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La Orquesta Filarmónica de Viena fue todo lo que se esperaba: una agrupación extraordinaria, a la altura de su propia historia de casi 200 años, ni más ni menos; su director invitado, el venezolano Gustavo Dudamel , la hizo brillar y brilló por sí mismo.
El público de pie, eufórico, gritos y vivas se lanzaban de todas partes. Un éxito el primero de los tres conciertos que ofrecerá en México como parte de la gira Las Américas.
El debut en México como director de orquesta, dijo Dudamel previo al concierto en conferencia de prensa, fue "un sueño hecho realidad". Su energía fue evidente. El músico venezolano estaba contento. Horas antes, incluso, reía con los músicos durante el ensayo y corría de un lado a otro para verlos y escucharlos desde distintos ángulos.
La Filarmónica de Viena regresó a México tras 12 años de ausencia y se presentó ante un público que supo esperar. La Sala Principal del Palacio de Bellas Artes estaba a reventar, cada una de las butacas que tuvieron un precio máximo de 4 mil pesos lució ocupada.
Políticos como Porfirio Muñoz Ledo, músicos como la compositora Gabriela Ortiz, funcionarios culturales, cantantes como Tania Libertad, ex servidores públicos como Alejandro Gertz, acudieron al canto de las sirenas. Afuera, en la explanada donde se colocó un pantalla que transmitió en vivo el concierto, no hubo el mismo eco y fue intermitente la atención de la gente.
La crítica especializada ha sido exigente con el venezolano, la prensa española, por ejemplo calificó a uno de los conciertos como "gris desde el podio", pero "con una orquesta de ensueño sobre el escenario"; The New York Times también fue duro al publicar que en algunos momentos la dirección de Dudamel había sido "plana y sin vigor".
La crítica mexicana dará su veredicto. El público ya dio el suyo con sus aplausos de pie. Con Sinfonía número 2 de Charles Ives, los músicos ofrecieron una intrigante paleta de colores y emociones; y, tras el intermedio, interpretaron la Sinfonía núm. 4 de Chaikovski, la apoteosis en Bellas Artes. Brillo, energía, poder, fuerza, drama y belleza en cada nota. Al final, un obsequio, El Lago de los cisnes como encore. Más aplausos, más vivas.
Varios elementos llaman la atención entre la gente: el primero, que había sólo un puñado de mujeres. Una particularidad que le ha valido fuertes críticas a la emblemática agrupación, de hecho, fue hasta 1999 cuando se aceptó a una mujer, a la fecha hay alrededor de una docena; el segundo, que Dudamel dirige sin partitura, una genialidad.
El programa que la Filarmónica interpretará el día de hoy en Bellas Artes iniciará con Obertura para un festival académic o de Brahms, después interpretará el Concierto para flauta KV 314 de Mozart y Sinfonía número 1 en do menor de Brahms; mañana domingo se presentará en el Auditorio Nacional con obras de Mahler y Berlioz.
Además, el domingo a las 12:30 Dudamel y el compositor mexicano Arturo Márquez, dirigirán el concierto "Encuentros. México y las Américas unidas", con alrededor de 300 niños y jóvenes de programas artísticos del Sistema Nacional de Fomento Musical; así como niños y jóvenes de seis países como Argentina y Venezuela, patrocinados por la Fundación Gustavo Dudamel.
sc