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En la antesala por la conmemoración del Centenario luctuoso del general Emiliano Zapata Salazar , sus efigies y sitios emblemáticos en el sur de Morelos lucen maltrato y abandono. Las autoridades de los municipios considerados en el cinturón de la ruta zapatista hicieron lo posible por dar mantenimiento a las imágenes del Caudillo del Sur , pero no lograron borrar los daños estructurales ni las pintas.
En Anenecuilco , cuna del icono revolucionario, las autoridades retocaron un Zapata forjado en bronce con pintura de color dorada y lo despojaron de su imagen morena; pero el Zapata que cambió totalmente fue la efigie que custodia la entrada al municipio de Tlaltizapan, donde el jefe revolucionario instaló su cuartel. La estatua, también en bronce, tiene otro aspecto: su tez morena ahora es de color rojo, igual que el cuerpo, su rifle y hasta el Plan de Ayala.
De los tres Zapatas erigidos en Cuautla, Anenecuilco y Tlaltizapan ninguno tiene su plaza y espacio libre de daños, basura y grafitis.
Cuautla.
Los cuatro escalones a los pies de Emiliano Zapata están cubiertos con líquidos azucarados, tierra y una especie de tizne. La plancha circular de la Plaza Revolución del Sur está con mugre, con una corona floral cuyas flores están secas y sus pétalos en el suelo.
La base que soporta la estatua que guarda los restos del general está dañada por el tiempo y la falta de mantenimiento. El lado izquierdo de la base está sin azulejo y uno de los focos colocados en el suelo está hundido y en la parte trasera.
La efigie de bronce tiene una mirada hacia el oriente. Sujeta en su mano derecha el Plan de Ayala con la leyenda “Tierra y Libertad” y en su izquierda porta un rifle. Su base, sin embargo, tiene daños materiales en la parte posterior y el lado izquierdo. Sobre una placa se lee el nombre de los escultores Ernesto Tamariz, Artemio Silva, Eduardo Tamariz y la fecha México 1987. "Escultura y fundición Maldonado. México de 87", reza una última leyenda.
Los restos del general descansan debajo de esta estatua desde el 10 de abril de 1932, cuando fueron sacados de su tumba en el panteón municipal, situado a unos 30 metros de la plaza.
Anenecuilco.
En la cuna del general montaron una efigie con un rifle en la diestra y una espada en la izquierda. Es un revolucionario en pie de lucha. Su base, sin embargo, está maltratada. Varios azulejos fueron colocados en su lugar pero con un trabajo de albañilería deficiente, solo para cubrir las apariencias ante su Centenario luctuoso . Está sucio y con grafitis y recuerdos de amor. “Ismael y Cristal 5.25.18”, un corazón sella el pacto pintado a los pies del general.
La ofrenda mantiene sus rosas vivas pero a su alrededor hay basura regada por el suelo y los dos contenedores están llenos de desperdicios. El material con el que pretendieron reparar la plaza y la estatua son de mala calidad y el trabajo parece más un “parche” con cemento y yeso.
Los vidrios con los nombres de los elementos que conformaron la tropa revolucionaria zapatista de Anenecuilco están sucios, olvidados a su suerte. Todo eso fue elaborado por el maestro Ehecatl Dante Águilar Domínguez en junio de 2013, según la leyenda que guardan los vidrios.
Zapata, El rojo.
A la entrada del municipio se erige un Zapata que obliga a mirarlo por el color rojo brillante que tiene. Es una efigie totalmente diferente a las que se encuentran en la zona oriente del estado pues . Este Zapata fue despojado de tez de bronce y ahora luce cara y cuerpo totalmente de rojo.
Los faros en su pequeña plaza no tienen tapas ni focos y los resanados que se realizaron recientemente están despostillados. Este Zapata, de Imelda Bravo de 2002, porta su rifle en la diestra y en la izquierda su Plan de Ayala.
Calles adelante se encuentra el Cuartel General pero está cerrado al público desde el sismo de septiembre de 2017 porque el sacudimiento debilitó la estructura donde Zapata descansó, planeó y diseñó sus estrategias de batallas. Ahora este lugar está soportado por vigas de madera para evitar mayores daños. Su enorme puerta de madera de dos alas impide ver hacia adentro.
La piedra encimada.
En lo alto de Chinameca se encuentra esta roca emblemática donde la tropa de Zapata esperó mientras el jefe revolucionario se encontraba con el general Jesús Guajardo , su victimario.
Desde esta cima se puede ver el espléndido valle del municipio de Ayala y la exhacienda de Chinameca , así como el arco donde cayó Zapata abatido por los disparos de los federales. La vista es imponente pero el sitio está rayado con grafitis, además de contar con estiércol de caballo.
Las mejillas, hombros y cuello del busto tienen plastas de cemento reciente.
Sus macetas están secas y su alrededor solo es custodiado por dos arboles totalmente secos, aunque sus ramas, sin hojas, pretenden llevar sombra al Emiliano que mira atentamente el sitio donde lo abatieron las huestes de Guajardo un 10 de abril de 1919.
nrv