La lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO clasifica a los sitios como bienes culturales, naturales o mixtos; de los últimos, hasta el momento, México solamente tiene dos: el Valle de Tehuacán – Cuicatlán: hábitat originario de Mesoamérica, y la Antigua Ciudad Maya y bosques tropicales protegidos de Calakmul, Campeche. Sin embargo, ahora buscan que a esa lista ingrese el Gran Acuífero Maya.
La UNESCO tiene la lista de Patrimonio Mundial, conformada por más de mil sitios de relevancia cultural o natural para conservarlos y preservarlos.
Actualmente, 35 sitios mexicanos están incluidos en ella. Algunos son: el Centro Histórico de México y Xochimilco, la ciudad prehispánica y parque nacional de Palenque, los Primeros monasterios del siglo XVI en las laderas del volcán Popocateptl y la Casa-Taller Luis Barragán, entre muchos otros.
Guillermo de Anda trabaja en la elaboración del expediente técnico sobre el Gran Acuífero Maya (GAM), así lo informó el propio arqueólogo y Pedro Francisco Sánchez Nava, coordinador nacional de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El Gran Acuífero Maya, ubicado en la Península de Yucatán, “es un medio conector de ecosistemas delicados, una fuente vital para la gente de la zona, y un preservador y contenedor de material arqueológico y paleontológico. Además de poseer una belleza natural única en el mundo”, explica el GAM en su página web (granacuiferomaya.org).
“El trabajo es que para que estos espacios tan frágiles puedan conservarse y trascender a otras generaciones, se trabaja en la elaboración de un expediente técnico y muy completo, a prueba de todo, es un proceso muy largo y México tiene que garantizar la preservación del bien”, dijo Sánchez Nava.
El coordinador nacional de Arqueología resaltó la importancia de la parte de la preservación; sugirió que en esa zona deberá haber mayor cuidado, porque, por ejemplo, es el lugar donde los hoteles depositan sus desechos.
“De no tenerse la preservación correspondiente, a corto plazo pudiera convertirse en un problema. Incluso, el Tren Maya pasará por esta zona y tenemos que ser cuidadosos para proteger todos estos contextos (culturales y naturales)”, declaró Sánchez Nava.
Único en el mundo
El arqueólogo Guillermo de Anda, director del Gran Acuífero Maya, explicó que la idea de trabajar en la declaratoria como Patrimonio Mundial del GAM no es nueva, pues desde 2017 surgió una propuesta; sin embargo, no se le dio continuidad.
Pedro Francisco Sánchez Nava y Guillermo de Anda coincidieron en que tan sólo elaborar el expediente requerirá de un par de años, aunque el director del GAM indicó que en dos semanas comenzarán a trabajar con una consultora.
“El trabajo con la consultora nos servirá para integrar los documentos que nosotros tenemos como investigadores. En dos años esperamos que esté integrado por completo el expediente para que después sea sometido ante la UNESCO”, explicó De Anda.
El arqueólogo actualmente trabaja junto con otros 15 investigadores del INAH para poder integrar el expediente, pues, resaltó, les interesa “de sobremanera el Acuífero”, dado que se trata de un elemento “con rasgos únicos en el mundo. Es muy importante cuidarlo, sería una lástima que se perdiera por contaminación, destrucción o por saqueo”.
Si se diera la declaratoria de Patrimonio Mundial, comentó el arqueólogo, no solamente quedaría en una placa, pues México tendría mayor prestigio a nivel internacional.
En esa zona donde se encuentra el GAM se contempla que atraviese el Tren Maya, proyecto propuesto por el presidente Andrés Manuel López Obrador, el cual pasaría por Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo.
Guillermo de Anda declaró que hubo acercamientos entre su equipo y el personal que trabaja en el Tren Maya: “Sólo hemos tenido acercamientos, ellos se acercaron para conocer nuestra opinión, les expresé mi preocupación sobre la preservación de los sitios y el medio ambiente”.
Los nuevos hallazgos
Al proyecto del Gran Acuífero Maya lo conforman 14 investigadores comandados por Guillermo de Anda.
En marzo de este año, el arqueólogo presentó cómo redescubrieron la cueva Balamkú, espacio ubicado a 2.7 kilómetros de la pirámide de Kukulcán, en Chichén Itzá. Ahí encontraron incensarios y vasijas que aún conservan restos carbonizados, alimentos, semillas, jade, concha y huesos, entre otros elementos.
El santuario subterráneo se encuentra a cerca de 24 metros de profundidad y los investigadores han explorado los primeros 500 metros de largo, sin embargo, los restos carbonizados ya fueron analizados.
“Se realizaron pruebas de Carbono 14 en muestras de elementos de tres de las ofrendas y se encontraron restos de pino, que no es un árbol que hubiera en esta zona, parece que es un producto importado de Belice o Guatemala o de las tierras altas, que es una de las hipótesis, es un elemento de importación para rituales específicos para agradar a los dioses”, explicó De Anda.
Con los resultados de esos estudios, los investigadores pudieron determinar que Balamkú fue un espacio que sirvió durante 200 años para hacer rituales: “Eso nos habla de un tiempo de ocupación enorme. No sabemos si los incensarios se fueron formando en 200 años pero sí se hicieron ofrendas y se quemaron elementos”.
El arqueólogo enfatizó que determinar que fueron 200 años de rituales en ese sitio es aún más importante porque da cuenta de la importancia de esa cueva. Ahora, dijo, realizarán análisis de activación neutrónica en una estalagmita “para saber su origen, porque probablemente fue un trofeo de guerra”.
Otro elemento que encontraron en la cueva es la imagen de Tláloc, dios de la Lluvia, que consideran como externo a esa zona, por lo que analizan la cerámica para determinar dónde fue producida.
Guillermo de Anda señaló que aún hay trabajos por hacer en Balamkú, uno de ellos consiste en la digitalización total de la cueva.