A 47 años del deceso de la pintora, poeta y modelo , la periodista Adriana Malvido, la escritora Valeria Matos y el , que integran Quique Rangel, de Café Tacvba, y el músico Mike Sandoval, le rindieron homenaje con la lectura dramatizada "Para Nahui Olin. Despertar bajo la mortaja de nieve", que se llevó a cabo en el anfiteatro Simón Bolívar del Colegio de San Ildefonso (Justo Sierra 16, Centro), justo en el aniversario luctuoso de la artista.

En la presentación se recapituló la vida de Carmen Mondragón, a quien el Dr. Atl bautizó como Nahui Olin que, en náhuatl, significa "perpetuo movimiento". Desde la mención de su nacimiento en Tacubaya, el 8 de julio de 1893, que dio pie a la estampa somera de un México posrevolucionario y cambiante, hasta sus últimos días como figura un tanto marginal y bajo el estigma del desequilibrio mental, Malvido y Matos recorren cada capítulo en la vida de la artista a partir de los libros que, respectivamente, le dedicaron; uno, el de Malvido, centrado en los hechos históricos concretos; otro, el de Matos, creado desde la ficción y la reminiscencia de un tiempo que es difícil asir en el presente.

Homenaje a Nahui Olin en el Colegio de San Ildefonso.
Foto:EL UNIVERSAL / Berenice Fregoso
Homenaje a Nahui Olin en el Colegio de San Ildefonso. Foto:EL UNIVERSAL / Berenice Fregoso

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Hechos como el matrimonio con el también pintor Manuel Rodríguez Lozano, el oscuro papel militar y político que ocupó el padre de Mondragón, la relación intempestiva y tirante con el Dr. Atl (una historia de amor en la que el ex Convento de la Merced fue el telón de fondo), las caminatas, ya en la década del 70, en la Alameda Central, estampa casi final, y un deseo de autoafirmación que pervivió a lo largo de su vida y que alcanzó, en distintos momentos, gracias al abandono del seno familiar o a su concepción del modelaje, ya fuera desde la lente de Edward Weston o el pincel de un puñado de pintores; hechos que son recreados a través de lo que puede definirse como seis planos diferentes: la voz histórica; el relato ficticio; el diálogo con los contrabajos; la proyección de fotografías y pinturas en la pantalla contigua; la imagen del mural "La creación", de Diego Rivera, a espaldas de los artistas y en el que destacan, en el extremo derecho, los grandes ojos verdes de Nahui, su cabello rubio y su complexión pequeña; y la pasarela ficticia, casi una sesión espiritista, donde las mujeres que Rivera retrató en el mural como musas (música, poesía erótica, canto, esperanza...) fueron convocadas por Matos: Dolores del Río, Julia Alonso, Guadalupe Rivas Chacho, María Luisa Marín, Palma Guillén, Lupe Marín, Julieta Iglesias, Luz Jiménez, Gabriela Mistral y Esperanza Velázquez Bringas y, por supuesto, Nahui Olin.

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La memoria de ciertas figuras atravesó el escenario: algunas, sin necesitar presentación (Dolores del río, Gabriela Mistral); otras, borradas por el tiempo (Julia Alonso, por ejemplo, de cuya ópera se sabe poco).

La directriz, lo que cohesionó estas piezas que son fragmentos de un solo mosaico, fue siempre la vida de Nahui y un tono impregnado por su temperamento: una vida que osciló de la búsqueda de autoafirmación y la insumisión. Un recorrido que honró a la par, esa insaciable sed de la pintora y el legado de un grupo de mujeres precursoras del siglo XXI.

La dirección escénica estuvo a cargo de Tae Solana.

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melc

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