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ssierra@eluniversal.com.mx
“Una lata de atún se come en la urgencia”, dice Mardonio Carballo, pero ¿qué viene después para los damnificados? El escritor y activista plantea que “en un país que tiene tantas contingencias, que un hecho hace que te olvides del anterior, es importante que podamos empatizar más que dar caridad, que la ayuda sea una ayuda digna”.
Es por eso que junto con Ofelia Medina, el escritor construye una alternativa para apoyar a las comunidades indígenas, a los pueblos originarios de Oaxaca, Puebla, Tlaxcala y Morelos que resultaron damnificados por los sismos del 7 y el 19 de septiembre. La idea ahora no es hacer acopio de despensas, sino buscar recursos económicos que se manejarán a través de Fideo (Fideicomiso para la Salud de los Niños Indígenas de México), de la artista Ofelia Medina, y pasar a una siguiente etapa: apoyar a las comunidades comprando en pueblos cercanos a éstas los productos que ellas consumen: maíz, arroz, café, azúcar, aceite, sal, entre otros, con el fin de reactivar las economías:
“O sea, las totoperas necesitan maíz, y se necesita conseguir el maíz para que la economía se mueva. La preocupación es: ‘bueno, ya mandamos, ahora vamos a ver qué comen los pueblos, y a respetar su dieta’. No puedes llegar a un lugar solito, decir: ‘Ya llegué, vine a salvar’. Hay que escuchar, incluso en los apoyos. Será juntar dinero a través del fideicomiso para activar o reactivar la economía local, porque puedes hacer un acopio en la Ciudad de México, pero es caro y oneroso”.
Hasta hace ocho días, Carballo y el artista Demián Flores, junto a la escritora Natalia Toledo y el músico Feliciano Carrasco, trabajaban en pro de las víctimas del sismo de Oaxaca. Tras el terremoto en el centro de México, el Café de Raíz, que tienen en la colonia Roma Carballo y su hermana Pola, se convirtió en una cocina comunitaria (como las que en Oaxaca impulsa Francisco Toledo). El local fue base para apoyar a brigadas de ayuda, damnificados y personas que se quedaron sin vivienda. Durante seis días, De Raíz se volvió una cocina donde se prepararon sandwich y comida mexicana para gente de la colonia y de otras partes de la ciudad.
El lunes, De Raíz regresó a ser el café de todos los días, el mismo donde se han impulsado iniciativas como la de apoyo a los damnificados por los huracanes Ingrid y Manuel. “El café es un nodo donde viene mucha gente y desde aquí se han podido articular muchos apoyos, no fue la excepción ahora, con el sismo de la Ciudad de México”, cuenta Carballo y aclara que allí nunca reciben dinero, sino que se hizo acopio de comida: “Todo, vía solidaridad, con aportaciones, no dinero”.
Y Mardonio Carballo tiene otra propuesta para la sociedad: reconstruirnos: “Uno hace acuse de recibo del dolor y lo desata eufóricamente ayudando; asumir el dolor, dolerte, sentir el miedo y acusar recibo del miedo es importante. Es también acudir al llamado mismo de tu ser humano, intentar otra vez tu reconstrucción para ser feliz, porque a eso venimos: a ser felices”.
Arte a subasta. Desarrollar acciones con incidencia social no es algo que Demián Flores separe de su obra artística. Hasta el pasado fin de semana, con Natalia Toledo y artistas, como el colectivo Bicu Yuba (Perro Rabioso), en Juchitán, hicieron el trabajo de llevar, organizar y entregar todos los víveres que reunieron en la Ciudad de México, apoyar el trabajo de las cocinas comunitarias que creó Toledo y desplazarse a otras comunidades del Istmo donde hubo graves afectaciones por el terremoto. “Lo que había que hacer era llevarlos y entregarlos en propia mano. Entregamos la despensa en Juchitán y decimos: ‘Esto es parte de lo que se ha juntado con la sociedad civil, esto lo manda la Ciudad de México, es de la gente para la gente, no hay partidos políticos. Bicu Yuba y muchos otros han sido fundamentales para consolidar la distribución. Hasta el día que me vine se habían entregado como 10 toneladas”.
Lo que viene, propone Flores, es la reconstrucción: “Queremos enfocarnos en la reconstrucción social. En el callejón de Los Pescadores, en la Séptima Sección, donde está uno de los comedores comunitarios, vamos a crear una especie de albergue donde podamos consolidar lo que hemos hecho y empezar acciones culturales, dar talleres a los niños, tener una estructura que permita, a partir del arte, dinámicas de reconstrucción del tejido que se ha roto”, dice el artista y recalca que la situación en Juchitán se agrava con las lluvias y que no deja de temblar.
Otra iniciativa, que se llevará a cabo en noviembre, es una subasta de arte que se realizará en el Club de Industriales de la Ciudad de México, para la cual se contará con obras de 50 artistas. Se realizará con apoyo del Museo Rufino Tamayo de Oaxaca, de Francisco Toledo y del Centro Cultural Casa Lamm. Se ofertarán obras del propio Toledo, de Sergio Hernández, Luis Zárate, José Villalobos, Guillermo Olguín, Gabriel Macotela, Boris Viskin, Gustavo
Monroy, Vicente Rojo, Manuel Felguérez, Dr. Lakra, Gabriel Orozco y Damián Ortega, entre otros.
“Esperamos que se recaude un fondo importante. Una parte será para la niñez, otra para la cultura porque no será sólo la reconstrucción de la Casa de Cultura de Juchitán sino dotarla porque la colección de la casa se vino abajo”.