El artista colombiano (La Paila, 1986), ganador del premio Turner en 2019, inaugura hoy Espíritus en el pantano, en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (Marco), su primera muestra en museo mexicano.

Bajo la curaduría de Taiyana Pimentel, directora del recinto, el artista que se interesa en el tema de las clases sociales y hacer experimentos sociales con su arte colectivo, presenta obras famosas como signalling devices from a now bastard territory, que exhibió en la entrada de la Bienal de Venecia de 2015 y Human Resources, proyección que muestra a sus famosos “mateos”, unos muñecos de papel maché tradicionales de Colombia. Al trabajar distintas técnicas, Murillo no sólo exhibirá una serie de pinturas —cuyo estilo le valieron el apodo de “El nuevo Basquiat”—, sino también presenta instalaciones y videoarte, como THEM, pieza con videos que cuentan la vida del artista que emigró a Londres a los 11 años, estudió en la Universidad de Westminster y en la Royal College of Art, y trabajó como asistente de profesor y conserje para financiar su práctica artística antes de que sus piezas se subastaran por más 200 mil dólares y se exhibieran en recintos como la Serpentine Gallery y el Tate.

En entrevista, Murillo habla de la obra central de la muestra, una que no sólo da título a la exposición, sino que concentra gran parte de sus intereses como artista. Consiste en una serie de lienzos que el artista llama “cintas de grabaciones sociales”, porque una comunidad ya plasmó en ellos sus dibujos, rayones y escrituras, convirtiéndose en un registro de la sociedad. Ahora Murillo invitará al público mexicano —los miércoles y domingos, cuando el museo tiene entrada libre— a pintar sobre sus lienzos e ir sumando capas a este “pantano”.

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El creador colombiano Óscar Murillo inaugura hoy en el Marco Espíritus en el pantano, su primera muestra en un museo mexicano. Fotos: EMILIO VÁZQUEZ. EL UNIVERSAL
El creador colombiano Óscar Murillo inaugura hoy en el Marco Espíritus en el pantano, su primera muestra en un museo mexicano. Fotos: EMILIO VÁZQUEZ. EL UNIVERSAL

¿Cómo surgió Espíritus en el pantano?

Lo quise, en términos de conceptos teóricos, empezar desde hace unos 13 o 14 años. Quise ofrecer un espacio de grabación social, que muestra cómo piensa y cómo se comporta una sociedad, sin polarización, sino que sea un puente de comunicación a través del dibujo.

Dices sin la polarización, ¿pero se puede?

Quiero, como experimento, intentar romper la formalidad del museo, romper la formalidad clásica de la presentación y la participación de una audiencia de una institución pública de una ciudad, convirtiendo esos espacios formales en una escena de performance, donde pueda haber una participación democrática y libre. Esta institución se vuelve el escenario perfecto para que un experimento justo así sea posible.

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El creador colombiano Óscar Murillo inaugura hoy en el Marco Espíritus en el pantano, su primera muestra en un museo mexicano. Fotos: EMILIO VÁZQUEZ. EL UNIVERSAL
El creador colombiano Óscar Murillo inaugura hoy en el Marco Espíritus en el pantano, su primera muestra en un museo mexicano. Fotos: EMILIO VÁZQUEZ. EL UNIVERSAL

Hace 10 años cuestionaste la falta de colaboración, a partir de la curaduría de arte, de la cultura dominante con las “emergentes”, ¿sigue igual?

Creo que en esta coyuntura social, política y económica que se viene calentando y viene trazando más y más divisiones y una autosegregación, hay que —a través de la curaduría y del deseo del artista— buscar cómo desarrollar un tejido para que todos tengamos la capacidad de participar en un discurso social. En los últimos 10 años hemos visto la construcción de barreras y no hemos tenido la capacidad de utilizar plataformas culturales para desarrollar tejidos sociales.

En 2019, de forma inédita, ganaste el premio Turner junto con tus otros colegas finalistas. ¿Este gesto de colectividad se ve lejano ante el panorama actual en la sociedad’

Yo creo que no. La adversidad siempre ha sido parte de nuestra existencia, no solamente después de 2019 hubo una ruptura. Simplemente hay que tener resistencia y seguir apostando a que el potencial humano se puede lograr. Yo creo que lo que se está intentando en esta bella institución es apostar a que no tenemos que ser el reflejo de lo que está pasando ahora. Ese aporte individual a un contexto colectivo (que es pintar) en las salas de esta institución, nos arroja un granito de arena a lo contrario de la polarización, que especialmente se está manifestando en redes sociales, (y hacen) que se descargue esta recámara digital que prácticamente nos está enfermando.

Envías lienzos a escuelas de todo el mundo para que los niños dibujen en ellos y luego tú intervenirlos. ¿Por qué ese interés de colaborar con niños?

Buscando la mejor manera de decirlo, en cierta parte los niños no son un interés necesariamente. Estos seres humanos en desarrollo, como prefiero decirles, son canales de energía con una tremenda capacidad porosa para captar y analizar intuitivamente, consciente e inconscientemente. Estos contenedores, que llamamos escuelas, son espacios donde tienen una consistencia y este espacio es un modelo universal donde todos estamos de acuerdo, independientemente del estrato económico y la geografía y para mí cumple con las condiciones perfectas para hacer un experimento. Es tal cual lo que está pasando acá en el museo, sólo que las cintas de grabación están en un contexto íntimo por un tiempo considerable de seis meses para que ese deseo intenso de soltar información se supla y se convierta en algo consciente y se pierde la extrañeza a esa cinta.

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Exhibes WRAPPED, una obra que tiene la foto de tu mamá trabajando en una fábrica y en el pasado hiciste una obra que consistió en una fiesta para personal de limpieza. ¿Por qué te atrae el tema del trabajo y las clases sociales?

La ruptura y polarización que estamos viviendo es universal porque nace del descuido de las clases trabajadoras, independientemente si es colombiana, mexicana, europea, estadounidense y del contexto racial. La clase trabajadora siente que no es parte de un discurso político-social. Esa obra es de los 80, la foto fue cuando mi mamá, una joven de casi 30 años, en un turno de 12 horas de trabajo, la venció el sueño. Para mí es un símbolo de un contexto vulnerable, es universal porque no es sólo mi madre, pasa en todos los lugares del mundo y es una foto que pudo haber sido tomada ayer.

En el pasado hablaste de Colombia sin romantizar al país y señalando sus defectos, dijiste que la belleza de la naturaleza era lo que daba oxígeno a los colombianos. ¿A nivel mundial qué crees que da oxígeno a las personas?

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No es porque estoy aquí de frente en esta exposición, pero yo creo que en la forma que estas salas de un contexto muy del arte rompen esa formalidad puedes encontrar una manifestación de la posibilidad de lo que puede ser un contexto colectivo, aun en nuestra polarización. Toda esa energía, de una forma muy simple y muy sutil, está totalmente desvestida y aterrizada de las capas y los filtros que nos vienen vendiendo a través de las redes sociales, es el poder de la comunicación a través de un espacio artístico. La plataforma museológica, aunque es el puente que nos une, no necesariamente tiene que serlo. En fin, yo digo que la relación con el arte, o la relación más precisamente con el dibujo, para mí, y lo vengo observando ya desde hace muchos años, es una terapia y hace catarsis, catarsis en el sentido de que limpia y suelta posiblemente energías que están ahí acumuladas.

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