de la niña Naomi Martínez Rodríguez). Pero la expectativa de que inicien las obras se ha ido recorriendo.
Así lo cuenta el párroco Francisco Efrén Castellanos, quien, subido hasta lo alto de la torre —como lo hizo hace nueve meses cuando habló con EL UNIVERSAL—, asegura que la expectativa por las votaciones ha detenido el inicio de las obras en éste y los demás pueblos de la zona.
En San Luis, en cambio, el párroco prefiere no hablar. El diácono y el sacristán confirman que no han iniciado las obras, y que no saben para cuándo. La visita a esta histórica iglesia confirma por una parte el nulo avance de las obras y, en contraste, la rápida construcción en el jardín —que alguna vez fue campo santo— de una nueva capilla, moderna, pues la comunidad recibe las ceremonias bajo una lona desde el día del sismo.
Fueron seis los recintos religiosos que resultaron con daños por el terremoto en Xochimilco. Las afectaciones en San Gregorio no son estructurales, al contrario de San Luis.
En San Gregorio —reconocido pueblo chinampero— fueron las viviendas las que peor suerte corrieron, es por eso que el párroco Francisco Efrén Castellanos reitera que la vida está normal alrededor del templo.
“Han venido celebrando todas sus actividades muy normal, yo mismo he ido animando a que ellos no se retiren de lo que tienen. Para que así también la gente vaya distrayéndose. Estar con miedo no ayudaba —cuenta el sacerdote—. Han ido a Chalma, hemos ido a la Basílica, y en las fiestas todo ha sido normal, sus comidas… lo cultural y la festividad popular, que es lo que más hay aquí”.
Tras él se ve la torre del campanario envuelta en una lona de un partido político; la idea es que las lluvias no se filtren y causen más daños.
“Aquí lo que pasó es que en la iglesia se cayeron el campanario y la barda atrial, y cuando se cayó mató a una niña. La gente se abocó a la iglesia, confundían San Gregorio con Santa Cruz y San Luis, o con la sacristía de Milpa Alta. Yo estaba en un retiro, vine, inspeccioné y todo bien: las lámparas, la imagen, el Cristo...”
Durante los primeros días, las ceremonias se realizaron en el salón parroquial, pero hoy la capilla luce arreglada y en ella se celebran las misas. Al fondo se encuentra el Cristo, una histórica pieza que el sacerdote compara con el de Chalma.
A pesar de que la vida comunitaria continúa, no hay certeza alguna sobre cuándo iniciarán las obras en el templo. “Pues han venido a hacer inspecciones de diferentes instancias, y hasta ahorita, tanto exigirle al INAH, ya se hicieron todas las tramitaciones, todo, todo, hasta ya se hizo un dictamen. Hicieron levantamientos, y ya nada más estamos esperando que vengan y empiecen a trabajar”.
El sacerdote asegura que desde mayo esperan a que inicien los trabajos. “Desde mayo, a principios de mayo, según iba a comenzar el 15 de mayo y ahorita, como nuevamente se volvió a estar duro y duro, nos dijeron que del 15 de junio pa’ delante, pero nosotros estamos pensando que mejor que nos digan que, en verdad, por las votaciones, pues está parado todo. Que mientras que no pase todo esto yo creo que no se va a trabajar”.
—¿Usted cree que las elecciones han parado la reconstrucción?
—Sí, yo creo que sí, en todos lados han parado eso, todo es que las elecciones… ahorita no quieren soltar. Las instancias dicen: ‘No hay dinero’. Pero qué podemos decir si son las elecciones, entonces ahorita, hasta que pase todo esto, yo creo que se va a normalizar. (La empresa) nada más esperaba que dieran el presupuesto para comenzar con el campanario y luego la barda atrial.
La situación de San Gregorio es similar a la de otros templos de Xochimilco. En San Luis, la pequeña iglesia permanece cerrada, los muros de piedra, el arco de la entrada, el campanario y, todavía más, el interior, tienen graves daños. Sólo hay una cinta preventiva; adentro hubo apuntalamiento ante la gravedad de los daños.
“Ahorita en ninguno han iniciado trabajos —dice el párroco Efrén, de San Gregorio— porque en todos, incluso, el mismo Xochimilco donde tomó una empresa de Francia, no han hecho nada, tampoco. Entonces todos estamos igual, y en todos, así como Nativitas, San Francisco Tlalnepantla, Milpa Alta, Tetelco, el mismo Tulyehualco, San Luis que es más delicado, Tecomitl y Topilejo que han sido las iglesias afectadas”.
Los sismos posteriores al de septiembre no han causado daños. Sin la misma intensidad de años anteriores, se han ido celebrando las fiestas, aun con ciertas divisiones al interior de la comunidad. Se llevó a cabo la celebración de la fiesta de San Gregorio, en marzo, que es la más importante y ya se prepara la septiembre: “La gente viene a comer porque es la fiesta grande. La comunidad también participó activamente, como es tradición, en la fiesta de Chalma”.
Para el sacerdote, la gente está normal en cuanto a sus fiestas: “La mayoría de la gente que viene participa, como fue en la de Chalma, ahorita la de la Lupita, viene la del Sagrado Corazón de Jesús, viene la de la Purísima, fue la del Niño del Pueblo; hasta la última capilla tiene fiesta del niño Dios. Y de Chalma también, igual, vienen y en sus casas, como reciben la mayordomía, todo mayordomo tiene su fiesta. Todo estuvo normal”.
La de San Gregorio, cuenta el padre, estuvo muy bien compartida: “Tuvimos los tres aspectos, el celebrativo, también lo convivencial que tiene la gente de compartir con el que viene, y el morbo de algunos que han de haber venido a ver qué pasaba con San Gregorio, pero más de uno se llevó la sorpresa al ver que San Gregorio está de pie. Hubo cohetes nada más, bombas no hubo, puros cohetes, hubo hasta un castillo”.
Para la fiesta de Chalma, el número de peregrinos no cayó a pesar de que el terremoto tanto afectó a San Gregorio. “A la fiesta de Chalma se van una semana cada año en peregrinación, con el mayordomo principal, y ocho, les llaman santuarios, pero son nichos. Llevan cada quien su nicho; ellos dicen que son siete principales, pero ya son 18, 21. Cada que sale de su mayordomía le regalan un nicho; eso ha causado un poquito de problemas de que se han dividido, ya no se unen con el principal; cada quien quiere tener su mayordomía”.
Las afectaciones por el terremoto se vieron reflejadas en la vida de algunos habitantes, y de grupos de coheteros. En San Luis, las calles siguen abiertas a la espera de que concluyan los trabajos del acueducto. Frente la iglesia de San Luis Obispo de Tolosa, la pared conserva el mural que David Flores, de Santo Tomás Ajusco, creó con los niños tras el sismo y donde se lee: “Sigamos adelante, San Luis”.