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GUADALAJARA, JAL. —Los días de invierno cada vez son más fríos, hay más especies en peligro de extinción, las tormentas azotan con más fuerza. En medio de este contexto, al escritor William Ospina (Tolima, 1954) le pareció pertinente retomar la historia de alguien que amó la naturaleza: Alexander von Humboldt, geógrafo, astrónomo, naturalista y explorador de América en 1799.
En "Pondré mi oído en la piedra hasta que hable", Ospina cuenta la vida del alemán, de quien ha sentido fascinación durante toda la vida. Incluso reconoce querer ser más como él, un genuino viajero del mundo y no un turista más.
“Humboldt es un maestro para los tiempos en los que estamos y los tiempos que vienen. Él terminó siendo un contemporáneo nuestro, no toda la gente en ese tiempo tuvo esa consciencia del globo que hoy es fundamental. Él fue uno de los primeros que pensó que el escenario donde ocurría la historia (es decir, el planeta Tierra) era más importante que los actores”, explica el escritor en entrevista durante la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.
Durante años, el colombiano había querido escribir la historia del científico, pero no se sentía lo suficientemente preparado, hasta que, después de mucha investigación y lectura, se resignó a que no sería capaz de saber absolutamente todo sobre este histórico personaje. Sin embargo, su trabajo lo fue llevando a escribir este libro:
“Cada libro mío me lleva al siguiente. Yo escribí una trilogía sobre los primeros viajes de los europeos al Amazonas y esa exploración marcó mi literatura. El año del verano que nunca llegó habla de los inicios del romanticismo y cómo las transformaciones del clima en aquel entonces se tomaron como fantasmagoría. Después escribí sobre la aventura de la colonización de un territorio colombiano donde vivieron mis abuelos. Esos libros, cada uno a su manera, me condujeron a Humboldt, un hombre romántico del siglo XVIII que era un enamorado de la naturaleza”.
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Ospina investigó el trabajo de Humboldt y entre las lecturas clave del científico para la escritura de esta novela están "El viaje a las regiones equinocciales del nuevo continente y Cosmos".
Aunque "Pondré mi oído en la piedra hasta que hable" va más allá de replicar la vida del explorador al pie de la letra, es un encuentro entre ficción y rigor científico: “No sólo importa la investigación que uno haga, importa lo que le ocurre en el clima mental que termina enriqueciendo las sensaciones y colores. Para que un libro esté vivo debe poner a dialogar lo que leyó en la investigación y la vida misma”.
Además, mezclar ciencia y emociones fue algo que se le facilitó a Ospina, pues así era la forma de escribir del geógrafo: “Humboldt tiene una gran virtud, que escribe más de la emoción y la sensibilidad, es muy racional y riguroso, pero el amor y la fascinación por la naturaleza se ve en sus textos. Él pasó la frontera del conocimiento meramente académico a uno más apasionado”.
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