En junio, las banderas de arcoíris y de la transexualidad se alzan en varios museos de la Ciudad de México por el mes del orgullo ya no sólo gay, sino de la diversidad de identidad de género , y en algunos casos ya no se trata de una simple decoración.
Ya es costumbre que en estos recintos se planee una agenda en torno a la comunidad LGBTIQ+ en esta época del año y si no se cuenta con una exposición sobre el tema, se recurre al programa de actividades para ir en concordancia con la efeméride. Sin embargo, algunos museos de la capital van más allá de la reflexión y apuestan por la acción.
Por ejemplo, aún sin anunciarse de manera oficial, Natalia Millán, de vinculación artística del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) adelanta a EL UNIVERSAL que ya cuentan con un baño de género neutro, sumándose a esta modificación del espacio físico en la que ya había incursionado el Museo de Arte Moderno, donde hace un mes se inauguró el “baño para todo género”, el cual fue modificado durante las remodelaciones que se hicieron en el recinto, en el marco del proyecto Chapultepec Naturaleza y Cultura, y se anunció durante la inauguración de su primera exposición presencial después de dos años por la pandemia de Covid-19. “Buscamos reunir y representar múltiples voces a favor de la diversidad sexual y de género. Parte de la transformación del MAM en este proyecto histórico de renovación es caminar hacia un espacio inclusivo que reúna y represente a todos nuestros visitantes”, dijo en su inauguración Natalia Pollack, directora del museo.
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A esta lista podría sumarse el Museo de San Idelfonso , donde el área de comunicación informa que está en conversaciones para hacer de los baños “espacios más inclusivos”.
El cambio de baños para hombres y mujeres a baños de todo género es una tendencia, principalmente de Estados Unidos, que se ha venido desarrollando desde 2014, cuando el Museo Whitney de Nueva York anunció que los sanitarios de la galería de la planta baja estarían destinados para las personas no binarias. “Las artes han sido el hogar para esos individuos que podrían no encontrar apoyo en la cultura en general y ha servido como precursor de los cambios sociales”, dijo el museo al anunciar este cambio. Otros ejemplos en EU son el Museo de Arte de Baltimore, el Museo de Arte Folclórico Americano y el Museo de Bellas Artes de Utah. Mientras que en Europa, el museo Sigtuna de Suecia —donde en 2015 la Academia Sueca sumó el pronombre neutro “hen” a su diccionario— y el museo de Ciencia e Industria de Manchester han hecho este cambio.
“Los museos tienen ese deber de ser espacios inclusivos y reflexivos y sobre todo que estén contextualizando lo que ocurre día a día porque si no, nos volvemos un espacio obsoleto”, afirma Natalia Millán, quien además de trabajar en el programa público del MUAC, es artista y fundadora del colectivo Las Brillantinas, responsables de la organización de actividades con perspectiva de género y de disidencias sexuales en este mismo museo.
Millán explica que el baño neutro del MUAC surgió en el marco de la exposición Maternidades (concluye el 3 de julio) porque “no queríamos que la exposición de ninguna manera excluyera a alguien que practicara el ejercicio de la maternidad desde la disidencia, como parejas gay o maternidades trans”.
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Sin embargo, el tema de la inclusión no se queda sólo para el público, sino también se incorpora en el ambiente laboral del MUAC . “El baño de la oficina se volvió neutro y funcionó, no es un espacio restrictivo teniendo aún los letreros de hombre y mujer, cualquiera entra a cualquier baño, ya no existe esa regla. Para nosotros era importante ponerlo en práctica en el espacio de trabajo”.
“Los museos tenemos que reconocer que no podemos ser neutrales, la agenda de género y diversidad son una prioridad en nuestra comunicación, porque somos democráticos, no podemos darnos el lujo de estar excluyendo a un segmento de la población”, agrega al respecto Sergio Manuel Rivera, filósofo y director de comunicación e imagen del MIDE (Museo Interactivo de Economía), que si bien no ha realizado cambios en los baños, maneja una agenda de actividades en torno al tema.
