En Tres Cruces 99, , al fondo de una librería de viejo se encuentra el hogar de La Catrina, “la original”, se lee en la fachada del inmueble. Se trata del Museo Salón Posada, un recinto dedicado al grabador –quien creó a este ícono de Día de Muertos– y que apenas hace un año se sumó al variado ecosistema de museos que alberga la Ciudad de México.

El espacio fue creado por Mercurio López, investigador de artes gráficas y coleccionista, desde hace más de 20 años, de la obra de Posada, cuyas caricaturas e ilustraciones marcaron a la prensa del siglo XIX. López ha formado una de las colecciones más importantes de Posada –que compite con la de Carlos Monsiváis y ha viajado por museos de toda el país y el mundo–. En el tesoro hay obras inéditas, obras de facetas poco conocidas del artista gráfico, ejemplos varios de sus ilustraciones en periódicos, folletos, libros, juegos y claro, una sala dedicada a sus calaveras donde la protagonista es La Catrina o La Garbancera o la Zandunguera…

“Posada no le ponía nombre a ninguno de sus grabados, así que podría llamarse con los distintos nombres a los que se hace alusión en la hoja volante que ilustró”, explica Mercurio López.

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El museo muestra la versatilidad de la gráfica de Posada. Fotos: Fernanda Rojas / EL UNIVERSAL
El museo muestra la versatilidad de la gráfica de Posada. Fotos: Fernanda Rojas / EL UNIVERSAL

La Catrina se imprimió por primera vez en octubre de 1913 –diez meses después de que el artista falleciera–, fue uno de los últimos trabajos que hizo Posada. “Todas las Catrinas que se conocen, son impresiones póstumas”, apunta Bjorn López Escobar, director del museo.

La imagen de esta calavera ensombrerada debutó en un volante de Día de muertos que hacía sátira de las mujeres de bajos recursos que se engalanaban para ir a pasear por la Alameda. Hoy, este personaje habita en el imaginario público como el cadáver de una mujer elegante.

“Les llamaban garbanceras, de manera despectiva. La sátira era que pone a este personaje con sus moños y con un sombrero grande, ridículo. Hoy no la vemos así, en nuestra cabeza está la imagen que hizo Diego Rivera en su mural (Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central), donde la pinta de cuerpo completo y como una mujer rica. En 30 años, Rivera cambió la imagen de la Catrina y todo cambió”, cuenta el coleccionista sobre el rescate que tuvo este personaje a lo largo de la historia, un rescate, que considera, no gozó su creador.

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Se trata de una de las colecciones más grandes sobre el artista, exhibida detrás de una librería de viejo. Foto: Fernanda Rojas / EL UNIVERSAL
Se trata de una de las colecciones más grandes sobre el artista, exhibida detrás de una librería de viejo. Foto: Fernanda Rojas / EL UNIVERSAL

Más allá de La Catrina

Mercurio López decidió coleccionar arte de Posada porque mientras escribía un libro sobre el artista en 2003, se dio cuenta que no había una colección propia y ordenada sobre el trabajo del creador: “me enamoré del personaje y dije ‘voy a coleccionar, pero de manera ordenada’; así fui comprando en subastas, en librerías de viejo, en tianguis”. Hoy, el acervo asciende a 2 mil piezas, de las cuáles 400 conforman la exposición permanente.

Museo Salón Posada quiere mostrar que José Guadalupe Posada fue más que La Catrina y por ello dedica salas a su trabajo de “nota roja”, pues fue ilustrador en periódicos de notas sobre fusilamientos y asesinatos; exhibe obras de su trabajo de diseño gráfico en productos, grabados a color, ilustraciones infantiles y una selección de los trabajos que hizo durante la Revolución, ya sean caricaturas, retratos o ilustraciones de escenas. En el recorrido, también se pueden ver obras inéditas de Posada como un diploma que hizo para una sociedad médica y un retrato al poeta Celestino González.

Para el coleccionista, mostrar la maestría y versatilidad de Posada en su propio museo es parte de su objetivo de recuperar la figura del artista que, en su opinión, ha padecido un desaire que lo atribuye a que sus creaciones no eran para los muros ni hechas con óleo, sino se imprimían de forma masiva en papeles baratos que, una vez leídos, terminaban en la basura.

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López identifica ese desaire con que no hay un espacio para Posada en la Rotonda de las personas ilustres en el Panteón de Dolores. Y aunque López lo ha propuesto, explica que el “pretexto” para no darle el espacio es porque los restos del artista están en la fosa común del panteón. Otra propuesta para honrar la memoria del grabador, dice el coleccionista, sería rescatar el local donde tenía su taller, ubicado en Moneda 22, en el Centro Histórico: “Vale la pena recuperar este espacio. Hasta yo he dicho que puedo prestar parte de mi colección, dejarla en comodato”.

Mercurio López afirma que el país tiene una deuda con Posada, pues “no se puede escribir la historia del arte de México en el siglo XX sin Posada. Con él nace la identidad mexicana”.

“El arte de Posada es muy interesante porque es un arte muy nacionalista, pero de un nacionalismo de un momento de la historia donde no estaba consolidado el proyecto de identidad nacional. Era un artista que realmente representaba a la gente”, añade el Bjorn López Escobar.

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Ambos impulsores del recinto dedicado a Posada, coinciden que llevar un museo independiente es una osadía. Salón Posada se mantiene con la venta de entradas y la tienda del museo, pero señalan que buscan apoyos. “Ojalá tuviéramos un apoyo para mejorar algunas cosas, como los marcos, la calidad de la luz o hacer mejor el funcionamiento y la conservación de la obra”, dice Mercurio Lopez.

Pese a las dificultades, compartir el acervo de José Guadalupe Posada los impulsa a continuar con su labor: “Creo que el arte y la cultura en México pueden ser redituables. Así que tengo fe en que el pueblo pueda estar interesado, sólo hay que motivarlo”, concluye López.

Museo Salón Posada abre todos los días, de 10 a 18 horas. El costo de entrada para público nacional es de 65 pesos, pero hay una tarifa preferencial de 39 pesos para estudiantes, profesores y personas de la tercera edad, mientras que niños menores a 10 años no pagan boleto. La entrada para público extranjero es de 140 pesos. Los martes la entrada es libre.

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