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La biblioteca más célebre de Nueva York , conocida por los icónicos leones que descansan en su entrada, emprenderá la mayor reforma de su historia, que costará 317 millones de dólares y no estará exenta de polémica.
La biblioteca, en la Quinta avenida, siempre concurrida por los turistas, es también una de las que acoge más investigadores en todo el país, y permanecerá en obras hasta finales de 2021.
Hace cuatro años, un grupo de investigadores tumbó el anterior proyecto y amenazó con demandar a la institución si no daban marcha atrás en su intento por deshacerse de sus estanterías centenarias.
Con la nueva reforma, la biblioteca ganará un 20 % de espacio para salas de investigación, exhibición y talleres educativos e incorporará una cafetería, otra nueva tienda, un ascensor y una nueva terraza.
Sin embargo, el plan maestro no trata un tema peliagudo: el uso que se le dará a las emblemáticas estanterías.
Las estanterías, datadas de 1911, no cumplen los requisitos de temperatura, humedad y seguridad ante incendios que requieren las colecciones más delicadas.
Es por ello que la mayor parte de archivos que solían acoger están temporalmente reubicados en la biblioteca de Bryant Park, y sus estantes sostienen otra colección diferente, la de la biblioteca de Mid-Manhattan, que está enfrascada en otra ingente reforma por valor de 200 millones de dólares.
"Nos tomaremos un tiempo antes de tomar la decisión. Es mejor tardar un poco más antes que decidir con prisas y equivocarnos", se excusó el presidente de la red de bibliotecas públicas de Nueva York, Anthony Marx, durante la presentación del plan en una audiencia pública esta semana.
"¿Cómo se atreven a llamarlo plan maestro si no recoge el aspecto más importante de la biblioteca, como es el de las estanterías?", cuestionó un usuario durante el turno de preguntas.
"Lo que la gente quiere es tener más libros a su disposición y poder acceder a ellos lo antes posible", afirmó otro, que recordó con nostalgia los tiempos en los que podía husmear entre las estanterías, coger él mismo el libro y, durante el camino, "toparse con otros ejemplares" que no sabía ni que existían.
Marx defendió que, pese a que los libros descansen en otras bibliotecas, el tiempo medio de entrega es de 27 minutos, y destacó que gracias a un acuerdo con las universidades de Harvard, Columbia y Princeton, el catálogo se ha ampliado en siete millones de nuevos ejemplares.
La apertura de una cafetería en la biblioteca también levantó pasiones. "¿Café? ¿Café en este majestuoso edificio?", masculló una anciana bibliófila, provocando una ovación del público que asistía a la presentación del plan.
De los 317 millones de dólares del plan, 144 ya han se han invertido en la última década, y la mayoría provienen de donaciones a la red de bibliotecas públicas de Nueva York.
Esta red es, pese a su nombre, una fundación privada que recibe fondos tanto públicos como privados y tiene 92 centros repartidos en Manhattan, el Bronx y Staten Island.
La reforma implicará una reorganización de los espacios
. Las plantas superiores acogerán las salas silenciosas, para estudiantes, lectores e investigadores, mientras los visitantes y los eventos se ubicarán en las plantas bajas.
El exterior del edificio no cambiará, excepto por la transformación de una puerta para trabajadores en la calle 40, que se convertirá en una terraza con jardín, pensada para los grupos de estudiantes que la visitan, y que ayudará a descongestionar los accesos.
La arquitecta holandesa Francine Houben, cuyo despacho se encargará de la reforma, detalló que el edificio es "espléndido" pero en la actualidad hay algunas salas nobles que el público no ve, un "error" que se enmendará tras las obras.
Pese a la insistencia del público, que preguntó por el futuro de las estanterías, Anthony Marx se limitó a decir que se "estudiarán" todos los usos posibles que pueden tener.
"¿Qué uso quieres darle a una estantería? ¡Coloquen sus libros!", espetó una señora en el público, que desató las risas en la sala.
sc