Más Información
Sheinbaum se reúne con Lemus; “trabajar al estilo jalisco es en coordinación con la federación”, expresa gobernador
Marko Cortés difunde infografía a favor de denominar terroristas a cárteles; el “primer paso es reconocerlo”, dice
Activistas rechazan colocación de cámaras trampa para fauna en Tren Maya; piden retirar mallas metálicas que obstruyen su paso
Revés al INE, juez niega retirar suspensión definitiva a reforma judicial; da 48 horas para acatar sentencia
yanet.aguilar@eluniversal.com.mx
El sismo del 19 de septiembre cambió la vida de Tehuitzingo. Ese municipio enclavado en la mixteca poblana, cuyo nombre significa “Lugar de piedritas filosas”, sufrió afectaciones de las que no se ha podido reponer, incluso a casi cuatro meses del terremoto que dañó cerca de 200 casas habitación e inmuebles, y dejó a una población temerosa, es un municipio que se siente y se ve abandonado.
Donde estaba la presidencia municipal queda el vacío, el edificio ya no existe sólo quedan hojas membretadas, archivo de la Tesorería revuelto entre la tierra, las piedras y el cascajo; tampoco existe la pequeña iglesia de San José, que aunque databa del siglo XX, sólo mantuvo a salvo su torre.
Uno de los inmuebles que lucha por seguir en pie es la Parroquia de San Miguel Arcángel. La iglesia que data del siglo XVI y es la principal construcción arquitectónica del municipio, está severamente dañada. Perdió su torre principal mientras que su emblemático reloj aún permanece en pedazos en el piso y su estructura metálica retorcida; además, una segunda cúpula se colapsó al interior de la capilla, y la cúpula principal, el altar y todo el interior están completamente afectados.
El párroco de Tehuitzingo, Gerardo Ramírez, reconoce que el INAH ya ha actuado y han apuntalado la totalidad de la parroquia, sin embargo no saben cuándo podrían comenzar la segunda etapa de restauración. Tampoco han recibido la autorización de Protección Civil federal para remover el cascajo de los elementos colapsados, que incluye partes de la barda del templo y el curato, por ahora permanecen en el mismo lugar donde cayeron aquel 19 de septiembre.
Tehuitzingo es un pequeño municipio con una historia que se ha trastocado. Su fundación se remonta a la época prehispánica y fue obra de grupos popolocas y mixtecos. Fue cuartel general del cura insurgente don Mariano Matamoros, en 1812. Sufrió incluso el hurto de la imagen original de su santo patrono: San Miguel Árcángel, hace algunas décadas.
Hoy en día ese municipio, que se dedica a la siembra de maíz y frijol y su artesanía es el barro, tiene una población de 11 mil 328 personas, según el Censo del INEGI de 2010.
La población aún no se recupera del susto, aunque no hubo ni una sola víctima el 19 de septiembre, los pobladores todavía recuerdan cómo la techumbre del mercado se cimbraba, cómo vieron caer las torres de la Parroquia de San Miguel, e incluso cuentan que siete mujeres de la comunidad que estaban embarazadas perdieron a sus bebés por el gran susto que se llevaron.
El párroco Gerardo Ramírez dice que el sismo destruyó parte de la comunidad, no sólo por las más de 170 casas habitación que presentaron pérdida total, sino también por la destrucción emocional y del patrimonio.
“Tenemos también la destrucción de parte del templo, se cayó parte de las torres, de las bardas, del curato que quedó inservible y que se va a demoler en su totalidad y estamos en esta etapa de la reconstrucción de viviendas, de la reconstrucción del curato, de la reconstrucción del templo del que se hizo cargo el INAH. Ya vino el INAH, ya apuntalaron, es la primera parte”, señala el párroco.
Él, quien también estuvo al tanto del albergue que se instaló ese 19 de septiembre en el mismo atrio de la iglesia, y está pendiente del comedor comunitario, es quien dice que aún falta la reconstrucción de la misma comunidad, tanto física como espiritual. “Muchas familias quedaron moralmente destruidas. Hago un llamado a las autoridades, a las diferentes dependencias para poder reconstruir eso, ya que la comunidad como tal pide que se reconstruya, quieren ver su torre, el reloj que regía de alguna manera la vida de la comunidad y están ahí organizándose para apoyar si es necesario, para reconstruir el reloj y que la vida normal llegue a esta comunidad”, afirma Ramírez Vidal.
Y es que el reloj que marcaba la vida del pueblo se destruyó; los pedazos están en el piso, parte de la maquinaria sigue en la torre y otra parte está retorcida en el piso. Los daños al templo son severos. Al exterior es muy visible el apuntalamiento con maderas; pero al interior lo que se ve es tremendo. La cúpula no tiene una sola ventana sin daños, las fracturas están en todas las paredes y en el altar principal, parte de una torre cayó al interior y la fachada también tiene daños. No hay un sólo espacio que no esté apuntalado y en riesgo de colapso.
Otra de las iglesias de Tehuitzingo que sufrió daños fue la Iglesia de Santa Cruz en Tejalpa, un santuario donde se adora al Cristo moreno y hasta donde cada Semana Santa llegan grupos de peregrinaciones.
La vecindad con el epicentro. A menos de dos horas de Axochiapan, Morelos, donde fue el epicentro del sismo del 19 de septiembre, Tehuitzingo recibió el sismo de manera severa como lo recuerda María, una de las locatarias del mercado y como lo cuentan varios de los pobladores. Esa vecindad letal tampoco escapa para al antropólogo Víctor Hugo Valencia, director de Centro INAH-Puebla, él asegura que la Parroquia de Tehuitzingo está muy dañada porque están muy cerca del epicentro del sismo de Axochiapan.
En entrevista, el antropólogo señala que el arquitecto Martín Limón está supervisando esa zona, y dice que para estos dos templos, el de Tehuitzingo y el de Tejalpa, se lograron meter recursos de FONDEN, a través de Apoyos Preliminares y se lograron apuntalar junto con otros 119 inmuebles en 112 municipios de Puebla. Son 119 inmuebles apuntalados de los 530 inmuebles que fueron afectados.
“Aproximadamente podremos iniciar trabajos de reconstrucción en ese inmueble en un mes. Lo estimamos porque ya hicimos el recorrido con el seguro, fueron también un restaurador y un arquitecto que ya vieron el nivel de daños y ahorita lo que falta es definir los recursos. Lo que le digo a la comunidad es que no desesperen, la fe mueve montañas, les pido que nos esperen un poquito porque el recurso para San Miguel sí va a ser fuerte, porque está muy afectado”, dice el director de Centro INAH-Puebla.
El antropólogo reitera que el templo de San Miguel es de daños altos y requerirá una inversión fuerte. “Se está haciendo apenas el presupuesto, va a requerir tiempo, recursos fuertes y especialistas. La gente de San Miguel nos tiene que entender que este inmueble no puede ser abierto al público, de hacerlo pondríamos en peligro vidas. Hasta que se pueda reconstruir podrán entrar; que tengan la seguridad de que el Instituto y el gobierno federal lo harán”.