Llama la atención que estos cambios se hayan propiciado desde museos públicos, como lo son el MUAC, de la UNAM , y el Museo de Arte Moderno, del INBAL. Bajo este contexto institucional, Millán explica que en el MUAC se trabaja la “pedagogía de la contingencia,” con la que buscan reflexionar en el museo lo que pasa a su alrededor, no sólo en el mundo y el país, sino también en el espacio que representa la UNAM, donde “ha habido problemas en cuanto a temas género como violencia, feminicidios y discriminación”, reconoce la artista. Además de fomentar el pensamiento crítico, Las Brillantinas han sido una vía para conectar con las inquietudes del público joven (entre 15 y 25 años) y restar el ambiente intimidante y solemne que podría tener un museo.
El tema de la inclusión, una conversación vigente
Justo por el factor institucional en el que se encuentra el MUAC ha sido un poco complicado para Las Brillantinas implementar el lenguaje incluyente, pues Millán —quien hace uso en ocasiones de esta forma de habla— dice que han hecho experimentos en las redes sociales del museo, pero reconoce que es una “tema complicado para la Máxima casa de estudios porque existe cierta resistencia, pero creo que el museo está muy abierto”.
Pero no es el mismo caso para el Museo Tamayo, también del INBAL, donde desde noviembre de 2020, a propósito de la exposición Otrxs Mundxs —curada por Umberto Moro, su antiguo director— se ha usado el lenguaje incluyente en textos de sala, boletines de prensa y en su sitio web. “(Se) proponía la inclusión de la ‘x’ como este gesto de incluir los géneros que han sido históricamente excluidas de la cultura de los museos, sobre todo. Entonces era una provocación, pero se ha vuelto una conversación vigente en las reuniones generales del museo”, explica Jaime Ruiz, jefe de Educación del Tamayo.
Al igual que el MUAC, estas conversaciones se fomentan también a nivel interno. Ruiz explica que esta política del lenguaje incluyente no está impulsada por el INBAL, sino que es un trabajo colectivo que se dio de forma orgánica entre el personal.
“Lo que es interesante es que cuando tenemos las reuniones de la Red Nacional de Museos del INBAL, el MAM también está ahí, es que luego se vuelven una concatenación de iniciativas y posibilidades para ir fragmentando todo lo otro que ha oprimido el sistema de arte durante tanto tiempo. La doctora Lucina Jiménez (titular del INBAL) y Mariana Munguía (Coordinadora Nacional de Artes Visuales) apoyan mucho estas iniciativas. La Fundación Olga y Rufino Tamayo también lo alienta bastante (…), ha sido cómplice”, comenta Ruiz sobre cómo ha sido recibida esta reforma de la lengua por parte de las autoridades.
Aunque el peso institucional sí tuvo que ver en la decisión de optar por el uso de la “x” y no la “e”. “La ‘e’ todavía, a nivel institucional, no está aceptada. Creímos que comprometía al museo casi a un cabildeo que sigue pendiente en las instituciones. La ‘x’ tiene un margen de acción, puede pasar de pronto desapercibida, puede aludir a la inclusión de manera más empática y sin esta condición incómoda que todavía existe en algunas instituciones”, detalla el jefe del área de educación.
Desde entonces, la “x” se ha colado en los textos de sala del museo, incluso es posible encontrarla en las actuales exposiciones vocabulary of solitude, de Ugo Rondinone; Un conejo partido a la mitad, de Julio Galán, y Nan Goldin, de la homónima fotógrafa estadounidense, muestras que abordan el tema de la diversidad de orientación sexual y género.
Sergio Manuel Rivera
Director de Comunicación del MIDE
“Los museos tenemos que reconocer que no podemos ser neutrales, la agenda de género y diversidad son una prioridad en nuestra comunicación, porque somos democráticos”
*Con información de Mariana Lebrija.
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