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En Nébula. Los últimos amantes, pieza inmersiva de danza-teatro que dirige Jessica Sandoval, se abordan distintas formas de vivir, percibir y reaccionar al amor y al desamor. Más que una historia, son muchos fragmentos y formas de percibir, sentir o reaccionar ante “ese sentimiento tan gloriosamente trágico, como me gusta llamarlo. Es esta idea que tenemos o que nos han inculcado de que el amor lo puede todo, que el amor no tiene límites, que la vida no vale la pena sin el amor y que el amor es fuego, entrega, pasión y armonía”, explica Sandoval en entrevista.
Sobre el origen de la pieza, recuerda que su primer espectáculo lo hizo en 2006 con un equipo de bailarines y músicos senegaleses compartiendo la dirección de escena con el actor Gerardo Trejo Luna: “Creo que mi concepción de la escena siempre ha multidisciplinaria, partiendo de la necesidad de usar todos nuestros medios expresivos, no sólo como una forma de hacer escena, sino pensado como seres que nos expresamos con la palabra, el cuerpo, la música y los gestos. Entonces, mi única intención es usar todas nuestras posibilidades expresivas”.
Nébula nació en un laboratorio de creación llevado a cabo en Un Teatro, donde nueve actores y bailarines compartieron sus experiencias, distintas técnicas, formaciones y puntos de vista particulares, en busca de un resultado que reflejara esta diversidad, “lo distinto que somos los seres humanos”.
Tampoco se deja de lado el lado incorrecto del amor: los arranques que rompen toda estabilidad, y aquello que se ha enseñado colectivamente que no debería expresarse ni ser revelado, la cara menos grata de la pasión. La artista se pregunta, ¿qué hemos hecho por amor?, ¿qué somos capaces de hacer por amor?; y se responde que éste es el motor del ser humano a lo largo de la historia.
“La idea de hacer Nébula surgió tras pensar que podemos escribir nuestra propia historia, no solo como la vivimos, sino en la forma cómo la interpretamos y lo que hacemos con ella (...) Me gusta la perspectiva que nos da Nébula de saber que el amor corresponde a la interpretación y la decisión de cada uno. Entonces, no parto de ningún mito, sino de las historias todas que hemos vivido y con las que nos identificamos".
En el laboratorio que dio origen a Nébula, Sandoval le pidió a cada artista que hablara sobre el amor. Una de las cosas que más le gustan de la pieza, dice, es que cada uno es visto como una persona específica, única e irrepetible.
“Se llama Los últimos amantes porque, de alguna forma, nos ha llevado a pensar que la evolución humana tiene que ver con la perfección en todo sentido: lo físico, lo intelectual...” Pero el amor, continúa, se mueve en una cancha aparte donde imperan el arrebato, la falta de certeza, el vacío y el temblor, y lo que no se puede contener. El subtítulo alude a un cambio de paradigma, el meridiano y la bisagra entre la herida y la sanación.
En un tiempo que se decanta cada vez más hacia la alienación, los estados enajenantes, la soledad y la incapacidad de estar con el otro, la entrega de un ser humano a otro parece un ideal o una empresa descabellada.
En Nébula hay, además, un dispositivo multimedia: un circuito cerrado, hecho por César Pérez, con fotografías de arte clásico y contemporáneo sobre el amor.
La temporada de este año inicia mañana en Un Teatro (Nuevo León 46, Condesa, CDMX).